La Diada de ayer, con 35.000 personas menos, y ya es bastante, habida cuenta de que la Guardia Urbana ya estará suficientemente adoctrinada para calcular a buen ojo los asistentes a esta clase de manifestaciones ha sido como siempre, una falsificación histórica.

Esto es como el homenaje que se ofrece a Rafael Casanova, un partidario acérrimo del archiduque Carlos de Austria que batallaba contra los Borbones en la guerra de Sucesión. Pero vivió como floreciente abogado muchos años más y murió en su cama cuando le hubo tocado la hora.

El caso es que la Diada de ayer se evidenció la batalla entre Junts x Cat y ERC resumida en los gritos de botifler que se le enviaban al presidente de la Generalitat Pere Aragonés y a su mujer.

Pero que son muchos menos y gentes de mediana edad en su mayoría eso no hay más que verlo un rato para comprobarlo.

El señor Puigdemont apenas fue mencionado porque lo que había en la manifestación era la créme de la créme del independentismo. Y dan por hecho que Puigdemont puede traicionarlos pactando la amnistía y nada más. Y ellos quieren ya la independencia y que el Parlament dé por bueno y legalice el 1-0 que es donde dos millones de personas -cálculo hecho por unos organismos piratas- votaron por la independencia.

Ese es un error de bulto que habrán de pagar muy caro si el PSOE recorta los beneficios judiciales y no llega a amnistiar a todos los que Puigdemont

Por lo tanto dan por hecha la amnistía -de hecho no hubo la menor mención a esa medida de gracia que va a suponer un auténtico desgarro en la sociedad española y una avalancha de recursos ante en Tribunal Constitucional por parte de los partidos de centro derecha porque la dan por conquistada.

Y ese es un error de bulto que habrán de pagar muy caro si el PSOE recorta los beneficios judiciales y no llega a amnistiar a todos los que Puigdemont y los suyos pretenden.

Pero lo que se coreaba ayer era independencia, ya nada de amnistía porque la dan -equivocadamente- por hecha y englobando a todos los implicados en algún supuesto penal. Incluida Laura Borrás que está encausada por un delito de corrupción.

Es evidente que los de Puigdemont están crecidos, no están pacificados como pretende Pedro Sánchez.