Ahora es Naturgy, y yo creo que como Sánchez siga así vamos a volver a ver el edificio de la Telefónica como esa cosa estatal entre ministerio, monumento nacional y buque hospital de la Armada que fue una vez. El Estado está volviendo a entrar en las compañías que empezó a privatizar no la derechona, sino Felipe González, que nos quería meter en la modernidad y en Europa a base de ir montando el pelotazo nacional y desmontando los grandes empresones nacionales o mitológicos de Franco. Estos empresones tenían arquitectura y misión sagradas, como nuestras catedrales, y albergaban a los legendarios empleados fijos, que eran como funcionarios curas o curas funcionarios (el empleado de la Telefónica tenía algo de empleado de un Vaticano que conectaba realmente con Dios por centralita). Después de levantar a Franco del Valle de los Caídos como de su mesa camilla de mármol, Sánchez puede volver franquistas de nuevo toda la Gran Vía y todos los polígonos industriales, que quizá lo siguiente será devolver a la SEAT la gloria nacional del Seiscientos con monja. 

Con las privatizaciones echamos de los empresones a los curas de Franco y a los ascensoristas de Franco, que eran como ángeles aburridos del régimen, subiendo y bajando todo el día las almas de los señorones y señoronas lúgubres que merendaban en El Pardo. Los echamos, decía, para que entrara el capitalismo europeo del dinero o el capitalismo español del amigote, que la primera obsesión del PSOE fue hacernos, sobre todo, capitalistas, capitalistas de verdad, capitalistas del beneficio desnudo, no de almas desnudas ni de santos desnudos. Pero aquel PSOE de Solchaga y Guerra, que quería compatibilizar el dinero y la ortodoxia, o sea el socialismo y la modernidad, ya no es este PSOE de Sánchez. Yo creo que Sánchez quiere volver a tener unos empresones de Franco, una Gran Vía de Franco, un país de Franco y unas merendolas de Franco, y hasta tiene a una ministra, Teresa Ribera, que ya va mirando empresas como si fueran pazos para hacerlas nacionales y familiares y ponerles un oratorio con agüita bendita sanchista.

Naturgy es estratégica, y ahí va a entrar Sánchez, entrampándonos todavía más si hace falta, antes de que se lleven nuestro sol, nuestras margaritas y nuestras mariposas los de Emiratos

Telefónica es estratégica, y ahí ha entrado Sánchez aunque todavía no haya puesto su retrato en el edificio de la Gran Vía, que ahora está entre auditorio, pinacoteca y Primark de móviles. Naturgy es estratégica, y ahí va a entrar Sánchez, entrampándonos todavía más si hace falta, antes de que se lleven nuestro sol, nuestras margaritas y nuestras mariposas los de Emiratos (parece que se los fuera a llevar desde allí, como pelucos, nuestro Emérito, que toda la operación fuera una venganza del Emérito, ya aclimatado, aturbantado y maleado allí, como un emir malvado de cuento). Pero la verdad es que aquí, que somos pequeños, dependientes y menesterosos, que no podemos ni respirar sin Europa y no podemos ni pescar sin Marruecos, estratégico es casi todo. Aún más para Sánchez, que ya sabemos que estratégicos para él son igual la Fiscalía que Broncano, el CIS que Madrid (María Jesús Montero, incluso desde la Feria de Sevilla, con la flor caída como una gitana de buenaventura, se enzarza con Ayuso precisamente porque no hay nada más estratégico ahora para Sánchez que la presidenta madrileña). La verdad es que todo es estratégico para el que es infinitamente ambicioso y temeroso.

Telefónica y la Gran Vía son poco; Naturgy y nuestras colinas con aerogeneradores, nacionales ya siquiera por cervantinos, son poco. Como son poco la Fiscalía, el Poder Judicial, la agencia EFE, RTVE, Indra o el Tribunal de Cuentas. Todo esto es poco, y yo ya no pensaría sólo en empresones tecnológicos o metalúrgicos, sino en empresones heráldicos, como los naipes de don Heraclio Fournier, los jamones de Joselito o las muñecas de Famosa. Yo creo que todo es poco para Sánchez y todo es útil para Sánchez, que además compra las acciones, los votos y hasta las fachadas con dinero del españolito. Si no fuera por esto, y porque todo hay que repartirlo al final con los socios, se trataría de una OPA entera de Sánchez a España, que a ver quién nos rescata de eso.

Ahora es Naturgy, que suena a secta de veganos o a clínica de adelgazamiento pero por lo visto es lo más estratégico que tenemos aquí desde el fichaje de Koldo por Ábalos. Pronto, sin duda, será otra empresa, otra administración u otro templo, que si no nos los quitan los de Emiratos nos los puede quitar la derechona y eso es todavía peor. Todo es estratégico, que es otra manera de decir que Sánchez se va haciendo con todo el Estado y todo el país como con toda la Gran Vía de Franco o del Monopoly. Ahora tendremos empresones de Sánchez, llenos de curas de Sánchez y de ascensoristas de Sánchez, que son como los ángeles aburridos del régimen, subiendo y bajando todo el día las almas de los comisionistas lúgubres que meriendan en los ministerios. Una Gran Vía de Sánchez es nada, que pronto tendremos pantanos de Sánchez, salmones de Sánchez y cinco duros de Sánchez.