Es la fortuna de los jóvenes y la inquietud de los mayores. Los primeros no tienen memoria de lo sucedido, los segundos hubieran querido no haberla tenido nunca. El cúmulo de episodios de dolor y sufrimiento vividos en Euskadi representan un rastro demasiado reciente y que aún hoy influye en el sentido de voto de muchos de los 1,7 millones de ciudadanos que están llamados mañana a las urnas. Algunos acudirán sin esa memoria, sin ese recuerdo de la Euskadi más oscura. En este 25-S alrededor de 70.000 jóvenes vascos que votarán por primera vez en unas elecciones autonómicas lo harán desmemoriados de lo que fue y supuso ETA. Siete años después de su último atentado en España, -en julio de 2009 en Palma Mallorca- y casi un lustro desde que la banda terrorista anunció el cese de sus acciones violentas, la nueva juventud vasca no la tiene presente. Simplemente no la recuerda. Para la mayoría tan sólo es un vago y lejano recuerdo de infancia, un relato construido con dosificadas y medidas charlas familiares o con imágenes recuperadas en las redes sociales.

No recuerdan la Euskadi que ahora disfrutan en paz, cuando los incidentes de 'kale borroka' eran casi una rutina

De entre todos los nuevos votantes, 17.000 chicos y chicas estrenarán su mayoría de edad institucional en las urnas con los 18 años recién soplados. Nacieron en 1998. Un año antes ETA protagonizó el secuestro más largo de su historia, el del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, y días después asesinó al concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco (en julio de 1997). Tampoco recuerdan cómo era la Euskadi que ahora disfrutan en paz, cuando los incidentes de kale borroka se habían convertido casi en una rutina. Ni siquiera imaginan que en el campus universitario al que van todas las mañanas hubo un tiempo no tan lejano en el que decenas de profesores acudían escoltados a dar clase o que los servicios de desactivación de explosivos intervinieron en más de una ocasión.

El recuerdo más vivo que a sus 19 años tiene Teresa Uriarte le traslada a cuando apenas era una niña de seis años. "Iba a casa de mis abuelos y vi una manifestación y cómo quemaban contenedores y gente gritar. Tuve miedo y recuerdo que lloré mucho. También recuerdo cómo una compañera de clase iba a un funeral de un familiar que ETA había matado, creo que era Guardia Civil. Pero no recuerdo mucho más". Así de escueto es el álbum de recuerdos de la Euskadi con ETA de Teresa. Reconoce que el anuncio de fin de las acciones violentas de ETA en 2011 no supuso un gran cambio en su vida porque en realidad ha crecido gran parte de ella en una Euskadi en paz.

“No me imagino algo parecido”

Teresa estudia Comunicación audiovisual. En su facultad hoy reina la normalidad. Hace dos décadas era el foco de la mayor parte de las amenazas e incidentes vividos en el Campus de Leioa de la UPV. "¿Te dicen algo nombres como Iñaki De Juana Chaos o José Luis Urrusolo Sistiaga?". "No mucho, me suena más el primero", asegura. "¿Y Otegi?". "Sí, Otegi sí, lo veo más una figura de nuestra generación…". Sin saberlo, aún convive con parte de la presión del entorno radical en el ámbito universitario. Alejado de la intensidad de otros tiempos, reconoce que cuando el inhabilitado candidato de EH Bildu, Arnaldo Otegi, salió de la cárcel de Logroño se creó un grupo de Whatsapp para organizar un viaje, "pero fue algo normal, sin presiones ni nada de eso".

En su memoria apenas aparece el atentado de Barajas "y algún coche bomba", pero poco más

En la misma facultad estudian Asier Cobos y Jon Ballesteros. Ambos muestran un discurso político más fluido, aunque también más aprendido. Asier, 19 años, dice no tener recuerdos de aquellos años, "lo que sé es por hablar con mis padres, los abuelos, etc". La kale borroka asegura conocerla "sólo por vídeos y por documentación. Sé que estaba todo más revuelto", dice. En su opinión, en la Euskadi actual es difícil que aquella violencia pueda repetirse, "me parece difícil que aquella situación de represión o como se le quiera llamar, vuelva". Su discurso y su estética le identifican con la izquierda abertzale, pero Asier es más claro cuando se le pregunta si matar estuvo mal: "Sí, claro que estuvo mal, lo reconozco". A continuación, puntualiza: "Pero insistir en esa pregunta me parece mal, entonces la situación era diferente y no es algo que se deba preguntar todo el rato, eso es acosar y dañar la imagen".

A su lado, Jon escucha con atención. Él no duda en afirmar que matar "estuvo fatal", pero comparte con su amigo la crítica a los intentos para que la izquierda abertzale ahora "hinque la rodilla". En su memoria apenas aparece el atentado de Barajas "y algún coche bomba", pero poco más, "no he vivido todo aquello, no me imagino algo parecido". Apunta que no fue hasta cuando ETA abandonó las armas cuando en su casa se habló con naturalidad de ETA, "hasta entonces costaba más". Afirma que él puede hablar con tranquilidad de política pero que "si eres votante del PP quizá es más difícil, porque se les ve como el partido de las reformas que oprimen al trabajador".

Interesados por la política

Teresa, Asier y Jon coinciden en asegurar que su generación sí está interesada en la política. Y tienen razón, incluso más que hace unos años. Según el dato del Observatorio Vasco de la Juventud, el 39% de los jóvenes vascos de entre 15 a 29 años muestra interés por la política. En 2004, con ETA activa, esa cifra era del 18%. Seis de cada diez jóvenes afirma haber votado en alguna de las últimas citas electorales y haberlo hecho mayoritariamente por formaciones de corte nacionalista, el 59% tiene deseos de independencia.

El 39% de los jóvenes vascos muestra interés por la política, con ETA activa la cifra era del 18%

Pero en su joven memoria, el recuerdo para el triste legado de ETA, ­­2.472 actos terroristas, 197 atentados y 829 muertes, apenas tiene espacio. "Suelo decir que todo aquel periodo estas generaciones lo ven en blanco y negro, no en color. Para ellos es algo que les han contado que pasó pero que no está muy presente en sus vidas, salvo que les haya tocado de cerca", asegura el profesor de la Universidad de Deusto, Iker Usón. Él, junto con otros docentes de la Universidad del País Vasco y Mondragón Unibertsitatea, llevó a cabo a finales de 2015 una experiencia piloto denominada Ahotsak (voces) en la que participaron cerca de 300 jóvenes universitarios de entre 18 y 23 años. En ella se promovió, a través de la emisión de documentales, la reflexión y el análisis sobre su percepción y conocimiento de la violencia en Euskadi.

Blindar la ‘no repetición’

Usón asegura que aspectos relacionados con los derechos humanos y el terrorismo no son ejes que tengan muy presentes y que no determinarán el sentido del voto de los casi 70.000 nuevos potenciales votantes que tendrá esta cita electoral, "ellos tienen otras claves": "A la gente más mayor, de otra generación, que sí hemos vivido los años de terrorismo sí nos puede pesar aún todo eso y orientar el sentido de nuestro voto. Aún influye el recuerdo de lo que hizo uno y otro, o incluso qué está haciendo hoy uno y otro respecto a esta cuestión".

Una realidad que ha provocado que en los mensajes orientados a los jóvenes vascos las cuestiones relacionadas con el terrorismo o las víctimas, antes muy presente, prácticamente haya desparecido. "Incluso la izquierda abertzale es consciente de que la juventud, tradicionalmente más fiel a sus postulados, quizá hoy ya no lo sea tanto. Por eso ha pasado de un discurso 'analógico', en blanco y negro, a otro más digital, con otras claves, y más sintonía con los jóvenes de hoy".

Una desmemoria que según los expertos no sólo afecta a las generaciones más jóvenes sino incluso a las inmediatamente anteriores, las nacidas a mediados de los 90. La directora del Máster de Ética para la Construcción Social y miembro del Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto, Izaskun Sáez de la Fuente, considera que en Euskadi durante demasiados años ha primado en exceso la neutralidad. "Generaciones algo anteriores tampoco han recibido esa formación. La política educativa que se impulsó se caracterizaba por una superideologización que derivó en una postura de neutralidad del educador ante estas cuestiones. Creo que se debe ser neutral en los planteamientos partidistas pero no en lo relativo a la dignidad de las personas y los derechos humanos. Durante muchos años se ha aplicado aquello de 'por la paz un Ave María…'".

Nos preocupa la tentación de querer pasar página tan rápido

Sáez de la Fuente apunta que con todas estas generaciones que apenas han conocido la violencia y que no tienen recuerdo de ella se corre el riesgo de encaminar a Euskadi hacia una "amnesia" social colectiva: "Nos preocupa la tentación de querer pasar página tan rápido y que a estas generaciones se les hable de la situación de Euskadi sin tener en cuenta lo que ha pasado, sin garantizar a las víctimas el derecho a la verdad, la justicia y la reparación". Subraya que una de las prioridades debe pasar por asegurar la no repetición de conductas vividas en el pasado: "Que ETA haya desaparecido no quiere decir que hayamos dejado de ser una sociedad con dosis de violencia a ser modélica, eso no sucede de un día para otro. El riesgo que corremos es que sigamos aplicando los mismos esquemas de estigmatización y prejuicios hacia otro tipo de víctimas".