Tímido empedernido, poco dado a pasar tiempo delante de las cámaras, gana mucho en las distancias cortas, donde detrás de esa coraza de hombre serio y testarudo, se esconde una persona amable, afectuosa, cercana, amena, conversadora, amante de su país y también de Italia, donde pasó dos años de casi exilio dando conferencias. En su despacho, montañas de libros y documentos se mezclan con fotos familiares y una infinidad de premios, entre los que destaca el Príncipe de Asturias. Tras 28 años al frente de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), el profesor Matesanz se jubila y se va dejando un legado de enormes éxitos y siendo un ejemplo a seguir para todos y no sólo en el campo de la medicina.

Hace sólo una semana nos dejó Pablo Ráez, un héroe para todos. Un campeón de la vida que nos ha enseñado a luchar para vivir. Pero, como ha dicho su hermana: "Una persona se muere sólo cuando dejamos de quererla". Y nadie dejará de querer a Pablo nunca. Tampoco nunca se olvidará de él Rafael Matesanz, otro héroe de nuestro tiempo que ha salvado a más de 100.000 personas con su trabajo y que el día de la muerte de Pablo le dedicó una maravillosa y emocionante carta. "Un ejemplo de luchador incansable en tu cruzada por concienciar a la población española en el tema de la donación de médula. Tus mensajes a través de las redes sociales, tu historia, tu ejemplo positivo sobre cómo afrontar la terrible enfermedad, que al final te ha costado la vida, han conseguido sin duda conectar con grandes capas de la sociedad".

Pregunta.- En su carta, habla usted del  Efecto Pablo Ráez y del milagro que con sus mensajes en las redes sociales ha conseguido multiplicando por mil el número de donantes en Málaga y de forma considerable en toda España.

Respuesta.- Sí, Pablo Ráez ha sido un aliado imprescindible para nuestra lucha. Para conseguir una difusión que jamás pensamos en el ámbito de la donación de médula. Su mensaje ha sido creíble, entusiasta, ha contagiado su fuerza y ha llegado a la gente a través de las redes sociales. Donde nosotros no llegamos.

P.- Usted ha estado 28 años al mando de la Organización Nacional de Transplantes con unas cifras incontestables: 104.000 trasplantes hasta el 31 de diciembre del año pasado, 43,4 donantes por cada millón de habitantes, y España situada como el país líder en el mundo en trasplantes, doblando el nivel de países cercanos. ¿Cómo se consigue semejante éxito?

R.- Ha hecho usted un buen resumen, después de casi tres décadas de trabajo. Todo eso es el resultado de mucho trabajo, de mucha organización, de mucho entusiasmo y de la implicación de muchísima gente. Puede decirse que los sistemas de trasplantes en España son un triunfo coral de toda la sociedad, que es la que lo hace posible donando sus órganos, y de todo nuestro sistema sanitario, que es capaz de tener estos órganos y trasplantarlos; además de un sistema organizativo, que es lo que se conoce internacionalmente como modelo español, que se resume en tener a la persona adecuada, en el sitio adecuado, en el momento adecuado. Un conjunto de profesionales, que son médicos intensivistas y que en ese momento tan difícil son los encargados de contactar con la familia y consiguen que ésta diga que sí. Hospital por hospital, comunidad por comunidad, es lo que nos ha llevado al momento actual. Un éxito coral, de equipo.

P.- ¿Cómo ha sido el camino para llegar a este resultado tan extraordinario? Entiendo que en estos años, tras este triunfo, habrá habido momentos duros, de tensión y de dificultades que superar...

R.- Todo este proyecto nace en 1989 porque la donación no iba bien en España. Había habido un descenso en los últimos años tras una huelga médica muy prolongada. Estábamos en 14 donantes por millón, es decir, la tercera parte de lo que tenemos ahora. Al principio, las dificultades fueron enormes. Empezando por la resistencia al cambio, que es un fenómeno universal pero que aquí se da mucho, empezando por los propios profesionales del trasplante… qué le vamos a hacer. Pero, enseguida empezó a funcionar. Hubo un grupo de gente muy entusiasta con el que desarrollamos una red de coordinadores en toda España y en sólo tres años, en 1992, ya éramos el primer país del mundo en donación de órganos.

P.- Tres años parece poquísimo, visto lo que tardan nuestros políticos en cambiar las cosas en las áreas donde hay problemas.

R.- Yo sabía lo que funcionaba y lo que no en mi hospital. Y empecé a preguntar a otros que tenían resultados en Madrid, en Bilbao, en La Coruña... Comenzamos a ver las que eran buenas prácticas y a diseminarlas por toda España. Personas que trabajan y siguen trabajando en la red con mucho entusiasmo -éramos gente muy joven- y que constituían una buena materia prima. Los resultados fueron espectaculares. Yo no lo podía prever, ni podía creérmelo, si me dicen que en tres años nos íbamos a poner a la cabeza del mundo habría dicho que no era posible, que era un milagro. Lo que más ayuda a triunfar siempre es el éxito. El éxito es epidémico, por lo menos en nuestro caso lo ha sido. Y una vez que la gente vio que aquello empezaba a funcionar, se subió al carro enseguida. Y tras aquellos tres años, aunque ha habido momentos muy difíciles, todo vino mucho más rodado.

P.- ¿Cómo ha sido su relación con la política? Que en los éxitos y en los fracasos, tiene su importancia... ¿Y con los distintos ministros de Sanidad?

R.- España, en 1989, empezó un camino que era muy original, aunque luego lo han seguido todos los países del mundo. La Organización de Trasplantes dependía directamente del ministerio, era una parte del ministerio de Sanidad. Hasta ese momento, todas las organizaciones que había en Europa eran ONGs. En Francia, en Italia y en Centroeuropa. En España, pusimos en marcha este modelo, que tiene sus ventajas aunque también el inconveniente de depender del ministro de turno. En 28 años yo he tratado con quince ministros, una media a veces que no llega a dos años por cada uno de ellos. Y ha habido de todo: gente muy positiva para el sistema, otra muy indiferente con el sistema y gente muy negativa. Se distribuirían en una curva de Gauss perfectamente. Y las relaciones... han sido complicadas. En unas ocasiones positivas y en otras podría decirse que han 'echado chispas'. Y, además, nosotros, al ser un organismo coordinador de las 17 comunidades, no sólo hemos tenido que tratar con el Gobierno central sino con los de las Comunidades de turno que, a su vez, cada uno ha sido de un color distinto y con un número parecido de personas al frente.

P.- ¿Qué cualidades personales destacaría en usted mismo a la hora de conseguir este éxito?

Hay que ser político con los políticos y profesional con los profesionales

R.- Hay que ser flexible, tener habilidades políticas, precisamente por el plano en el que uno se mueve. Ser político con los políticos y profesional con los profesionales. A cada uno hay que hablarle en su idioma. Yo no puedo hablar a los trasplantadores en un idioma administrativo, sino técnico, profesional. En cambio, a los políticos debo hablarles como tales, no en un idioma médico porque no me iban a entender. Hay que ser muy flexible. Y luego tener convicciones muy firmes y las ideas muy claras. Aquí no se puede adorar un día a Dios y otro al diablo. Hay que saber lo que se puede y se debe hacer y lo que no. Y estar dispuesto a resistir presiones, que las ha habido. Pero, al final, el ver a los pacientes trasplantados, el ver que esto sirve, es lo que hace que al final uno sienta que todo merece la pena.

P.- ¿Qué le diría a las personas que en la sociedad española aún no están a favor de los trasplantes?

R.- España es un país de 46 millones de habitantes en el que se han hecho ya más de medio millón de trasplantes. De entrada, ciento y pico mil órganos, pero luego vienen los de médula, los de cornea, etc. Con lo cual, estadísticamente es muy difícil que cada uno no haya tenido en su entorno a alguien, familiar, vecino, compañero, que no haya necesitado un trasplante. Por tanto, el mensaje es muy claro: 'Todo el mundo debe donar porque todos, nosotros o nuestros familiares o amigos, lo podemos necesitar'. Y si alguien lo necesita lo va a tener en el marco de un sistema público y universal que le va a atender sin discriminación ni positiva ni negativa. Eso es lo que le estamos ofreciendo. Y la única forma es a través de ese gesto generoso de la donación. Al final, se trata de generosidad. Hoy por ti, mañana por mí. Es el mensaje que mejor llega a la población.

P.- ¿Cómo vivió en 2010 el Premio Príncipe de Asturias?

R.- Ha sido el momento más emocionante en estos 28 años. Porque representó el reconocimiento por parte de la sociedad española de todo lo que habíamos hecho. Se trata del galardón más prestigioso con diferencia y fue una tarde inolvidable. Allí estábamos una selección de gente, no podían estar todos, que trabaja en el sistema: coordinadores, cirujanos, médicos, enfermos... fue inolvidable.

P.- Usted se acaba de jubilar, ¿qué piensa hacer de ahora en adelante? La verdad es que cuesta ver a un profesional de tanto éxito jubilarse.

R.- Espero tener lo que hasta ahora no he tenido: tiempo. Y, además de descansar, dedicarlo a mi mujer, a mis hijos, a mi nieto pequeño, a leer, pasear… en fin, hacer todo eso.

P.- ¿Cómo se concilia una vida dedicada a la salud con tener una familia? Se lo digo porque ahora se habla mucho de conciliación, de conseguir este balance entre vida personal y profesional, y eso, con enormes responsabilidades como las suyas, tiene que ser complicado. ¿Qué receta daría usted a los lectores de El Independiente para que puedan conseguir una vida familiar?

No se trata de estar muchas horas en el puesto de trabajo sino de ser efectivo durante las horas en las que uno se dedica a él

P.- He tenido siempre claro que había que conciliar ambas cosas y, además, a mi alrededor he visto gente que ha roto su familia por no saberlo hacer y dedicar excesivo tiempo a otros aspectos. Yo, por ejemplo, en mis primeros años, cometí tal vez el error de viajar demasiado, pero luego siempre he procurado pasar todos los fines de semana en casa. Si me ofrecían ir a conferencias o a congresos no iba nunca, o lo hacía sólo cuando fuera necesario. He tratado de dedicar a mi familia, en fin, el mayor número de horas que me ha sido posible. No se trata de estar muchas horas en el puesto de trabajo sino de ser efectivo durante las horas en las que uno se dedica a él. Creo que lo he conseguido aunque, a veces, en determinadas épocas de mi vida, ha sido muy complicado.

P.- ¿Y sobre el debate acerca de las células madre? ¿Qué opina? ¿En qué situación estamos en España?

R.- A principios de siglo éste era un debate muy candente, pero las cosas se han decantado bastante desde que empezamos hasta ahora.
Hace quince años teníamos encima de la mesa el debate sobre obtenerlas de los embriones o de otras fuentes y también si aquello iba a servir para curar todo o no. Hoy, quince años después, se ha visto, primero, que la utilidad de las células madre es la que es, bastante limitada. Que sirven para tratar determinadas enfermedades pero que no son la panacea para curarlo todo. Y segundo, que la utilización de células embrionarias, aparte de para la investigación, no hemos conseguido dominarlas como para usarlas en la clínica. Tenemos las células madre adultas u otras como las IPS, que están haciendo una labor de investigación o terapéutica, pero el debate hoy está más atemperado que hace algunos años, cuando tenía unos componentes éticos, religiosos o políticos que lo elevó a niveles verdaderamente notables.

P.- ¿La discusión está por tanto superada?

R.- Para mí sí. Creo que la sociedad se ha provisto de determinadas herramientas para saber qué se debe y qué no se debe hacer, hay bastante consenso y ese es un tema del pasado.

P.- ¿Qué pueden hacer otras organizaciones para tener el mismo éxito que la ONT?

Hay quien ha llegado a decir que la ONT funciona porque está centralizada y no es verdad

R.- Hay quien ha llegado a decir que la ONT funciona porque está centralizada y no es verdad; el Estado en trasplantes no tiene más competencias que en otros aspectos. Sólo de coordinación. Es más, nosotros empezamos a trabajar de una forma descentralizada antes incluso de que en España la Sanidad lo estuviera. Teníamos una Ley General de Sanidad que decía que esta materia se iba a transferir a las autonomías y empezamos a trabajar de esta forma. Creo que es lo correcto. También en otros aspectos organizativos o políticos. Nosotros funcionamos alrededor de la Comisión de Trasplantes del Consejo Interterritorial que presido y en la que hay representantes de las 17 comunidades; allí nos reunimos, discutimos acaloradamente, pero una vez que decidimos algo vamos con ello y lo ejecutamos hasta el final. Y todos, los 17, lo apoyamos. A nosotros nos ha dado resultado, y aquí sí podemos decir que no hay fronteras en los trasplantes; ni para los órganos, ni para los trasplantes y cada comunidad aporta lo que tiene y unas aprenden de otras: unas más tecnología, otras mayores niveles de donación. Ese espíritu es el que nos ha llevado a estas cifras.

P.- Saliendo un poco al mundo, ¿qué opinión tiene sobre lo que está pasando a nivel político? Sobre Trump en los EEUU o sobre la amenaza de la ultraderecha en muchos países europeos.

R.- No me gusta nada. Es un momento inquietante. Cierto es que los ha habido más difíciles, de confrontaciones bélicas, pero creo que la caída del muro y de la URSS marcó unas reglas de juego distintas que han desembocado en una redistribución del poder económico, militar y político de la que no estoy seguro de que Europa salga muy bien parada. Me parece inquietante e imprevisible. La victoria de Trump y el Brexit abren la puerta para el triunfo en Europa de partidos muy inquietantes y eso puede traer la disgregación de la UE. No parece que corran buenos tiempos.

P.- ¿Qué importancia tienen la consistencia en los valores éticos y la coherencia en el trabajo?

R.- Hay que tener las ideas claras y decir siempre lo mismo. Nos podemos equivocar pero nadie nos puede reprochar que hayamos dicho cosas distintas. Transmitir entusiasmo a la gente que trabaja contigo es fundamental. La ONT es una estructura horizontal. Nosotros, yo, no puedo ordenar nada a nadie, a ningún coordinador, ni de Madrid, ni de Málaga, por ejemplo. Pero sí le puedo transmitir ese entusiasmo y la necesidad de trabajar todos unidos. Y desde aquí sí les hemos transmitido el apoyo que siempre hemos dado a todos los que trabajan en este campo. Nosotros somos en ese sentido una agencia de servicios. Con ello nos hemos ganado una credibilidad muy grande en el tiempo. Ese es nuestro mayor capital.

P.- Es decir, liderazgo inspirador frente a liderazgo autocrático, que muchas veces se suele utilizar en las organizaciones...

R.- Yo creo en las organizaciones horizontales. No creo que la pirámide sea la mejor forma de estructurar un sistema. Procuro no oprimir a la gente que trabaja conmigo aunque trato de trasmitirles que tenemos que ir en la dirección que sea. Pero procuro que sean lo más libres posible. A mi gente le trazo las líneas, pero también soy flexible y si veo que esa línea no es la adecuada, procuro cambiarla porque nadie está en posesión de la verdad absoluta.

Gracias, señor Matesanz. Le deseamos que, haga lo que haga en la vida a partir de ahora, tal vez otras organizaciones o grandes empresas, puedan pedirle la receta del éxito para que puedan conseguirlo.