Cuando el reloj marcaba las 18:09 horas, del día 8 de mayo de 2025, la vieja y legendaria chimenea vaticana empezó a vomitar un humo blanco inconfundible con un mensaje claro y expreso: los cardenales participantes en el cónclave acababan de elegir al nuevo Papa de la Iglesia católica, que hace el número 267 en la historia del papado. Como más de un vaticanista preveía, la elección resultó positiva a la cuarta votación. A las 19:12 horas, aparecía en el balcón de las bendiciones de la Basílica de San Pedro el cardenal Robert Francis Prevost ya convertido en Pastor de la Iglesia universal y obispo de Roma con el sorpresivo nombre de León XIV.

Esa ha sido la noticia de portada en todos los medios de comunicación del planeta, desde las redes sociales a los periódicos de papel, pasando por el ciberespacio, los digitales, los audiovisuales, las ondas radiofónicas y demás instrumentos informativos. Ciertamente, es curioso que, en un mundo cada vez más secularizado, el acontecimiento de la muerte de un Papa y la elección de otro es hoy más noticia que hace años. Algo debe tener el agua cuando la bendicen.

Lo dicho. Tenemos un Papa nuevo. Su nombre de pila: Robert Prevost. Su nombre de pontífice: León XIV. Su biografía nos dice que nació en Chicago (Illinois); que su padre era de origen francés y su madre era de ascendencia española; que pertenece a la Orden de San Agustín (agustinos); que fue Superior General de los agustinos durante doce años (2001-2013); que pasó muchos años como misionero, párroco y obispo en Perú; que tiene la doble nacionalidad: la estadounidense y la peruana; que fue nombrado cardenal por el Papa Francisco en el año 2023; que también Francisco lo nombró para un cargo tan importante como es el Dicasterio para los obispos (el organismo que elige y nombra a los nuevos obispos de todo el mundo); que, en los últimos años, ha sido una figura de peso dentro del núcleo de decisiones más delicadas del Vaticano; que siempre ha sido muy cercano a la persona y al pensamiento del difunto Papa Francisco; que habla siete idiomas y que tiene 69 años de edad.

Estoy seguro de que, nada más conocerse la noticia del nuevo Papa, por la mente de una gran mayoría de católicos y no católicos han pasado unas cuantas preguntas de la misma o parecida naturaleza: ¿cuáles serán las líneas del pontificado de León XIV? ¿Continuará los procesos abiertos por el papa Francisco? ¿Qué señales o signos nos dará para adivinar por dónde irán sus pasos pastorales? ¿En qué aspectos eclesiales y sociales pondrá más el énfasis? ¿Serán los mismos aspectos que remarcó y subrayó Francisco?

En principio, la trayectoria de Robert Prevost tiene unos "signos de los tiempos" que nos indican bastante bien la dirección de su pensamiento y de su acción y que, por supuesto, le hacen cercano al Papa Francisco. Por ejemplo, el haber estado al frente de su Orden religiosa nos da una idea de su capacidad de universalidad, de gobierno y animación. Su andadura misionera en la Amazonía peruana modeló su vivencia efectiva de una Iglesia "en salida2, de una Iglesia encarnada e inculturada en las periferias y en los márgenes, de una Iglesia fuera de la sacristía y lejos de mirarse constantemente el ombligo. Allí conoció de primera mano y experimentó las situaciones endémicas de pobreza, abandono, marginación social, desigualdad y las estructuras que perpetúan las exclusiones globales.

Y el trabajo de sus últimos años en la curia vaticana le ha dado un conocimiento profundo de lo que en ella se cuece y de cómo enfrentarse a las barreras que entre bambalinas se levantan contra los avances y los nuevos caminos. Ciertamente, como alguien buen conocedor del ahora Papa León XIV ha dicho, estamos ante un Papa venido del norte, pero hecho y madurado en el sur. Y no hay que olvidar que del sur vino y en el sur se hizo otro cardenal que después se llamó Francisco.

En el discurso de diez minutos que el nuevo Papa pronunció al presentarse en el famoso balcón de la logia vaticana en esta tarde de mayo, hay una serie de palabras y expresiones que el ya León XIV ha ido desgranando como una declaración de intenciones o como un borrador programático de gobierno: la paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante; la bendición de un Dios que ama incondicionalmente a todos; la justicia con los que sufren; una Iglesia misionera siempre abierta a todos los necesitados; la construcción de puentes con el diálogo y con el encuentro que nos lleve a todos a ser un solo pueblo. Tampoco han pasado desapercibidas sus dos cariñosas y agradecidas alusiones al Papa Francisco.  

Ha hecho una llamada a la fraternidad, a la unidad y a la autoridad como servicio, y ha indicado que quiere que la Iglesia camine por la vía de la sinodalidad"

Pero hay dos cuestiones que me han parecido muy significativas y relevantes en su breve y emocionada presentación. Y ambas conectan totalmente con la eclesiología del Concilio Vaticano II y con la gran apuesta eclesial del recordado Papa Francisco. La primera se refiere a la frase de San Agustín que citó con claridad: "Con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo". Es la llamada a la fraternidad, a la unidad y a la autoridad como servicio. Algo que Francisco también dijo al inicio de su pontificado. Y la segunda indica claramente por dónde quiere que camine la Iglesia: por la sinodalidad, el proceso que Francisco llevó a cabo denodadamente, a pesar de todas las zancadillas e impedimentos que ciertos prebostes y algunos grupos cerrados y anquilosados le pusieron.

Vivimos en un mundo de prisas vertiginosas y de respuestas rápidas, concretas y simplistas. Evidentemente, a mí y a todo hijo de vecino nos gustaría que la ínclita y recurrente Inteligencia Artificial nos proporcionase un informe completo de cómo va a desarrollarse el pontificado de León XIV. Pero me temo que la dicha Inteligencia patina muy mucho en estos asuntos serios. Por otra parte, hay algo que un vaticanista dijo del cardenal Robert Prevost en vísperas del cónclave: si este cardenal llega a ser elegido Papa, puede ser el Papa de las sorpresas.


Celestino Fernández es sacerdote de la Provincia San Vicente de Paúl-España. Ha sido durante 12 años director de las Hijas de la Caridad de la Provincia de Granada. Es periodista. Es autor, entre otros, de La oposición orquestada contra el Papa Francisco. Entre la estrategia y el esperpento, publicado por Editorial Ceme & La Milagrosa difusiones.