Una de las cuestiones que quedaron sin resolver durante la pactada transición entre lo que quedaba de la administración de Bashar Asad y la nueva administración islamista fue el rol de las minorías étnicas y religiosas en la nueva Siria. Es decir, había que decidir qué pasaría con los kurdos, los alauíes, los drusos y los cristianos. Algunos de ellos, como los alauíes fueron largamente privilegiados durante el régimen de los Asad. Sin embargo, algunas facciones de los drusos tenían acuerdos con Israel y con los Asad. Mientras tanto, los cristianos no eran atacados y los kurdos estaban en conflicto con los sirios y los turcos. Ahora, después de la larga guerra civil, los alauíes han perdido sus privilegios, los cristianos parece que mantienen su estatus de minoría reconocida, pero la situación de los kurdos y los drusos ha cambiado.
En el caso de los kurdos se pactó la disolución e integración de las milicias kurdas dentro del nuevo organigrama de seguridad nacional de la administración interina siria. Incluso el nuevo gobierno se ha comprometido a respetar los derechos que les corresponden como minoría dentro de la nueva administración. Las facciones kurdas lo ven con recelo, pero que lo han terminado aceptando. Los hechos les forzaban a ello: Turquía estaba negociando ya la disolución de la facción armada del Partido de los Trabajadores (PKK), el Gobierno iraquí se desmarcó y las autoridades de la administración del Kurdistán iraquí colaboraban estrechamente con Turquía.
El gobierno interino también prometió que reconocería los derechos de los drusos. ¿Por qué entonces hay enfrentamientos entre la nueva administración, las facciones drusas e Israel? Hikmat Al Hijri, uno de los principales líderes de los drusos en Siria, antiguo aliado de Asad, aunque se distanciara luego, es ahora el principal crítico de la nueva administración siria, dirigida por Al Sharaa. Al Hijri ha llamado a su facción armada a levantarse en armas.
El líder druso, además, es uno de los principales aliados de Israel. La comunidad drusa israelí, formada por 150.000 drusos, apoya a Al Hijri. Así se explica la intervención armada de Israel en Siria. Al mismo tiempo, los enfrentamientos entre drusos y beduinos se suman a las tensiones étnicas en el sur. ¿Por qué el Gobierno sirio no interviene? La razón es que Israel no deja intervenir al Gobierno sirio en la zona del conflicto, Al Sueida.
La comunidad internacional apuesta por la integración territorial de Siria, el respeto a las minorías y que la transición concluya con elecciones libres"
Estados Unidos, Qatar y Turquía han pedido contención a todas las partes, como también han llamado a la calma y la distensión en la gobernación del sur. Los tres países tienen los ojos puestos en la nueva Siria, sea por las inversiones que hay en curso, por la influencia política o la capacidad económica que se abre con el fin de las sanciones económicas en un país en reconstrucción. Es lo que nos lleva a concluir que el Gobierno sirio sobrevivirá a cualquier situación. No hay interés por parte de los principales países de la región que el proceso iniciado descarrile, ni tampoco hay interés por parte de Estados Unidos o Rusia de que la cuestión vaya más allá de una cuestión local. Prueba de ello es la rapidez de la mediación de Estados Unidos entre la administración siria y el Gobierno israelí para que cesara el enfrentamiento.
El hecho de que también hayamos visto a miembros de la comunidad drusa poniendo la bandera de la nueva administración siria en diferentes lugares públicos demuestra que la propia comunidad está dividida. Figuras históricas de la comunidad drusa como el líder libanés Walid Jumblatt, una de las voces más potentes, ha condenado las acciones israelíes y ha llamado al diálogo. Youssef Jarbouh también ha apoyado la búsqueda de un acuerdo, y diferentes autoridades religiosas drusas también. Esto demuestra también la soledad de Al Hijri, en sus reivindicaciones y al frente de la facción armada.
En conclusión, es posible que este sea uno de tantos conflictos que puedan estallar en la nueva Siria contra la administración de Al Sharaa, quien no está exento de polémica por su pasado yihadista. Pero al mismo tiempo también se evidencia que la permanencia de la la nueva administración de Damasco no solamente importa a sus principales aliados, Turquía y Qatar, sino también a Estados Unidos, la Unión Europea, Jordania, entre otros Estados y organizaciones. Ya no hay soledad diplomática como en los tiempos de Asad, donde los principales y únicos aliados eran Rusia e Irán. Ahora la mal llamada comunidad internacional apuesta por la integración territorial de Siria, el respeto a las minorías y que la transición concluya con elecciones libres y una nueva Constitución que consolide las reformas.
Quizás cuando acabe la transición en Siria, empiece la transición en Irán.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.
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