Pedro Sánchez ocupa todo el espacio. Todo. En su Gobierno, en su partido, prácticamente en el espacio de la izquierda. Ya era así, ya sucedía, pero su insólito receso de cinco días, que decidió en soledad y que hizo que toda la atención se volcara en él, lo ha demostrado una vez más. Hasta de manera descarnada, privando a su núcleo duro de la información sobre la evolución de su estado anímico en esos cinco días de angustia, vértigo y desconcierto. Él solo pulsó el pause, él solo resolvió que se veía con fuerzas para continuar como jefe del Ejecutivo y como secretario general del PSOE, él solo prefirió anticipárselo, con solo una hora de antelación, a su estrechísimo círculo de confianza.

El periodo de reflexión abierto y cerrado por Sánchez, tachado de "farsa", "teatro", "comedia" o "maniobra electoralista" por las fuerzas de la oposición —incluso las que son socias del Gobierno—, ha vuelto a sacar a flote un debate recurrente. Y obvio. El hiperliderazgo del presidente. La constatación de que todos en el Ejecutivo y en el partido dependen de él, sin apenas contrapesos en un PSOE muy debilitado en sus estructuras intermedias, más aún después del tsunami de las elecciones autonómicas y municipales de hace un año que le dejó casi ayuno de poder territorial. La diferencia, en esta ocasión, es que condujo a los suyos al borde del precipicio, haciéndoles ver que podía renunciar, marcharse, y ha sido esa cercanía al abismo lo que ha despertado, muy soterradamente, la pregunta sobre su sucesión. E interpela, también a la sociedad, por el modelo de partido, por la construcción de los dirigentes políticos. Porque los liderazgos absolutos, y el de Sánchez lo es, convienen los expertos, son un arma de doble filo: tienen la ventaja de poder compactar a su electorado, de arrastrar a todo su espacio, pero también la "debilidad" de su difícil reemplazo. Es el signo de los tiempos, y a la vez un atributo inherente a la personalidad de Sánchez, que ha forjado su biografía a base de resistencia, golpes de efecto, audacia, olfato político, suerte y victorias contra pronóstico.

El hiperliderazgo de Pedro ya estaba latente. Y aunque sí se escuchan críticas por las formas, nos quedamos con que ha cambiado el tablero", asegura un mando territorial socialista

En el PSOE no se cuestiona la figura del presidente. Ni se promoverá su reemplazo antes de tiempo, antes de que él lo decida. El respeto es total, su autoridad, indubitada, y él mismo se encargó de zanjar el debate sucesorio el pasado martes en la SER, cuando se dijo con ganas, después de haber valorado la dimisión, para acabar la legislatura y afrontar un nuevo mandato. Pero en el partido sí ha sorprendido a algunos dirigentes que, en esos largos cinco días de congoja, no consultara con su entorno más cercano y no le adelantara su decisión final con más margen. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero; el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños; el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y su director de Gabinete en la Moncloa, Óscar López, solo conocieron la resolución de esa pausa a las 10 del pasado lunes, una hora antes de su comparecencia ante los medios. Sánchez dio salida a su dilema existencial y personal con su familia, apoyado en su mujer, Begoña Gómez. Ella misma, según narró posteriormente el jefe del Ejecutivo, no participó en la redacción de la carta que dirigió a la ciudadanía el 24 de abril, y en cuanto la conoció le pidió que no dimitiera.

"Nadie sabe qué pasa en el núcleo duro del presidente y nadie lo entiende —expresa un alto mando territorial—. Siempre tiende a haber un círculo pequeño que ayuda al líder, que sabe hacerle parar. El debate sobre el hiperliderazgo de Pedro ya estaba latente y se ha evidenciado más. Y aunque sí se escuchan críticas por las formas, nos quedamos con la parte positiva, y es que ha cambiado el tablero. Donde antes hablábamos del caso Koldo, o de Begoña. Ha roto todo y se habla de lo que quiere él. Monopoliza toda la escena. Resulta que en unas elecciones europeas que se presentaban con mucho riesgo para el PSOE ahora es el PP el que tiene más miedo que nosotros".

Para un barón regional, "es cierto que ha sido un cante que no confíe en su círculo. No es serio ni normal. Pero es que todo es extraordinario"

"Sí, es verdad que ha sido sorprendente que no le dijera nada a su entorno. Pero él deliberadamente ha querido estar solo y con su familia. Quizá no se fiaba de los suyos", señala un responsable muy veterano que conoce en profundidad la maquinaria orgánica del PSOE. "Es cierto que ha sido un cante que no confíe siquiera en su círculo. Pero hay sorpresa, no indignación. No es serio ni es normal. Pero es que todo es extraordinario", resume un barón regional. Nadie se atreve a especular con qué pasará con ese primer anillo de poder, si puede saltar en una eventual futura remodelación. "Pedro coge en cada momento el utensilio que mejor necesita, simplemente", ilustra otro cargo de una federación. Un relevante secretario provincial reconoce sus dudas acerca de si Sánchez estuvo acertado enviando la carta a los ciudadanos sin dejarse asesorar por su entorno, "pero una vez tomada esa decisión, de carácter personal, actuó en coherencia hasta el final". "Vivió un momento muy complicado, y nadie sabemos lo que pasaba en esa casa", le disculpa. Porque, además, y esto lo dicen todos los mandos, Sánchez es un dirigente hermético, nada proclive a abrir su corazón. Si algo se ha destacado de él en todos estos años, y que ha sido explotado por el PP, es su frialdad.

"El 'efecto láser'"

Los próximos al presidente niegan la mayor, insisten en que "no es cierto que tome las decisiones en completa soledad". "Esta era evidentemente una decisión familiar, y por eso la adopta así", explican desde su círculo más estrecho. "Es un tema muy manido —opina un dirigente también muy cercano a Sánchez—. De todos los presidentes se dice mismo. Hay un efecto láser: todo se centra en él, la oposición, los medios, y parece que solo esta él. Y luego cada uno tiene su estilo". Otro interlocutor muy próximo al líder del PSOE remacha que "sigue teniendo su equipo en el Gobierno y en el partido". "Pedro ha pasado una pequeña crisis personal que nada tiene que ver con su gente —prosigue esta misma fuente—. Decidió pasarla solo sin contacto con nadie. Estaba en su derecho y no entiendo que no se le respete".

Los dirigentes muy cercanos al presidente insisten en que sí consulta con su equipo las decisiones, pero esta era una cuestión familiar, y la resuelve por eso con su entorno

El desconcierto por la falta de respuestas a muchas de las preguntas que internamente se formulan sobre qué ha ocurrido en estos cinco días de pasión no conducen a una exigencia de un cambio de modelo. No, desde luego, por el momento. Porque la dirigencia asume que el hiperliderazgo de Sánchez no va a cambiar. Ni es tampoco un paso más en su evolución como dirigente. "Nada nuevo bajo el sol. Así ha sido siempre con él", manifiesta un responsable del ala crítica. Los más alejados de Ferraz condenan su "cesarismo" y no se asombran por no haberse apoyado en sus cercanos: "Los desprecia, como a todos", asegura un máximo responsable autonómico, que alerta de que lo ocurrido es un baldón más en la "ya maltrecha credibilidad" del secretario general.

El punto de arranque de la autoridad incontestable de Sánchez se sitúa en 2017. Tras haber sido decapitado por el comité federal el 1 de octubre de 2016, decidió lanzarse a la carrera de las primarias sin apenas apoyos orgánicos, teniendo enfrente a todos los poderes del partido, a toda su aristocracia. Y venció. Ganó a Susana Díaz con rotundidad. Su triunfo supuso la victoria de un modelo de partido distinto, en el que el líder responde directamente ante las bases pero, paradójicamente, atesora y concentra más poder que ninguno de sus antecesores, en detrimento de las estructuras intermedias. Los barones, los que habían promovido su caída un año antes, dejaban de ser un contrapeso a la acción del secretario general.

La vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, y el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, conversan durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados, el pasado 29 de febrero de 2024. EUROPA PRESS | FERNANDO SÁNCHEZ

Sánchez se reforzó de forma decisiva cuando llegó a la Moncloa apenas 12 meses después de aquellas primarias de infarto: batió a Mariano Rajoy en una moción de censura. Las elecciones de 2019 —las dos generales, las europeas y las autonómicas y municipales—, en las que el PSOE quedó primero, no hicieron otra cosa que afianzarle en la Moncloa y en el trono de Ferraz. Y su apuesta por adelantar las legislativas al 23 de julio de 2023, justo al día siguiente de la debacle del 28-M, le volvió a apuntalar: contra los vaticinios de todas las encuestas, se embolsó un millón de votos más y aguantó el Gobierno, el único capital político e institucional de valor que restaba a un PSOE tremendamente débil en los territorios.

La autoridad de Sánchez despuntó con su victoria en las primarias de 2017 y se reforzó tras su llegada a la Moncloa, sus triunfos electorales y la salvación del Gobierno tras el 23-J

El poder de Sánchez en el Ejecutivo y en su partido es total. Sin embargo, no chirría puertas adentro. Y se asume en el PSOE que eso no cambiará. Porque él es así. Y porque es lo que mandan los tiempos. "Hay decisiones que se toman en soledad, ajenas a presiones. Y por eso uno se aísla. Pero Pedro siempre hace ronda con algunas personas, pregunta qué opinas. Si esta vez no lo hizo fue porque era un tema personal. No hubo teatro ni pantomima", remarca una responsable que lo conoce muy bien y que le ha apoyado desde muy cerca desde 2014, desde sus primeras primarias, las que ganó aupado, entonces sí, por los aparatos regionales.

"Determinadas decisiones las toma en solitario, como hemos visto, pero otras las consulta con el equipo más cercano. Como hacen los líderes de equipos y de formaciones de todo tipo. Ni más ni menos. El PSOE no es un partido asambleario", señala una baronesa autonómica, que pide acordarse de lo que sucedía cuando quienes dirigían el partido eran Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. La autoridad de ambos también incuestionable. Con diferencias. Como recuerdan los veteranos, con González el comité federal, el máximo órgano de dirección, tenía mucho poder: sus reuniones se prolongaban durante dos días y los debates eran duros e intensos. Con Zapatero se acentuó el presidencialismo del líder y con Sánchez se ha llegado a un nuevo estadio, facilitado por las características de su elección, por su poder de origen: las bases. "Lo cierto es que toda la política española camina a los liderazgos personales. No solo en el PSOE. Todos", resuelve un presidente autonómico.

En el partido recuerdan que el PSOE no es un partido asambleario y que a fin de cuentas la política española camina hacia los "liderazgos personales" en todos los partidos

Pero si no se verbalizan más dudas se debe también, advierte una responsable con muchos años de carné, al "miedo". Por la autoridad del líder y, sobre todo, porque el partido se juega mucho en las elecciones catalanas del 12 de mayo y en las europeas del 9 de junio. Será tras ambas citas cuando el PSOE volverá a sentarse en el diván si los resultados no han sido óptimos. Para los comicios del próximo domingo se espera una victoria rotunda —"amplia", pidió Sánchez este sábado desde Montmeló— de Salvador Illa, el candidato del PSC. Pero los del 9-J son más delicados para los socialistas.

España no es única

El hiperliderazgo, no obstante, no es un atributo exclusivo de Sánchez. Ni mucho menos, recuerdan los expertos. "Menos en el PNV, que tiene consolidada su bicefalia, es una cualidad del resto de partidos. Sumar es el partido de Yolanda Díaz. El PP es de Alberto Núñez Feijóo, con la sombra de Isabel Díaz Ayuso. Vox es Santiago Abascal", explica Cristina Monge, politóloga de la Universidad de Zaragoza y presidenta de la organización política ciudadana +Democracia.

La politóloga Cristina Monge recuerda que la 'democracia de audiencia' se agudizó tras la crisis de 2008, a partir de la cual los partidos entraron en decadencia a favor de sus líderes

Y España, claro, no es una isla. La personificación de la política se ha importado de Estados Unidos, recuerda Jordi Sarrión-Carbonell, consultor de comunicación política y periodista. Pero la moda es global. Monge alude a lo que el politólogo francés Bernard Manin llamó democracia de audiencia, un fenómeno que se comienza a observar a finales del siglo XX y principios del XXI: el político prefiere hablar de manera directa a los ciudadanos —como hizo Sánchez con su carta del 24 de abril—, y entonces las estructuras de partido se van erosionando, los círculos de confianza son cada vez más estrechos y las decisiones se adoptan de manera más solitaria.

"En Francia, por ejemplo, tenemos el hiperliderazgo de Emmanuel Macron. Esta transformación tiene más que ver con la pérdida de confianza en los partidos, que en Europa se agudiza mucho con la crisis económica de 2008. Un dato —apunta Monge—: en los últimos 15 años ninguna fuerza política nueva en Europa lleva la palabra partido. Sea de izquierdas o de derechas. Los partidos se niegan a sí mismos, porque su figura está desprestigiada, y entonces el partido se sustituye por la persona. La gente no confía tanto en las siglas como una persona. Los partidos entran en decadencia mientras que los hiperliderazgos tienen éxito".

La politóloga Cristina Monge interviene durante un acto de legado a la Caja de las Letras, en la sede del Instituto Cervantes, el 8 de marzo de 2023, en Madrid. EUROPA PRESS | DIEGO RADAMÉS

Pablo Simón, politólogo y profesor titular en la Universidad Carlos III de Madrid, coincide en que hay un elemento estructural, de "concentración creciente del poder en los líderes, en detrimento de la ideología". Es decir, que existe una tendencia universal a la presidencialización de las democracias, porque "los ciudadanos tiran del atajo personal para formarse la decisión sobre qué votar". "Pero en el PSOE se suma un elemento añadido, y son las primarias, que otorgan un enorme poder al líder. Él es el único que realmente tiene poder, frente a unas estructuras intermedias arrasadas. Ahí la personalización es todavía superior". Monge tiene dudas: "No me atrevo a decir que las primarias no fomentan esos hiperliderazgos, pero Macron no fue elegido por esa vía. Es cierto que fomentan el conmigo o contra mí, pero diría que este tipo de liderazgos absolutos es una señal de los tiempos. Las primarias ayudan, pero no hay esa relación causa-efecto".

Pablo Simón, politólogo, cree que en el PSOE han sido claves las primarias, que han otorgado un poder inmenso al líder, frente a unas estructuras intermedias "arrasadas", más tras el 28-M

Lo que resulta evidente a ojos de todos es que cuando un líder se halla más reforzado, cuando solo está él, la toma de decisiones es más solitaria. Es una consecuencia directa de ese presidencialismo. "Lo que ocurre es que cuando todo gira en torno a la personalidad de un líder —apunta Simón—, no hay manera de analizar incentivos racionales, sino el estado de ánimo de la persona. ¿En qué estructura normal, como una empresa, se permitiría que una persona tomara una decisión unilateral sobre el destino de su compañía? El problema es que no hay una estructura colegiada y que en el caso del PSOE no hay barones con peso ni un comité federal que actúe de contrapoder". Sarrión-Carbonell cree también que en el caso de Sánchez concurre su propio yo, su desconfianza natural que se manifiesta en la configuración de un equipo cercano muy pequeño. "Un partido debe funcionar bajo la premisa de la confianza, pero también el grado de cainismo de la política española es tal que entiendo el miedo de verse acorralado hasta por los suyos", sostiene.

"Cuando te vas acostumbrando a tomar decisiones por ti solo —observa Monge—, tiendes a reducir más tu círculo. Y luego hay que añadir la personalidad de cada cual. En todos los casos, la tendencia es muy equiparable. Es la soledad del líder. Y hay que tener en cuenta que hoy afrontan muchos retos muy difíciles en un tiempo vertiginoso, como sucedió con la pandemia". La politóloga de la Universidad de Zaragoza no tiene claro si el devenir de los acontecimientos hubiera sido muy distinto en caso de que Sánchez hubiera consultado con sus dirigentes próximos, pero advierte de que si él lo concebía como "una debilidad personal", entonces interpretaba que "no debía socializarlo con nadie".

¿Tendrá penalización electoral?

La gran pregunta, que también se hace el PSOE, es si esta minicrisis de cinco días tendrá un impacto electoral positivo. En el partido creen que sí porque ayudará en las catalanas —la cúpula del PSC sí observa una mayor animación de sus bases— y, de paso, en las europeas. Distintos mandos señalan que el golpe en la mesa del presidente facilitará la concentración del voto de la izquierda en torno al PSOE, aunque eso ahonde la debilidad de Sumar, en este caso no tan relevante, explican, porque no se juega un Gobierno.

Para el consultor Jordi Sarrión-Carbonell, Sánchez ha visto la oportunidad de comerse al electorado de Sumar y no cree que sufra castigo por la memoria frágil de los votantes

Simón cree igualmente que la jugada servirá a Sánchez para arañar papeletas a su izquierda. Y lo mismo opina Sarrión-Carbonell. "Lo que hace el presidente es ver una oportunidad de comerse al electorado de Sumar, aunque es una estrategia arriesgada porque pueden no darle los números después, en las generales". Este consultor valenciano no cree que la maniobra pueda acabar penalizándole en una parte de los votantes. Precisamente por la liquidez de la política. "Como dice la politóloga Diana Rubio, tenemos memoria Dory [el olvidadizo pez cirujano azul de Buscando a Nemo], una memoria muy frágil. Sánchez ha pegado un volantazo en su discurso y veremos si se queda ahí o hay una serie de propuestas concretas de regeneración democrática. Pero tras la cantidad de sus giros de guion, me sorprendería que este le castigase electoralmente. Él lo que ha hecho es meter otro triple que le da oxígeno y le hace vivir unos meses. Ha girado el debate y ha ganado tiempo. Le hemos dado por muerto muchas veces y ha demostrado tener balas en la recámara". Otro efecto conseguido, estima Sarrión-Carbonell, es profundizar en la "humanización del personaje", que tanto explotó su equipo en las generales del 23-J. Y le funcionó.

Para Simón, sin embargo, no es tan evidente el rédito electoral de la operación, porque "la mayor parte de la población no ha entendido qué ha pasado". "El roto en términos reputacionales existe. ¿Qué imagen proyectas al conjunto del mundo si dejas a una democracia tan importante en Europa en stand by. Creo que no ha medido bien. Es una irresponsabilidad, se mire por donde se mire, y ha perdido el crédito para un montón de gente". Monge tampoco es capaz de adelantar el impacto electoral, por la misma razón, porque "no se acaba de comprender bien qué ha ocurrido". "Viéndole incluso el lunes todavía abatido, tiendo a pensar que es un asunto personal. Si es una jugada política, está claro que está muy mal calculada, porque no he visto a nadie que la alabe. Si es estrategia pura, es fallida. Si mete 10 medidas de regeneración democrática en poco tiempo, resultará creíble. Pero no parece que haya por ahora ningún plan".

El politólogo Pablo Simón asiste a la 14º edición de los premios MADO (Madrid Orgullo), en la terraza Bocanegra, el 26 de junio de 2023, en Madrid. EUROPA PRESS | A. PÉREZ MECA

El problema de los hiperliderazgos es la articulación de la sucesión. "Cuando el líder desaparece, llegan curvas siempre. Acordémonos de lo que ocurrió cuando se fueron González y Zapatero", advierte Monge. "Lo que ocurre", continúa, "es que a la crisis típica de todo partido que se enfrenta al relevo del líder se suma que no hay ni los más mínimos resortes para hacerle frente". La ventaja del PSOE frente a otros partidos más jóvenes, como Podemos o Ciudadanos, es que cuenta con estructuras más asentadas y con una enorme capilaridad en el territorio. Su "resistencia", puesta a prueba durante sus 145 años de vida —cumplidos el pasado 2 de mayo—, es mayor.

El PSOE debería inquietarse por su futuro, cree Simón, puesto que cuando Sánchez salga de escena, el partido en su conjunto se enfrentará a una de las circunstancias "más delicadas de su historia". "Vive en un espejismo: no es consciente de lo débil que está, igual que el PP no es consciente de lo fuerte que está. Lo que sucede es que el Gobierno de España tiene una capacidad de irradiación muy grande, pero lo que afecta a la vida del ciudadano es más su Gobierno autonómico. Además, cada vez que Sánchez se apoye más en los partidos nacionalistas e independentistas más difícil tendrán sus barones poder gobernar, porque tendrán el viento muy en contra, salvo en Euskadi y quizá Cataluña. Pero estos cinco días han demostrado que lo más importante para él es él. Ha demostrado que no piensa en su partido". Simón retorna al problema de origen: "El PSOE siempre ha sido un partido muy darwinista, muy apegado al terreno, cada PSOE tenía un acento diferente en el territorio. Pero ahora, al haber sido arrasado en las comunidades y en las ciudades, no hay contrapoderes, no hay nadie que marque un acento propio".

Los partidos sufren cuando llega el momento del relevo, pero los expertos creen que en el PSOE el trauma puede ser mayor por su debilidad territorial y la omnipresencia de Sánchez. A su favor, la resistencia de sus estructuras

Sarrión-Carbonell encuentra el hiperliderazgo de Sánchez como un "arma de doble filo". Pero, en el fondo, es la tesis sostenida por todos. Por un lado, el presidente tiene un "liderazgo incuestionable" no solo en el PSOE, sino en el conjunto de la izquierda, pero a cambio su partido depende totalmente de él y está, tras las autonómicas y municipales del 28-M, totalmente debilitado. "Será capaz de cohesionar a los diferentes sectores de la izquierda y a su partido mientras gane, pero la debilidad es visible: ¿qué será del PSOE cuando él ya no esté?".

Esa es la pregunta que recorrerá el PSOE en los próximos años. Cómo sobrevivir a Sánchez. Cómo ir construyendo el postsanchismo. Cómo revisar el modelo de partido. Por ahora, no habrá respuestas. "Alfonso Guerra —sostiene un curtido dirigente, totalmente alineado con Ferraz— dijo aquello de que las primarias son la muerte del PSOE. Tienen coste interno y son un sistema ajeno a la dinámica del partido. Pero a ver quién le dice a los militantes que no elijan a su líder. Y sí, no hay contrapoderes, pero el partido estaba muerto cuando él cogió las riendas. Sacó el partido hacia delante, ha ido acertando en las decisiones que ha ido tomando. El 29 de mayo de hace un año estábamos en shock y convocó las generales. Nos salvó". La duda es si el último movimiento en el tablero servirá al PSOE para ganar de nuevo la partida —esta vez, la de las europeas—, cuando todo parecía perdido.