El viernes, en una reunión en Galicia con algunos periodistas, Ñúñez Feijóo hizo unos comentarios que van a marcar la recta final de las elecciones a la Xunta y, probablemente, la agenda política nacional hasta las europeas.

La confesión fue off the record y los periodistas que asistieron al encuentro lo respetaron. Sin embargo, la bomba informativa era de tal calibre que fue imposible frenar la revelación del secreto sobre la fuente.

En resumen, el presidente del PP dijo tres cosas: que Junts le ofreció votar a favor de su investidura si aceptaba la amnistía y que el PP estudió la oferta, pero la rechazó en 24 horas por "inconstitucional"; que será difícil que se demuestre judicialmente la acusación de terrorismo contra Puigdemont, y tercera, y más importante, que si gobierna indultaría al líder independentista si este se somete a la Justicia y a la Constitución.

Algunos periódicos (entre ellos El Independiente) publicaron la información pasadas las 23 horas del sábado. La noticia recorrió las redes sociales a velocidad de vértigo, así como los comentarios de incredulidad ante lo que parecía un cambio de guión sorprendente. Cómo sería la cosa, que a las 00:18 del domingo, desde la oficina de prensa del PP, se lanzó una nota aclaratoria en la que el primer punto reza: "El PP nunca indultaría a una persona acusada por cualquier delito que no mostrara arrepentimiento por sus actos ni mostrara propósito de enmienda".

Pero el incendio ya era imposible de sofocar.

¿Cómo explicar que Feijóo lance ese misil a ocho días de las elecciones en Galicia? Siendo conscientes del peligro que representaría una subida de Vox -lo reconoce el propio PP- para lograr la mayoría absoluta, ¿por qué se le da esa baza electoral? ¿Cómo, en pleno debate sobre la ley de amnistía, con dos jueces apuntando dos graves delitos (terrorismo y traición) al ex presidente de la Generalitat, se habla de indulto, aunque sea condicionado?

Es realmente difícil de explicar. Sólo se me ocurre una hipótesis.

Todo hace pensar que Feijóo ha preferido adelantarse a la amenaza de Puigdemont de contar "todo" sobre la negociación con el PP

Un día antes de esa reunión con periodistas, cuando la votación abrumadora de la Junta de Fiscales del Supremo se inclinó por investigar a Puigdemont por terrorismo, este lanzó una carta abierta en la que arremetía contra el PP, argumentando que si Junts hubiera apoyado la investidura de Feijóo los jueces no estarían actuando de esa manera. Y amenazaba: "Todo se sabrá".

Da la impresión de que los contactos del PP con Junts del pasado verano, tras las elecciones del 23-J, no fueron sólo unos escarceos inofensivos a iniciativa de su portavoz en el Ayuntamiento de Barcelona, Daniel Sirera. No sólo eso. Da la impresión de que las declaraciones de Elías Bendodo (vicesecretario de Política Autonómica del PP) hace dos días en Barcelona, defendiendo los contactos con Junts, muestran que esa puerta todavía sigue abierta.

Si las cosas son como parecen (si tiene cuatro patas, cola y ladra, es que es un perro) la conversación de Feijóo, el titular que dejó a los periodistas, trataría de amortiguar que Puigdemont cumpliera su amenaza y revelase aspectos de la negociación con el PP que podrían inhabilitar la estrategia de confrontación total contra Pedro Sánchez por sus cesiones ante Junts. Es decir, que sería lo que en comunicación se conoce como una operación de control de daños preventiva.

Arriesgada jugada. Si Alfonso Rueda logra la mayoría absoluta el próximo domingo, la confesión de Feijóo no habrá tenido efectos letales. Luego, eso daría cierto margen de maniobra al líder del PP para explorar nuevas vías con Junts. Pero si el PP cae por debajo de los 38 escaños, una parte de la culpa recaería directamente sobre el presidente del partido. Algunas voces le culparán a él directamente de la derrota.

Un movimiento, pues, de máximo riesgo. Y eso que aún no sabemos qué cartas tiene Puigdemont en la manga.