La muerte ha acompañado a la humanidad desde que ésta existe. El final de la vida siempre ha causado estupor y no poca fascinación. El arte, la literatura, el ritualismo y las creencias que han llegado hasta nosotros, nos dan muestran de cómo la finitud de la vida ha constituido, históricamente, uno de los elementos más recurrentes, íntimos e importantes de la reflexión del hombre sobre su propia existencia.  

Hoy abordaremos estas cuestiones desde la imaginación crítica Aldous Huxley plasmada en su Un Mundo Feliz, publicado en 1932. Y en este empeño nos acompaña Joseba Louzao, doctor en Filosofía en Historia y profesor en el Centro Universitario Cardenal Cisneros de la Universidad de Alcalá. Con Louzao y con nuestros colaboradores, vamos a abordar este tema fascinante que ha llegado de nuevo hasta nuestra actualidad de manera brutal, además, por la pandemia del Covid-19. 

Nos aproximamos a la muerte en tiempos del Covid como un hecho cultural y desde una perspectiva histórica. Históricamente encontramos una gran diversidad de sensibilidades y concepciones que en nuestros días han alcanzado un punto diferencial.

Si en algunas culturas de la antigüedad como la espartana, la muerte era algo hermoso; en la occidental cristiana, el momento de presentarse ante la Divinidad; en el actual posmoderno y secularizado, ha perdido todo revestimiento de gravedad. 

En la literatura abundan los ejemplos sobre cómo nuestras sociedades han llegado a negar la existencia misma del dolor, la vejez y el fin de la vida. Quizás la reflexión más célebre sobre estas cuestiones sea la de El Mundo Feliz de Huxley y el más reciente el que hemos podido ver en series como Altered Carbon.

En su obra Huxley imagina un mundo distópico, que hoy no lo parece tanto en el que Occidente ha erradicado el dolor, la muerte y la infelicidad mediante el suministro masivo de soma, un medicamento antidepresivo y el consumo, también masivo, de entretenimiento banal. 

El Covid ha irrumpido en una realidad alarmantemente parecida a la imaginada por Huxley; pero ahora, el colapso de las morgues y de las funerarias y el volumen mismo de fallecidos nos han obligado, como sociedad, a enfrentarnos a la muerte como algo repentinamente presente en nuestras vidas. 

Huxley temía que los avances tecnológicos, desprovistos quizá de reflexiones éticas que los completen, nos llevaran como sociedad a perseguir lo que se ha dado en llamar la muerte de la muerte, considerando que el final de la vida no es más que el resultado de una enfermedad que es el envejecimiento. Somos, en otras palabras, cada vez más incapaces de darle sentido a la muerte y, por tanto, de asumirla.

Como una guerra

A lo largo de estos meses, la muerte se ha hecho presente en nuestra vida de una forma que quizá, sería equiparable a la de una guerra. La pandemia de la Covid-19 ha sido una muestra.

Durante los peores meses de incidencia del virus, el Estado se esforzó al máximo por no mostrar ante la sociedad la hilera de ataúdes que se arremolinaban en los tanatorios; incluso se establecieron parámetros de recuento de fallecidos divergentes y mudables en el tiempo, con lo que acabó por ser casi imposible saber realmente cuántas personas habían muerto por el virus.

Tanto así, que parece que la pandemia ha hecho de la muerte algo político; una fase de la vida del ser humano que ha caído de lleno en el campo de la acción política y estatal. Porque ha sido el Estado el que ha dirigido en todo momento la visibilidad y por tanto, el luto nacional, de los muertos; porque ha sido el Estado el que ha decidido qué persona entraba dentro del recuento de fallecidos por la Covid y qué persona no.  

Además, y como comentábamos en el primer podcast de esta serie, que dedicamos a Hobbes, el Estado y la pandemia; el miedo a una muerte horrible, solitaria, en unos boxes de UCI, ¿no ha podido conllevar un traslado de responsabilidades hacia el Estado, también en la muerte?

  • ¿Qué nos ha revelado el Covid sobre la relación de las sociedades occidentales con la realidad de la muerte? ¿hemos creado el mundo que imaginaba Huxley?
  • Históricamente, ¿no vivimos en un momento anómalo en cuanto a que se da cierta rebeldía contra la propia naturaleza del hombre, que es finita? ¿Somos una civilización absurda o incluso enferma? 
  • Huxley enfatizaba el poder de la tecnología del entretenimiento y, también, los avances médicos ¿En qué medida, las nuevas tecnologías han trastocado nuestra visión de la muerte?
  • Para Huxley, negar la muerte, conllevaba también trivializar la vida. ¿Coincides?
  • ¿Está el Estado legitimado para ocultar o velar las consecuencias de una pandemia como esta? Nos están facilitando nuestras autoridades, a su manera, nuestra propia versión del soma inventado por Huxley.
  • ¿No es sintomático de hacia qué derroteros se está dirigiendo nuestra política, cuando hasta de cientos de miles de fallecidos se hace elemento de estrategia de comunicación política?
  • ¿Qué consecuencias tendrá en lo referente a la relación de los individuos con el Estado, sobre todo en lo que cae dentro del cuidado de la salud, esta pandemia? Ha querido la casualidad que nuestro parlamente apruebe en estas fechas la nueva ley de la eutanasia. ¿Ves alguna relación?

David Sarias es profesor Pensamiento Político en la Universidad Rey Juan Carlos  y Director Máster en Comunicación Social, Política e Institucional Universidad San Pablo CEU. Alvaro Petit Zarzalejos es consultor, periodista y poeta.