Las convicciones casi nunca son más fuertes que la necesidad de ingresar una nómina, así que los socialistas catalanes observan estos días las negociaciones sobre la Ley de Amnistía -que se aprobará la próxima semana- con el corazón en un puño. El texto garantizará que Pedro Sánchez se mantenga en Moncloa y seguramente que pueda aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Eso servirá a los numerarios del PSOE S.A. -la rama donde se hacen los negocios- para mantener sus asientos en los organismos y empresas públicas más relevantes, lo cual no es poca cosa, dado que nunca viene mal un salario anual de seis cifras para alimentar a la prole y tapar agujeros. Ahora bien, no todo son buenas noticias para Salvador Illa y los suyos.

Cierto es que lo lógico cuando se llega a la cima vital es que todo, con el tiempo, comience a decaer. El PSC ha salido especialmente beneficiado en ese reparto durante los últimos años. Ya se sabe: una cosa es defender el sector público y otra cosa es no querer sacar provecho de su existencia. Así que casi cualquier socialista catalán con ciertos conocimientos de economía o de números ha encontrado -o mantenido- un buen acomodo en los últimos años. La cantidad de ‘colocados’ es sorprendente: Maurici Lucena presta servicio en AENA, Marc Murtra, en Indra, Raül Blanco en RENFE, Alejandro Colldeflors, en el Consorcio Español de Alta Velocidad Meca-Medina, Antonio Llardén y José Montilla en la ‘participada’ Enagás.

En Hispasat prestaba su servicio hasta hace no mucho tiempo Jordi Hereu, a quien el PSC colocó en el Ministerio de Industria por cuota, peo también con la esperanza de que María Jesús Montero dejara escapar la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, aunque no tiene pinta de que caiga esa breva. Sea como sea, no se puede decir que ningún socialista catalán que supiera las reglas matemáticas básicas y tuviera mano izquierda en las reuniones haya pasado dificultades durante estos años.

Albert Batet, el 'valido' de Puigdemont

La Ley de Amnistía permitirá a Sánchez seguir en Moncloa y eso significa que el PSOE mantendrá su tutelaje sobre las empresas públicas. Eso sí, entra dentro de la lógica que en el PSC haya cundido cierta sensación de agobio al comprobar el espaldarazo que supondrá para Junts la vuelta de Carles Puigdemont a España, siete años después. 

Había que ser muy primo para pensar que el principal beneficiario de esta norma iba a boicotearla y a permitir que España fuese a elecciones de nuevo. ¿Acaso hay alguien más interesado en esta ley que el líder de Junts? Waterloo merece una visita de una mañana y a lo mejor un menú del día, pero sus verdes praderas no son igual que atractivas que la costa gerundense, del mismo modo que su cielo gris no mantiene la moral de la misma manera que el brillante sol ibérico, suavizado por la brisa costeña. La amnistía permitirá regresar a Cataluña a Puigdemont y a Pedro Sánchez mantenerse en la Moncloa. Un win-win de manual. ¿El resto de lo que hemos escuchado durante estas semanas? Paripé, filibusterismo y mentiras más o menos obscenas.

Prueba de que Junts estaba allanando el terreno para la vuelta de su líder supremo es que desde hace unos meses Puigdemont había situado como valido en Cataluña a Albert Batet. No sólo en el Parlament, sino también en lo que tiene que ver con el panorama empresarial e industrial. Cuentan fuentes económicas de esta comunidad autónoma que algunos de los grandes prebostes de los distintos sectores de esta región se han reunido con Batet en los últimos meses para hablar del presente y, sobre todo, del futuro.

Es curiosa la figura de este político, de barba blanca, figura oronda y acento cerrado. Es quizás el hombre de más confianza de Puigdemont y la voz que suena más alto en el grupo parlamentario en Cataluña. No teme el enfrentamiento con los constitucionalistas, pero tampoco con los independentistas y, en especial, con Pere Aragonès, a quien le ha llegado a desesperar, según han destacado algunas crónicas.

Su nombre y su apellido aparecían en los papeles de la agencia Método 3, en dos facturas -fechadas en 2010- de 899,07 y 1.770 euros, por las que la CUP -ha leído bien, la CUP- encargaron presuntamente a esta empresa que les proporcionara toda la información sobre este sujeto. Transmitió durante muchos años el pujolismo el mensaje de que en Cataluña se ataba a los perros con longaniza, pero sucesos como éste se empeñan una y otra vez en desmentir esa afirmación.

E Illa se fue a Roma a ver al papa...

No es difícil deducir que en Junts están eufóricos con la vuelta de su líder y con el perdón de los pecados de sus subalternos; e incluso este jueves vaticinaban que serán en julio cuando el ‘molt honorable president en el exili’ vuelva a pisar su tierra. Con las elecciones autonómicas a unos cuantos meses vista, no sería de extrañar que Junts mejorara ostensiblemente sus resultados; seguramente, en detrimento de ERC, a la que no le queda más remedio que aceptar estos sucesos, pero que tiene claro que, pase lo que pase, se la va a pegar.

Las noticias tampoco son buenas para el PSC. Quizás por eso ha aprovechado Salvador Illa este jueves para ir a ver al Santo Padre a Roma. Entre la amenaza de Puigdemont -que no renuncia a la vía unilateral- y la de las corruptelas e ineficiencias relacionadas con las mascarillas, no parece que sean buenos tiempos para este político, de figura espigada, gafas de profesor de Filosofía de derechas y estilo de conductor de funeraria. A lo mejor ha pedido al papa que le rocíe con agua bendita ante los pájaros de mal agüero que le rondan.

Quién lo iba a decir… hace unos meses parecía la figura más emergente en el socialismo patrio, pero ahora, con las investigaciones abiertas sobre la gestión de la pandemia y, sobre todo, con la Ley de Amnistía y el efecto que eso ha generado en el PSC, parece más pequeño que nunca. La política es así… un día eres imprescindible y, al siguiente, hueles a cadáver. Un día controlas el business… y, al siguiente, estás rogando a tu señorito por un puesto en una fundación.