El presidente del Gobierno cerró este miércoles el curso político con una comparecencia plagada de autobombo. Hizo esperar a los periodistas algo más de una hora porque la medidas económicas todavía se discutían a las 12 del mediodía, hora a la que se les había convocado. Es lo que tiene gobernar en coalición, y más aún cuando a tu lado tienes a una ministra como Yolanda Díaz, dispuesta siempre a colgarse todas las medallas.

Resumo las medidas que ya hemos desgranados en otras páginas. Se mantienen las ayudas al transporte público, y los productos básicos seguirán con un IVA del 0%. Se suspenden los desahucios para familias vulnerables y se confirma la subida de pensiones para 2024 en el 3,8%. El IVA de la electricidad y el gas pasará del 5% al 10% durante el primer semestre. No lo dijo, pero seguramente estas dos energías volverán a su IVA de antes de la crisis en la segunda mitad del año. La novedad fue que los impuestos especiales a bancos y energéticas se convertirán en permanentes, con la salvedad de que éstas últimas podrán aplicar una deducción en sus inversiones en renovables. A esto se opone la ministra de Trabajo porque le parece un regalo.

Cuando se presenta un paquete de medidas, además de enumerarlas, el Gobierno debería decir qué coste van a tener y cuál será su impacto en la inflación. Pero eso Pedro Sánchez no lo dijo. Tan sólo se dedicó a enmarcar sus recetas en el fortalecimiento del Estado de bienestar, a diferencia de lo que hizo el PP con la crisis en 2008. Vuelve el presidente a olvidar que los recortes más importantes tras la caída de Lehman Brothers los puso en marcha su compañero y ahora también aliado Rodríguez Zapatero.

El balance del presidente estuvo plagado de autobombo. Pero, lo peor de todo, es que no se refirió ni una sola vez al tema político del año: la amnistía

En fin, un poco de demagogia no debe sorprendernos en este tipo de comparecencias. Pero en el caso de Sánchez, su tendencia al autohalago no conoce límites. Desde luego, lo que no hizo fue una autoevaluación honesta de su gestión, que ha estado muy condicionada por la llegada de fondos Next Generation y que, a pesar de todo, no ha logrado sacar a España del furgón de cola del desempleo. Olvidó también referirse a que la previsión de crecimiento para el próximo año es casi la mitad que este ejercicio y que la UE será inflexible a la hora de exigir el cumplimiento de los requisitos fiscales. Pero eso, ¿a quién le importa?

Sin embargo, lo peor no fue esa valoración autocomplaciente de la situación económica, sino que en toda su intervención no se refirió ni una sola vez al tema político más importante del año: la concesión de la amnistía a Carles Puigdemont y al resto de condenados del procés. Entiendo que no le guste que le recuerden esta cesión a cambio de siete votos, sobre todo cuando él había negado que lo haría, pero en un balance también hay que hablar de los pasivos. Ocultarlos es lo que suelen hacer los tramposos.

Por supuesto tampoco habló del pacto con EH Bildu, que este 28 de diciembre se concreta en arrebatarle a UPN la alcaldía de Pamplona. Debió de parecerle un tema menor.

Yo esperaba que en el turno de preguntas los periodistas asaetearan al presidente con estas y otras cuestiones. Hubo un tiempo en el que los plumillas presumían de poner en aprietos al poder. Pero no, el menú fue tan variado como poco interesante, probablemente debido a la selección de los preguntadores, realizada por una funcionaria de Moncloa. Hubo una periodista que incluso agradeció al presidente la rueda de prensa. No sé dónde estaban ayer los curritos de ese 90% de los medios que, según el presidente, están al servicio de la derecha.

En fin, todo un poco decepcionante. Eso sí, el presidente dejó en suspense quién será el sustituto o sustituta de Nadia Calviño y si habrá o no alguna que otra sorpresa. Eso lo dejó Sánchez para el viernes, como si las medidas de ayer fueran tan sólo el macguffin de lo realmente importante.

Concluida la rueda de prensa, supimos que la ex ministra de Transportes, Raquel Sánchez, será la nueva presidenta de Paradores y que su anterior presidente, Pedro Saura, ocupará a partir de ahora la presidencia de Correos. En el equipo del presidente todos valen para un roto y para un descosido. Me quedo preocupado por el futuro de José Manuel Serrano.