Digamos de antemano que a Alberto Núñez Feijóo le asisten todas las razones y alguna más para no acudir a la entrevista a la que le convoca Pedro Sánchez sin saber el orden de la entrevista.

Porque pudiera suceder que el presidente del Gobierno le convoque para afearle la no renovación del CGPJ y para nada más. O para blanquear la entrevista que según Jordi Turull tiene ya pactada con Carles Puigdemont, aunque él de momento lo niegue.

Sin un orden de temas a tratar no se puede acudir como un corderito a que el otro lo despedace vivo para satisfacción de sus ministros y asesores. De ninguna manera.

Y mira que hay temas sobre la mesa. La ley de amnistía sobre la que no existe un consenso unánime en el Congreso de los Diputados y que sin embargo va a ser aprobada a pesar de los pesares. La cesión de Pamplona a Bildu bajo el pretexto de que la ciudad estaba paralizada, cosa que sucedía porque la señora Ibarrola no encontró con quien pactar los presupuestos porque el PSN estaba a favor de pactar con EH Bildu desde el minuto uno después de que la alcaldía se fuera a la lista más votada que era la de UPN. Eso para empezar por lo último de lo que ha sucedido.

Lo que no puede ser es que el presidente te convoque con una agenda abierta y luego te ponga ante el espejo de que tú no has querido acudir

Lo que no puede ser es que el presidente te convoque con una agenda abierta y luego te ponga ante el espejo de que tú no has querido acudir. No, eso no es así. Lo que hay aquí es una trampa para osos en la que no puede caer Feijóo.

Ahora bien: si el programa de actos es, primero, la financiación autonómica y eso no incluye la quita de 15.000 millones de euros a Cataluña bien está. Ahora, si incluye esa quita por un pacto con Junts y ERC entonces la entrevista será para blanquear ese atropello monumental a todas las comunidades autónomas y será el momento de levantarse de la mesa.

Si la cosa es para abolir el término de disminuido y sustituirlo por personas con discapacidad o similares no habría inconveniente. Pero sí lo habría si, aprovechando esa rendija, se colaran otras modificaciones más del gusto de los socios de Sánchez que dejaran la Constitución como una cáscara de huevo a la que se ha quitado todo el huevo y únicamente queda la cáscara. Y por ahí no puede entrar el señor Feijóo so pena de ser considerado un traidor a sus principios.

Y ahora vamos con la reforma del CGPJ. Si simultáneamente a la renovación se vota una nueva selección de los vocales, no habría ningún inconveniente. Pero los socialistas se han negado siempre a ese cambio.

Lo que quieren es votar por el procedimiento antiguo, puesto en marcha por Felipe González y por Alfonso Guerra, porque hasta su llegada al poder y hasta 1985 se eligieron como manda la Constitución, que es a donde quiere llegar ahora los populares, a pesar de que con José María Aznar y con Mariano Rajoy, ambos con sendas legislaturas con mayoría absoluta, no hicieron nada por alterar el procedimiento.

Y en eso están y por eso se han estancado las cosas en las pasadas legislaturas. Ahora no va a ser diferente. Lo que sucede es que nadie se puede fiar de este presidente del Gobierno, porque aunque él diga lo contrario, miente más que habla.

Y mucho menos se puede fiar Alberto Núñez Feijóo, el hombre que lidera a ocho millones largos de españoles ante quien el presidente del Gobierno ha decidido "levantar un muro" para impedir la alternancia, algo intrínseco en una democracia asentada.

¿Quien se va a fiar de él?