El resultado del plebiscito celebrado el domingo en Colombia para la aprobación o rechazo de los Acuerdos de Paz con las FARC deja claro de manera irrefutable que el ex presidente Álvaro Uribe es un luchador incansable para hacer valer sus ideas, con la capacidad suficiente de empatía y complicidad con su pueblo, a pesar de todas las dificultades y barreras que se le habían puesto tanto internas como a nivel internacional

El presidente Juan Manuel Santos ha fracasado este domingo estrepitosamente en la que quizás era su máximo objetivo político: la refrendación por el pueblo colombiano de sus Acuerdos con las FARC.

Santos lo tenía todo a su favor para conseguirlo: el apoyo de la casi totalidad de los medios de comunicación de su país, alguno incluso de los más importantes controlados por familiares suyos; la modificación ad hoc  de las reglas de juego electorales para la consecución del éxito en esta consulta plebiscitaria, facultando incluso a funcionarios públicos la participación en política, algo prohibido hasta la fecha; el rechazo a la financiación pública a los defensores del no; las inconfesables fuentes de provisión de fondos de los del sí, que han llevado a cabo una campaña electoral sin reparar en ningún tipo de gasto.

A ello, se unió el apoyo internacional de los más importantes líderes mundiales, entre ellos el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y hasta el propio Papa Francisco, quien en un acto sin precedentes y de dudosa imparcialidad, pidió el voto para los del el domingo.

Todo estaba preparado para el gran festejo, que tuvo su precedente el pasado 26 de septiembre, día de la firma ostentosa del Acuerdo de Paz con las FARC en Cartagena de Indias. Ese acto al cual hábilmente no acudió el rey Felipe VI, precisamente porque quedaba el definitivo acto refrendatorio popular, pese al interés existente en ello por parte del máximo valedor del presidente Santos en España, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo.

Pero Santos, que se paseó por toda Colombia, prometiendo casas, tablets y un sinfín de beneficios a la población más necesitada a cambio de su voto afirmativo al comicio refrendatario, no cultivó algo que desde hace muchos años se preocupó de hacer su mentor, Álvaro Uribe: ganarse con sus actos en beneficio de todos los colombianos la credibilidad, su afecto y cariño.

Hoy el electorado le transmite a Santos que no quiere la impunidad y participación política que ha dado a cambio de nada a las FARC y que sí desea la paz, no a cuenta de dañar la democracia, poniéndola en riesgo y a merced de los intereses de los que más daño han causado en la Historia del querido país iberoamericano.

Ahora toca renegociar los acuerdos, tal como incluso el domingo ratificó que podía hacerse legalmente la propia Corte Constitucional colombiana y desde ya reorientar las negociaciones, con unos convenios que no sólo interesen a los 7.000 guerrilleros de las FARC sino también a los 48 millones de ciudadanos colombianos.


Néstor Laso es coordinador para España del Centro Democrático de Álvaro Uribe y ostenta la doble nacionalidad española y colombiana.