Han dimitido 13 dirigentes de Podemos en Cataluña, como 13 brujas de Salem, después de ser sancionados por pedir la “unidad” con Sumar. A uno, sin embargo, lo que le extraña no es que Podemos todavía se debata entre el confortable yolandismo, todo plumón de fiesta de pijamas, y la dura melancolía de la soledad o de la pureza. Lo que a uno le extraña es que queden 13 dirigentes de Podemos en algún sitio, que Podemos dé todavía para una Santa Cena, para una hermandad de caballeros del Grial con bedel, para 13 enanos de Tolkien, para 13 rosas en un cucurucho de periódico o en una lápida. Uno creía que Podemos eran sólo Irene Montero e Ione Belarra como dos jovencitas en tándem, más esos cinco diputados como cinco luceros y, claro, Pablo Iglesias que está en los Cielos. Pero resulta que hay más por ahí, y lo descubrimos por sus gritos de hambre, o sea de unidad. La consulta a las bases sobre la investidura yo creo que suena igual que estos 13 náufragos del Apolo 13 de Podemos, a hambre. Yolanda es la supervivencia, si acaso se puede llamar vivir a ese vivir en pololos.

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