Donald Trump, hecho entero de mantequilla de cacahuete y dólares de asalto al tren, humilló en el Despacho Oval a Zelenski, el último de los héroes. Al recibir al presidente ucraniano, que va de jerseicillo y molla no porque venga a pintarle a Trump su despachito de nata, sino como alegoría de la resistencia, el Pocero Atómico ya le dijo “hoy viene elegante”, tomándolo por un pastor de cabras.

Después, entre risitas de desprecio y superioridad, Trump y Vance le hicieron a Zelenski el bullying de los institutos americanos, como si fuera Steve Urkel. La Casa Blanca está tomada por paletos matones, creacionistas con peto y analfabetos planetarios que ya no quieren ser los guías del “mundo libre”, sino encender cruces, sacar contratos, palear dinero y que les laman la bota de serpiente. Están obsesionados con el respeto y la jerarquía, no como los líderes sino como los inseguros o los gánsteres. El Despacho Oval lo tienen por un lugar sagrado aunque haya visto esclavistas, cazas de brujas, mafiosos y mamadas. Pero lo que no había visto seguro hasta ahora es a un presidente americano tan despiadado con el aliado débil y tan dócil con el brutal enemigo histórico.

Zelenski, con traje de faena no de la puta mili sino de la puta guerra, no un pasota sino un héroe (lo es desde que decidió quedarse en vez de largarse, uniendo su destino al de su país), se diría que provocó en Trump y Vance una reacción de consuegras más que de gobernantes. Tenían el presidente y el vicepresidente algo de cuñadas de Homer Simpson, condenando a la humillación despatarrados desde el tresillo, con una suficiencia desmentida por la amargura. En este caso la falta de respeto sólo es una justificación para la humillación, que ya había empezado antes, con Trump recibiendo a Zelenski como al deshollinador. De todas formas, olvidamos que todo en Trump, como en Sánchez, es instrumental. No se trata del respeto, ni de la paz, ni siquiera del ego, aunque ese ego le tire un poco del pernil, igual que a Sánchez. Se trata de conveniencia. Sánchez no le exige ni respeto ni nada a Bildu, y Trump no le exige ni respeto ni nada a Putin. Ya es cuestión de habilidad propia o de credulidad ajena hacer creer que se puede ser un fiero macho alfa ante el que te viene en mono o sin gafas (Zelenski o Feijóo) y un dócil macho beta ante el que te tiene acojonado o comprado (Putin o Puigdemont).

Zelenski no mancilló el Despacho Oval, por otra parte lleno ya de sangre, mentiras y pesetones. No lo hizo por no ponerse traje ni por intentar explicar que no hay que fiarse de Putin delante de estos ignorantes con biblia repujada de balas y gorra de Leticia Sabater (no hay etiqueta presidencial para Elon Musk, al que le falta sólo entrar en la Casa Blanca con el pantalón cagado y la tabla de skate). Yo creo que la Casa Blanca ya sabía que Zelenski no iba a entregar ni su tierra cotidiana ni sus tierras raras, que para eso se las entregaría directamente a Putin, sin tener que ir a hacer reverencias zapatonas a Ronald McDonald. Para rendirse a Putin no hace falta Trump, y lo que propone Trump es rendirse a Putin pero llevándose él también tajada. Trump no busca paz sino negocio, pero ese negocio no lo ve uno demasiado claro tampoco, al menos si ese negocio depende de Zelenski. El único negocio, un negocio global y terrorífico, sería ser esbirro de Putin y cobrar por ello en especie, en tierras raras, en caviar o en ajedrecistas lánguidas. Quizá Trump tenía pensado humillar a Zelenski para que, sin moral, sin esperanza y arrastrando sus botas de deshollinador, se rinda ante Putin antes que rendirse ante el que lo trató como un colillero.

El único negocio, un negocio global y terrorífico, sería ser esbirro de Putin y cobrar por ello en especie, en tierras raras, en caviar o en ajedrecistas lánguidas"

Ya ven, resulta que lo de Zelenski fue una falta de respeto al Despacho Oval, a la presidencia, a los americanos, al águila calva como un águila ratonera de países. Por supuesto, estas sacralidades también son relativas o instrumentales, porque el Capitolio fue violado como por machos cabríos, animados por el propio Trump, y a nuestro Pocero Atómico eso le pareció algo así como una batalla bíblica, un Armagedón liderado por los Village People. Desde luego, a quien no le piden respeto, ni nada, es a Putin, que podría colarse por el Despacho Oval, o por Polonia, despechugado y con orejeras, aunque a lo mejor se cuela antes así Musk. Putin se lo pasa en grande viendo cómo todas sus fantasías se hacen realidad, o sea una Europa indefensa ante sus ambiciones de zarina de volver a la Gran Rusia, o de ir más allá, y unos Estados Unidos borrados del mapa de las naciones democráticas, eso que antes sólo salía en las distopías. Sí, el que fuera líder del mundo no sólo va camino de una dictadura de meapilas y cowboys con banjo o birimbao, sino que ahora se le puede comprar por cargamentos de minerales, de vodka o de “Natashas putrefactas”, que creo que decía Umbral.

Donald Trump, el Pocero Atómico, yo ya voy dudando de que haya calibrado bien, con su americana confusión de pesas y medidas, de dinero y progreso, de pureza y fanatismo, de fuerza y razón, lo que está haciendo. De momento, Europa se va espabilando, Macron ya no parece que monta sólo tés de muñecas, Alemania está a punto de recordar de qué es capaz, y hasta el Reino Unido se diría que vuelve a ser Europa, no habiéndolo sido nunca del todo (Starmer y Zelenski se abrazaban como dos penínsulas cercanas). Trump puede unir Europa cuando ya nadie creía en Europa, y puede desfondar a la ultraderecha cuando más peligrosa se había vuelto.

Incluso lo de “bases fuera” podría estar más cerca que cuando Ana Belén cantaba en la Casa de Campo entre palomas emporradas y botellines rotos. Siempre hay una fuerza moral que surge ante los que no tienen moral, y suele ser temible. Fíjense que aquí ya estamos patrióticos, beethovenianos o carolingios, mientras que Trump, macho más beta que alfa, y sus trumperos, aún más estúpidos que fanáticos o que ricos, todavía no tienen ni tierras raras ni ajedrecistas en patines. A ver si, como lo de Sánchez, al final lo de Trump no va a ser tan buen negocio.