Hace año y medio que Ada Colau y su equipo de BComú ocupan el gobierno municipal de Barcelona, un periodo fraguado de polémicas y espectaculares anuncios en los medios de comunicación. Pero superado el 30% del mandato Colau no ha sido capaz de aprobar ni el presupuesto municipal, ni el Plan Acción Municipal (PAM) ni el Plan de Distritos de la ciudad, que son los proyectos en los que cada gobierno municipal fija cómo quiere su ciudad.

Con unos ingresos previstos de 2.801.439.433 euros para este año, y 13.000 empleados, el Ayuntamiento de Barcelona es la segunda institución por volumen y gestión económica de Cataluña. Y esa enorme maquinaria está en manos de un equipo de gobierno al que la oposición –mayoritaria- acusa de forma generalizada de parálisis en su gestión.

La oposición en bloque ha rechazado el Plan de Acción Municipal presentado

La muestra más evidente de esa parálisis la dio el miércoles la Comisión de Presidencia, en la que la oposición en bloque rechazó el Plan de Acción Municipal (PAM) de Ada Colau. Una hoja de ruta del gobierno municipal que no fue defendida por la alcaldesa -concentrada en la gira iberoamericana- sino por la socialista Carmen Andrés, miembro del gobierno municipal desde junio. De hecho, rechazado el PAM, el ejecutivo local no ha llegado a presentar si quiera el plan de inversiones que debería haberlo acompañado, ni ninguna otra iniciativa en la comisión de Presidencia, barómetro de la actividad del gobierno municipal.

La única iniciativa que sigue adelante su tramitación son las ordenanzas fiscales, salvadas por la reserva de voto de Ciudadanos, ERC y la CUP, lo que permitirá debatir la propuesta en el próximo pleno. Pero los tres grupos han dejado claro que esa reserva de voto no es en absoluto sinónimo de apoyo a unas propuestas que incluyen volver a subir el IBI de la ciudad -una de las más caras en términos fiscales de España- o gravar a los coches que más contaminen en los parquímetros municipales.

De hecho, los comunes confían en ERC y la CUP, que ya apoyaron las ordenanzas fiscales en 2015, para sacar adelante las de este año, puesto que en comisión rechazaron directamente un eventual apoyo de C’s, CiU o PP. Y el líder de ERC, Alfred Bosch, ha anunciado un “viernes de pasión” si el equipo de gobierno no muestra más voluntad de diálogo en los próximos días.

Desidia en el Ejecutivo local

En cuanto al presupuesto municipal, prorrogado desde que Colau se hizo con la alcaldía, en ámbitos municipales se especula con la posibilidad de que la alcaldesa presente sus cuentas en noviembre pese a no tener apoyos, para acabar forzando una moción de confianza en el pleno municipal, siguiendo la estela de Carles Puigdemont en la Generalitat. De momento, sin embargo, nada se ha avanzado en este terreno, puesto que la comisión de economía reunida esta semana sólo recibió del gobierno local la propuesta de ordenanzas fiscales.

La líder del Grupo de C’s, Carina Mejías, destaca esta falta de iniciativa del gobierno como muestra de una desidia que relaciona, por un lado, con la inexperiencia en la gestión municipal de la mayoría de sus miembros, y por otro, a las nuevas aspiraciones políticas. No en vano BComú se encuentra inmerso en la consolidación de un partido con el que presentarse a las elecciones autonómicas que parecen inevitables durante 2017. Y cada vez son más las voces que señalan a Colau como candidata de ese partido, aunque podría no ser la única aspirante del grupo municipal.

En este contexto, destaca que la parálisis se extiende a ámbitos tan emblemáticos para Colau como el de la vivienda. “En un año sólo han sacado 125 nuevos pisos de alquiler social, y la mayoría son de la Sareb”, se lamenta. Tampoco ha habido avances en proyectos urbanísticos que deberían ser elementales para su gobierno, como las urbanizaciones de las Glorias, Sagrada Familia o Pere IV, que el consistorio ha postergado por la vía de crear comisiones de seguimiento.

La parálisis se extiende a ámbitos tan emblemáticos para Colau como el de la vivienda

En cuanto a otra de sus promesas estrella, la de regular el turismo en Barcelona, Colau se ha quedado anclada en la moratoria de establecimientos turísticos, dado que su plan de ordenación turística (PEUAC), presentado en julio de 2015, sigue paralizado tras recibir más de 500 alegaciones de vecinos, empresas y grupos municipales. Pero tal y como advierte el edil del PP Javier Mulleras, la moratoria hotelera tiene un plazo máximo de dos años, de los que ya se ha consumido más de uno.

El popular también critica la aplicación “de forma arbitraria” que el equipo de Colau ha hecho de la ordenanza de terrazas, aprobada por el anterior alcalde, Xavier Trias (CiU) con el apoyo del PP. Tras la polémica generada por esa aplicación “han anunciado una nueva ordenanza, pero no han pasado del anuncio”.

De poco ha servido, pues, la incorporación del PSC al equipo de gobierno. Sus cuatro regidores dejan a Colau lejos todavía de la mayoría necesaria para sacar adelante sus propuestas en el Pleno municipal, y sus posibles socios, con ERC a la cabeza -5 regidores, por 10 de CiU, 5 de C’s y 3 de PP y la CUP- dudan cada vez más abiertamente de la voluntad de pacto, e incluso de gestión, de los comunes.

En este contexto, cada vez parecen menos casuales polémicas como la generada esta semana con la inauguración de una exposición sobre el franquismo en el Born. O las que le precedieron, como el borrado del nombre de Juan Antonio Samaranch de la escultura conmemorativa de los JJ.OO’92, que ha provocado roces entre socialistas y comunes en el gobierno local. O los cambios de nombre del Salón de Plenos, antes de la Reina Regente y ahora de Pi i Sunyer, y de la Plaza Juan Carlos I convertida en Plaza Cinc d’Oros.