José Manuel Maza, Fiscal General del Estado, profundiza, en su primera entrevista desde que asumió el cargo, sobre el papel de la Fiscalía y su relación con el Gobierno. Asegura que las dudas sobre su actuación se resolverán con el tiempo. "Se verá cómo hay muchas actuaciones, o las que tenga que haber, y serán tanto en contra del partido en el gobierno como en contra de los intereses de los partidos en la oposición". Del Ejecutivo espera "no recibir ninguna orden ni instrucción".

Pregunta.- Malos tiempos para asumir la Fiscalía General del Estado.

Respuesta.- Pues, hombre, complicados porque parece que está siendo la tormenta perfecta en la que se unen factores endógenos y exógenos que lo hacen muy complejo. Este cargo siempre lo ha sido, nos consta a todos, pero yo creo que este momento es todavía más difícil.

P.- Como el Fiscal General del Estado es nombrado por el Gobierno, parte de una sospecha de inicio. Es decir, que usted toma posesión llevando encima un pecado original.

R.- Pues sí, eso me lo dijeron precisamente en mi primera comparecencia antes del nombramiento. Eso es algo que hay que aceptar porque es así, ése es un dato objetivo. Y yo lógicamente no voy a esperar a que la gente crea en mí cuando no me ha visto actuar. Soy yo el que me tengo que ir ganando cada día la confianza en mi actuación. Así de claro.

P.- Lo que pasa es que ya le han visto actuar y por eso le han pedido que compareciera usted en el Congreso. Y después de haberles dado todas las explicaciones siguió usted estando bajo sospecha.

Lo que sí ha podido haber es que, con ánimo de dar una patada en el trasero al PP, me la den en el mío"

R.- Sí, sí, sí. A mí eso me produce mucha frustración, se lo digo de verdad. Por una razón: porque yo sigo insistiendo en que las razones que di no son discutibles. No eran opiniones mías, eran razones totalmente objetivas. Creo que quedaron, en mi modesto modo de pensar, objetivamente desmontadas todas las cosas que se habían dicho. Pero después de estar allí esforzándome en explicarles, vuelven al principio y me dicen: “Pues sigue usted sin darnos explicaciones”. Aquello fue un diálogo para sordos.

P.- ¿Y por qué cree usted que los demás no se sintieron satisfechos?

R.- Yo pienso, por eso de la tormenta perfecta, que uno de los factores de esta tormenta ha caído en la Fiscalía. Y no hablo de mí, quiero hablar en nombre de la Fiscalía porque aquí lo importante es la institución y el prestigio de la institución, que es lo que a mí más me duele. Yo creo que estamos en medio de una tormenta política insólita, de una fragmentación política importante donde hay competencia por ocupar lugares y por no dejarse oscurecer por otros. Y pienso que se está pensando más en ese objetivo que en una visión realmente equilibrada y racional de lo que ocurre.

P.- Se ha organizado una tangana con motivo de sus nombramientos. ¿Qué ha hecho usted?

Mientras yo esté aquí, no voy a consentir que se acuse a nadie si creo que no hay razón para ello"

R.- Pues he cambiado a dos fiscales dentro de la cúpula del Ministerio Fiscal, los dos por razones que puedo perfectamente explicar. Son razones de que, siendo grandes fiscales, creo que se les puede destinar, y de hecho lo voy a hacer, a otros puestos en los cuales se podrán aprovechar todos sus conocimientos. Y en segundo lugar, porque ya llevaban tiempo y para dar un nuevo impulso a lo que se nos avecina, o se nos avecinaba con los grandes cambios que a ver si somos capaces de llevar adelante, pues era necesario cambiar las caras y renovar. Y eso ha sido, esos dos. Y luego he nombrado a uno donde había una vacante, a un fiscal de un prestigio más que reconocido desde los tiempos en que ha estado en la Fiscalía de Madrid, el más antiguo en el escalafón. Se critica que viene de fuera de la Fiscalía Anticorrupción pero como todos sabemos es conveniente nombrar a alguien que esté dentro pero otras veces precisamente es conveniente nombrar a alguien que esté fuera si se quiere dar un cambio, otra idea a la institución Y esa ha sido la “gran purga” de la que se ha hablado por ahí. A todo el resto los he mantenido en sus puestos. Lo que he hecho han sido cambios estratégicos pensando en los tiempos que se avecinan o que se podían avecinar, de cambio del Ministerio Público asumiendo un protagonismo en la investigación penal distinta de la que tiene ahora. Y esos han sido exactamente los tres cambios que he hecho.

P.- Y López Bernal, el fiscal jefe de Murcia, que ha rodeado su sustitución con la sospecha política.

R.- Simplemente, López Bernal también llevaba tiempo. Y si se trata de perseguir la corrupción en Murcia quién mejor que quien ha protagonizado procedimiento a procedimiento esa investigación, que es José Luis Díaz Manzaneda. Si Bernal hubiera llevado cinco años, a lo mejor no me hubiera planteado cambiarle, pero llevando 11 años y teniendo una alternativa tan cualificada como él, pues por qué no lo voy a cambiar.

P.- ¿Cree usted que su puesto de Fiscal General es objeto de cambio en la negociación política?

R.- Creo que no. Lo que sí que puede haber es que, con ánimo de dar una patada en el trasero al PP, pues me la dan en el mío.Yo creo que es de eso de lo que se trata. No creo que contra mí los partidos políticos tengan nada en especial. Lo que hacen es cuestionar y criticar el que el PP pretenda encubrir sus vergüenzas utilizando a un Fiscal ad hoc y “sumiso” que les haga ese trabajo. Y creo que todo va dirigido contra el Gobierno. Lo cual es un tremendo error porque pienso que esta institución no se lo merece y porque las cosas no son así. Pero ése es el juego político.

P.- De modo que la Fiscalía General es munición para los partidos.

R.- Sí, sí, probablemente sí. Han descubierto que puede serlo pero de una manera además muy contraria a los hechos. Porque, oiga usted, ¿cuántos cientos de asuntos de corrupción se están ahora mismo persiguiendo en España, cuántos fiscales están acusando? Creo que esas opiniones críticas o desconfiadas van contra la realidad porque cualquier persona sensata piensa: “Bueno, nos están diciendo que la Fiscalía no persigue la corrupción ¡Pero si todos los días tenemos hasta en la sopa un asunto de corrupción en el que el fiscal ha pedido tantos años y el juez ha dado tantos!”. Así que los propios hechos desvirtúan esa realidad. Pero es que aquí se empieza a intoxicar, a intoxicar y a intoxicar y al final, lo que decía Goebbels, que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.

P.- ¿Cómo se puede demostrar que algo no ha sucedido?

Existe el riesgo de que jueces y fiscales se arruguen ante la presión ciudadana, pero yo confío en que no se arruguen"

R.- (Se ríe) ¡Ésa es la prueba diabólica, claro! Es decir, ¿cómo puedo demostrar yo que no he dado la orden al fiscal jefe de, por ejemplo, La Rioja, para que archive un procedimiento contra él? Negativa non sunt probanda que se dice en latín, los hechos negativos no deben ser probados porque no pueden ser probados. Pruébeme usted lo positivo, lo que yo haya podido hacer. ¿Cómo se puede demostrar eso? Pues es muy difícil, pero es que en el caso de La Rioja la prueba es tan evidente que no solamente el propio destinatario de esa posible orden y sus subordinados lo niegan, que hasta ahí podríamos tener la duda de que lo niegan por encubrir al jefe y a ellos mismos. No, es que se dice que se ha dado orden de que se pida el archivo de ese procedimiento y ahí están los documentos que demuestran que no se ha pedido el archivo del procedimiento, que todo lo que se ha hecho es apoyar a la defensa en algún aspecto de su recurso pero en lo sustancial se ha dicho que sí al procedimiento. Luego, más prueba de lo que digo no hay.

P.- Hay otra prueba que es difícil para usted demostrar: la de que no está usted a las órdenes del Gobierno.

R.- También.

P.- ¿Podría usted demostrarlo?

R.- Yo creo que eso se verá con el tiempo. Se verá cómo hay muchas actuaciones, las que tenga que haber, que serán tanto en contra del partido en el Gobierno como en contra de los intereses de los partidos de la oposición o de quien corresponda. Y habrá otras, por el contrario, que no. Yo, evidentemente, no voy a actuar en contra del Gobierno porque tenga que demostrar nada, no. Por eso digo que será una cuestión quizá de tiempo porque no es hacer tres o cuatro relumbrones para que parezca…. No, no, no. Será con tiempo y cuando se analice toda la trayectoria se verá que se ha actuado con ecuanimidad respecto de todos. Lo cual dirá algo a favor mío pero también, pienso yo, a favor del propio Gobierno del cual espero no recibir ninguna orden ni instrucción. Pero este es un sitio donde hay gente seria y hay mecanismos articulados para quejarte de las órdenes que recibes y poder tratar y abordar el asunto. Es decir, es un desconocimiento importante de la institución. ¡Qué más quisieran algunos, de este Gobierno o de otros, que poder dar órdenes al Fiscal impunemente! Pero es que eso no es impune, ni muchísimo menos. Eso tiene muchísimo problema, ¡pero mucho!

P.- Pero luego hay cosas que levantan las sospechas. Por ejemplo, lo que hizo el todavía presidente de Murcia contando que él tenía los pronunciamientos contrarios de la Secretaria Técnica de la Fiscalía General y de cuatro fiscales de Sala a que se continuara con su acusación. ¿A este señor quién se lo ha dicho, el ministro de Justicia, que estuvo hablando con él? ¿Y por qué el ministro de Justicia hace eso?

El juez debe ser justo, no justiciero. Hay que evitar que se nos contagie el sistema de jueces y fiscales justicieros y de sentencias ejemplarizantes"

R.- Vamos a ver, distingamos. Una cosa es que se diga que yo he dado instrucciones indebidamente para que ese asunto se paralice, y ya he intentado explicar que eso no es concebible porque he consultado a todo el mundo, y otra cosa es que haya podido haber filtraciones. De modo que una vez tomada esa decisión totalmente autónoma, se ha podido enterar el ministro de Justicia, el presidente de Murcia y el de más allá. Si hablamos de lo primero, creo que he podido demostrar que se ha seguido el curso normal. Entrando en el fondo de la cuestión, es que realmente ahí no había motivo para continuar las actuaciones. Está bastante claro. Ahora bien, una vez tomada la decisión está el asunto de que se difunda o no se difunda, de que si lo sabe el señor de Murcia o no lo sabe (que, por cierto, se podía haber callado, pero es que les gusta presumir de que saben mucho y de que son muy poderosos). Cuando este señor dijo aquello, era en el programa de la mañana de Carlos Herrera y la nota oficial de que había un informe en este sentido había salido ya por la tarde. Y tanto él como el ministro han podido enterarse a saber por qué cauces. ¡Qué más quisiera yo que controlar todas las filtraciones que hay todos los días en la Fiscalía y en todos los juzgados de España!

P.- La pregunta es: ¿Usted, Fiscal General del Estado, informó al ministro de Justicia antes de emitir el informe oficial?

R.- No, no, por supuesto que no. Ésa es la cuestión. Pero esos informes han pasado por no sé cuántas manos. Pero eso no es lo importante. Lo importante es que quede claro que ha habido autonomía en la decisión. Y ha quedado claro.

P.- De todos modos usted tiene una dificultad, la de quitarse el sambenito de que está usted a las órdenes del Gobierno…

R.- Total, total…

P.- ... Porque Eduardo Torres Dulce dimitió y porque Consuelo Madrigal ha hecho saber que no fue renovada porque no quiso sustituir a Javier Zaragoza como fiscal jefe de la Audiencia Nacional y eso le deja a usted en una situación muy incómoda, ¿no?

Soy partidario de que los fiscales investiguen. La instrucción tal como está es un sistema de finales del siglo XIX"

R.- Ya, sí, sí, bueno, bien… Pero yo puedo justificar cada uno de los nombramientos que he hecho y las no renovaciones también las puedo justificar. Vamos a ver: yo considero que en el caso de la Audiencia Nacional es, no ya conveniente, sino imprescindible una renovación, un nuevo impulso a esa Fiscalía que ha cambiado absolutamente en los asuntos que tiene. Pero a Javier Zaragoza hay que reconocerle, porque es de justicia, que ha sido una de las mejores herramientas que ha tenido el Estado de Derecho para combatir el terrorismo, que no nos damos cuenta a veces, que hemos sido un país capaz de acabar con el terrorismo, con mucho tiempo, pero solamente a base del Derecho, de la ley. Y una pieza importantísima en eso ha sido Javier Zaragoza. Por lo tanto, méritos todos los que quiera, pero llega un momento en que lleva ya bastante tiempo y yo, para desbloquear la situación ahí, tengo que renovar. Claro, solución contraria: para que no se me critique, no renuevo. Pero entonces estaría haciendo un flaco favor. No hablo de valentía ni de cobardía pero creo, y a las pruebas me remito, que casi más enérgico es el hacer la renovación cuando hay que hacerla que el no hacerla. Y asumir las posibles críticas. Otro maravilloso fiscal, José Luis Bueren, extraordinario, un fiscal de los pies a la cabeza. Pero lleva años, es un puesto de un desgaste tremendo que tiene que estar siempre entre el fuego cruzado del ministerio, las organizaciones de fiscales, las comunidades autónomas... Y si yo quiero progresar y quiero avanzar, pues tengo que poner a alguien distinto, no porque él me parezca mal, ni mucho menos, él lo ha hecho de maravilla, sino porque en este momento hay que renovar para iniciar una nueva etapa porque José Luis Bueren estaba ya asaeteado por todas partes. Son decisiones que hay que tomar y yo las tomo porque es mi responsabilidad.

P.- Y arrostrar las consecuencias.

R.- Totalmente, claro, y estoy dispuesto además a explicar a quien haga falta el porqué tomo yo esas decisiones. Sí, sí.

P.- ¿A usted le da órdenes el Gobierno?

R.- No. En absoluto, en ningún momento. Yo tengo conflictos diarios -no yo, la institución- con el Gobierno y con el ministerio pero en cuestiones de organización, de aplicación de temas informáticos, de cursos de formación… Tenemos las lógicas y razonables ideas contrapuestas de cómo hacer las cosas y eso lo gestionamos con buena voluntad por ambas partes y las cosas se acaban solucionando. Pero ¿órdenes a mí el Gobierno? ¡En absoluto! Para empezar, el único con el que me he reunido es el ministro de Justicia, y yo le puedo asegurar al mil por mil que yo no he recibido ninguna orden del ministro de Justicia ¡ninguna! Incluso se ha llegado a decir que la Secretaria de Estado me ha dado una orden para remover a José Luis Bueren. Y yo lo dije también en el Parlamento: he coincidido con la Secretaria de Estado tres veces, las tres en público, y no creo que hayamos cruzado más de 20 palabras.

P.- Y para nombrar al fiscal Anticorrupción, ¿ha consultado usted con el ministro?

R.- ¡En absoluto, en absoluto! Y ya pueden decir misa. Conozco bien a Manuel Moix y el proyecto que ha presentado es impecable.

P.- Esta pregunta tiene su base en la constatación del afán de los miembros del poder político de meterse hasta en la cocina de todas las instituciones.

R.- ¡Sí, sí¡ Y de dar además la impresión de que las controlan, porque eso les da sensación de poder. ¡Sin lugar a dudas! Vamos a ver: a mí no me han dado orden ninguna y le voy a decir otra cosa: yo estuve 15 años presidiendo en Madrid una sección de la Audiencia Provincial; luego 15 años en el Supremo; he tenido unos cuantos asuntos importantes, en el Supremo muchos más. Y yo no he sufrido presiones de nadie nunca y sobre ningún asunto. Y creo que en este país una cosa es lo que el poder político quiera aparentar de poderío y otra cosa es a lo que luego se puedan atrever en el sentido de influir sobre las instituciones. Desde luego, mi experiencia personal es que nunca han pretendido influirme en ninguna decisión siendo magistrado. Ahora llevo de Fiscal 100 días. Hasta ahora no se ha producido y espero que no se producirá porque, si se llega a producir, ya sé lo que tengo que hacer.

P.- ¿Qué tendrá que hacer?

R.- Primero, decir que no estoy de acuerdo con que se me diga algo que vaya en contra de lo que yo creo que es lo correcto en esta institución y, si se me pone de una manera tremenda, pues… Pero es que a mí me gustaría no flaquear porque además tenemos una gran ventaja, y es que desde el año 2007 al Fiscal General no se le puede cesar y, por lo tanto, si el fiscal se mantiene firme puede proteger mucho la institución. Pero si viera que me es imposible ya resistirme, digo “oiga, yo me voy y adiós muy buenas”. Pero yo soy muy cabezota para eso, no me veo en la situación de decir “me rindo”. No me veo, no me veo.

P.- Las dos fiscales anticorrupción de Murcia se negaron a firmar el escrito en el que la Fiscalía se oponía a continuar con la acusación a Pedro Antonio Sánchez. Esto es bastante insólito. Y eso le ha dejado a usted en una posición por lo menos incómoda.

Es un momento para hacer reformas. Pero si no consideran que la Fiscalía sea autónoma, que modifiquen el Estatuto y le den más autonomía"

R.- Eso es raro, no es muy normal, pero se da muy de vez en cuando. Aquí lo que pasa es que ha tenido una trascendencia pública muy vinculada a los treinta y tantos nombramientos y eso ha influido. Lo de las dos fiscales Anticorrupción no es totalmente insólito, pero sí es excepcional. A ellas se les ofreció expresamente si querían plantear el incidente que prevé el artículo 27 del Estatuto Fiscal que incluye que la decisión adoptada se les explique en la Junta de Fiscales. Ellas dijeron que no lo consideraban necesario, solamente que no estaban de acuerdo. Por eso la teniente fiscal Anticorrupción, que ha tenido en todo momento un comportamiento pulcro, asumió el escrito y lo firmó ella. Y así se resolvió el tema.

P.- Interpretación en la calle: estas fiscales se rebelan contra el Fiscal General y dejan la posición de éste debilitada por desautorizada.

R.- Sí, sí. Pero no podemos considerar eso una rebelión porque no plantean el incidente que tenían en su mano del artículo 27. No dan ese paso, que sí sería más de enfrentamiento claro a lo que les estaban ordenando. Simplemente dicen que no están de acuerdo y que ellas tienen otro criterio. Y entonces se enfrenta el criterio de esas dos fiscales con el criterio del Fiscal General, de la Secretaría Técnica y de los cuatro fiscales de Sala del Supremo. Entonces ¿qué voy a hacer? ¿Voy a decir a las fiscales que hagan lo que ellas consideran oportuno después de que todos sus superiores haya opinado que era incorrecto lo que ellas estaban haciendo? Yo vi aquello, y sinceramente, un poquito de Derecho Penal sé, y no me parecía que ahí hubiera sustancia suficiente, pero por si acaso estuviera equivocado, me asesoré con el jefe de la Secretaría Técnica, al cual le estoy infinitamente agradecido, que lo estudió. Y también lo estudió el teniente fiscal. Y llegaron a una conclusión que coincidía con la mía: aquí no hay materia para perseguir esto porque se trata de unos actos preparatorios ni hay siquiera tentativa, hay unos contactos pero que no han llegado a cuajar en nada. No contentos con eso, me dice el jefe de la la Secretaría Técnica:“Plantéaselo a los fiscales de Sala del Supremo” porque como aquí estaba el supuesto de la senadora [Pilar Barreiro] era necesario. Y los fiscales de Sala en un informe escrito dicen que están totalmente de acuerdo con la Secretaría Técnica y conmigo.

Si después de todo eso me dicen que yo lo he impuesto sospechosamente, fuera de la legalidad y porque me lo ha impuesto el Gobierno, no sé ya cómo voy a poder probar mi autonomía (se ríe). Y otra cosa que se ha dicho es que se ha impedido a las fiscales seguir investigando. ¡No es cierto, no es cierto, si la investigación estaba acabada! Si el juez lo que nos estaba pidiendo era que, como ya estaba acabada la investigación díganme ustedes si procede, a la vista de lo que se ha descubierto, que se eleve o no la exposición razonada al TSJ. No hemos impedido investigar nada. Se ha investigado exhaustivamente. Y ahora era el momento de valorar si eso tenía contenido penal o no.

P.- Pues para que vea usted. Manifestación en Murcia pidiendo cárcel para Pedro Antonio Sánchez. Declaración de uno de los organizadores: “Contra una Justicia totalmente manipulada al servicio de ese pequeño grupo de privilegiados que están manipulando la Justicia social en su favor en detrimento de una Justicia social y para todos”. ¿Qué le parece?

R.- Eso es producto absolutamente de la ignorancia, de una intoxicación interesada y, muy peligroso, porque ahí se está desconfiando de instituciones que en el fondo son las últimas y únicas que van a proteger a esa gente menos favorecida. Estos son precisamente los que van a verse menos protegidos si se deterioran y se desacreditan totalmente las instituciones judiciales. Yo creo que es así, que la gente más vulnerable estará más desprotegida si se desacredita la Justicia de este país. Que yo creo que es una Justicia bastante eficaz. Todo el descrédito que se atribuye ahora la Fiscalía por estos asuntos es descrédito que se acumula a la Fiscalía en los otros muchísimos asuntos en los que acusa. Por eso siempre he sostenido que la Fiscalía tiene que actuar con escrupuloso respeto a los derechos, a las garantías porque eso, lejos de ser menos eficaz, es todo lo contrario, es más eficaz porque se carga de razón cuando considera que debe llevar un procedimiento adelante. Y ese va a ser, sin duda, mi modo de actuar mientras yo esté aquí. Yo no voy a consentir que se acuse a nadie si considero que no hay razón para ello.

P.- ¿Existe el riesgo de que jueces y fiscales se arruguen ante la presión ciudadana?

Los juicios paralelos son una patología gravísima que tenemos en nuestra sociedad, pero corregir eso es difícil"

R.- Hombre, ese riego es evidente, está ahí pero yo espero, confío y deseo que mis compañeros, y yo por supuesto, no se arruguen. Nosotros sabemos cuál es nuestra obligación. Cuando se habla de presiones a los fiscales, se puede estar hablando de presiones de las mafias y grupos de ese tipo, sin duda. Pero hay que resistir a todas las presiones, incluidas las que puedan venir de los medios de comunicación, con campañas organizadas con opiniones públicas más o menos configuradas o espontáneas de las que hay que mantenerse distantes y a la defensiva ¡Pero de todas las presiones! Que son muchas las que en esta sociedad tan compleja se pueden producir.

P.- Ya, pero eso era antes. Le vuelvo a preguntar: ¿hay jueces y fiscales que se arrugan hoy ante la presión ciudadana? Hablo, por ejemplo, de prisiones preventivas decretadas atendiendo a una alarma social más que discutible.

R.- Bueno, en algún supuesto puntual admito que pueda pensarse que ha sido así.

P.- ¿Convendría hacer un esfuerzo para huir del juez justiciero?

R.- ¡Sin duda, sin duda! El juez tiene que ser justo, no justiciero. Igual que las sentencias tienen que ser justas, no ejemplarizantes. Eso es tremendo, ¡tremendo!, eso sí que es una auténtica lacra que tenemos que combatir y evitar a toda costa, tenemos que impedir que se nos contagie el sistema de jueces y fiscales justicieros, de sentencias ejemplarizantes.

P.- ¿Qué efecto produce una opinión pública con posición y opinión sobre los juicios?

R.- A mí eso también me parece tremendo. Aquí se ha dado además un paso que me parece muy grave. Porque una cosa es el llamado juicio paralelo cuando se opina en medios de comunicación, en tertulias, sobre el transcurso de un juicio, cosa que se produce en una primera fase, que no veo en absoluto correcta porque yo añoro el tiempo en que se decía “el asunto está sub iudice”. Y, bueno, qué se le va a hacer. Pero una cosa es opinar sobre el juicio y otra cosa, que yo he visto con auténtico horror, es cuando en esos medios de comunicación se practican pruebas paralelas, se lleva a peritos para opinar incluso hasta sobre los gestos de quien declara. Eso es terrible, ya no sólo porque están perjudicando la presunción de inocencia y creando una opinión que puede presionar a los jueces, lo cual requiere jueces de un heroísmo especial para sobreponerse a todo eso, sino que se está haciendo un auténtico juicio paralelo que el tribunal no va a tener en cuenta pero que a la opinión pública se le ofrece como una sentencia. Esto es la justicia popular en el peor sentido del término. Hay una justicia popular digna, que es la que se ejerce a través del jurado, pero luego está esta justicia popular ausente de cualquier tipo de garantía, de técnica jurídica, de seriedad, y ésa es la que se practica. Y claro, eso tiene un peso terrible porque es la que celebra ante los ojos de la opinión pública, para la que tiene un valor que puede hasta desacreditar la propia sentencia técnica de un tribunal. Eso es peligrosísimo, yo creo que tendríamos que plantearnos que con eso había que acabar.

P.- A propósito del descrédito de los jueces, François Fillon, candidato a la presidencia de la República francesa, los ha desacreditado; Marine Le Pen ha hecho lo propio; Donald Trump no digamos. ¿Qué está pasando y que supone todo esto para el sistema?

R.- Vamos a ver, al poderoso siempre le ha incomodado la Justicia. Pero se tenía la prudencia y la discreción de no decirlo abiertamente. Y ahora es que se ha dado ya el paso al ataque directamente. Y al ataque directo apoyado en ideas totalmente populistas de crítica. No hay nada que le guste más al poderoso que una Justicia desacreditada. Y estos que están ahora desacreditando a las instituciones, yo no sé si se dan cuenta o no, pero están haciendo el caldo gordo a los poderosos. Están desacreditando a las instituciones que les protegen y el Estado de Derecho es eso, son leyes que protegen a todos pero especialmente al débil frente al más fuerte, naturalmente cuando tenga razón. Ésa es la esencia del Derecho y de los tribunales. Y con eso es con lo que insensatamente se está intentado acabar.

P.- ¿Está dañando esto al sistema?

R.- Mucho, esto puede dañar mucho al sistema. Pero al sistema también le dañan mucho los larguísimos procedimientos penales. Las macrocausas. Lo que más daña al sistema es que, en vez de resolverse un asunto de corrupción, por ejemplo, y en año y medio acabar con él , condenar y meter en la cárcel a todos los que hayan cometido un delito, la cosa se prolongue ocho o nueve años. Es un deterioro general, parece que la corrupción está presente en nuestras vidas días y días. Es como la superación del luto. Si lo prolongas tiempo y tiempo y tiempo se acaba cronificando y haciéndose insuperable. Por eso a mi juicio la agilización de la justicia penal es un tema capital. Pero capital como defensa del sistema, como protección de las instituciones.

P.- ¿Está usted involucrado en el proyecto de agilización de la Justicia ?

R.- Estábamos embarcados en la posibilidad de que se realizasen investigaciones breves a cargo del fiscal sin más pretensión que preparar el juicio oral, pero con todo esto que ha ocurrido, que es lo que a mí me produce más desazón personal porque es la gran ilusión que yo tenía al ocupar este cargo, con todas estas circunstancias que han salido por aquí, yo creo que manejadas irresponsablemente por muchos, nos estamos olvidando de que lo importante de verdad es modificar el sistema procesal penal para hacer la justicia penal más ágil y más rápida. Y yo, cada dos por tres, oigo decir “Claro, como el Fiscal General está manipulado por el Gobierno, ¿cómo vamos entregar la investigación al fiscal?”. Pues hay otra solución: refuercen ustedes, señores legisladores, el estatuto de autonomía del Ministerio Fiscal, refuércenlo al máximo, y cuando ya todo el mundo esté convencido de que el fiscal es autónomo, entonces den el paso a la investigación.

P.- Es decir, que usted es partidario de que los fiscales investiguen las causas.

La Justicia no necesita tanto de pactos como de que el Gobierno tome la iniciativa y los partidos actúen como hombres de Estado"

R.- Totalmente. Soy partidario de que investiguen porque de lo que yo soy partidario es de acabar con la instrucción. No de acabar con el juez de instrucción. Vamos a ver: la instrucción es un sistema de investigación para depurar si hay que llegar a juicio o no, de finales del siglo XIX, y era una cosa rápida, porque es para ver si un señor ha robado a otro, o uno ha dado un hachazo en la cabeza a otro. No era más que eso. ¿Qué ocurre? Que los fenómenos delictivos que tenemos ahora, y los más relevantes son corrupción y otros, son procedimientos muy complejos, muy complicados. Y si te introduces en ellos para preparar el juicio con la misma energía, la misma predisposición y los mismos mecanismos que antes servían como herramientas para procedimientos de chichinabo, entonces sucede que te empantanas. Y por eso pasa que te encuentras con un procedimiento en Andalucía con 300 imputados donde la juez de instrucción es un cuello de botella porque es una sola persona que, para empezar, para tomar declaración a los 300 imputados tarda dos años, cuatro años, una eternidad. Y además se ha producido otro fenómeno, y es que antes el peso de la instrucción era tan importante que si esas pruebas no se podían practicar en el juicio oral daba igual porque, como habían sido declaraciones ante el juez, las dábamos por válidas. Como ahora se entiende lógicamente que no vale con que se haya declarado ante un juez sino que hay que declararlo ante el tribunal que está juzgando, resulta que es absurdo llevar una instrucción larguísima acopiando documentos, papeles, testimonios, etcétera, que tarda años y años y además con un solo protagonista, que es el juez que, además, puede tener ciertas tentaciones de ser protagonista. La otra vía es tener enfrente a un equipo de fiscales que lo único que hagan sea ver si tienen pruebas suficientes para llevara juicio o no la causa. ¡Ahí está la clave para agilizar la justicia penal! Y eso, que yo casi veía que tocaba con los dedos cuando tomé posesión de ese cargo, con todo esto que se ha organizado, veo que se está alejando. Espero que siga adelante pero…

P.- ¿De qué depende?

R.- Pues mire, depende de que los partidos se pongan de acuerdo. Pero tal y como está el panorama, no veo yo… Ahí estamos atravesados y ése es el problema que tenemos.

P.- O sea, fiscales que investiguen…

R.- Que investiguen. El fiscal lo único que tiene que hacer es ver si hay pruebas suficientes. Y el juez proporcionar las garantías y tutelar mejor. La figura del juez de instrucción ha prestado un servicio extraordinario a este país durante ciento y pico de años y en España tenemos una justicia de gran calidad gracias al juez de instrucción. Pero llega un momento en que dices: ¿Cómo va a ser la misma persona el protagonista de la investigación, el que dirija la Policía, el que se autorice a la vez a sí mismo entradas en domicilio, intervenciones telefónicas y el que decida si acuerda una prisión preventiva o no? ¡Pero si es que esto está ya resuelto en todo el mundo mundial! ¡Si es que somos los únicos que quedamos de esta manera! Este es un asunto capital pero no sólo para la justicia penal sino para la defensa del sistema. Si los asuntos de corrupción que han aflorado se hubieran resuelto en un tiempo razonable, ahora estaríamos limpios y no seguiríamos dando vueltas a la corrupción.

P.- Por lo tanto: no a las macrocausas.

R.- En el borrador de Código Procesal Penal último que se hizo se intentaba dar soluciones para evitarlas.

P.- ¿Y cree que se va a conseguir?

R.- Depende de que haya una ley que lo articule y que lo posibilite o no.

P.- Es decir, que usted cree que el descrédito que se ha generado en torno a la Fiscalía con estos asuntos va a impedir o va a dificultar esta reforma.

R.- Yo creo que la va a dificultar. Y me parece gravísimo porque éste era un momento histórico para hacer estas reformas. Pero también digo: si el problema es que no consideran que la Fiscalía es suficientemente autónoma, pues que sean responsables de esta idea los legisladores y que modifiquen el Estatuto de la Fiscalía.

P.- ¿Qué opina del recurso a la alarma social al que echan mano tantos y tantos jueces para dictar prisión preventiva contra gente que no cumple ninguno de los tres requisitos, es decir, que no tienen riesgo de fuga, que no pueden destruir pruebas y que no pueden delinquir de nuevo?

R.- Pues mire, esto es un paso atrás de más de 30 años porque el Tribunal Constitucional dejó bien claro a principios de los 80 que la alarma social no podía ni debía ser nunca motivo para acordar la prisión preventiva. Porque la alarma social, entre otras cosas, puede ser algo que se crea artificialmente.

P.- Pero, ¿qué es alarma social?

R.- Yo no se lo voy a explicar porque yo soy el primero que no soy capaz de definir esa categoría en los tiempos actuales.

P.- Hombre, un múltiple asesino suelto sí produciría alarma social.

R.- Pero es que el asesino múltiple encaja en uno de los motivos para dictar prisión que no es la alarma social sino el riesgo de repetición de delito. Todo tiene su encaje perfecto y la alarma social es un concepto venido de otras épocas que todos queremos olvidar.

P.- ¿Hay alguna manera de que en este país se eviten o al menos se reduzcan los juicios paralelos?

R.- Uf, reconozco que eso es muy difícil, creo que es una patología gravísima, gravísima, que tenemos ahora en nuestra sociedad pero corregirlo es difícil porque la dimensión que se ha dado a la libertad de expresión y a la libertad de información y lo que se ha venido cediendo a esos ámbitos que son importantísimos, por supuesto, y necesarios en la vida democrática, mal utilizados por algunos, son muy difíciles de corregir. Por supuesto, yo me apunto a cualquier intento y a cualquier iniciativa razonable. Pero hace falta mucho valor, mucho coraje, mucha virtud cívica y mucha convicción democrática para abordar eso.

P.- ¿Qué fue de ese Pacto por la Justicia que nunca llega a término?

R.- Yo solamente digo que ya hubo un pacto por la Justicia en su día y creo que los resultados no fueron buenos. Y creo que la Justicia no necesita tanto de pactos como de plantarse seriamente, que el Gobierno de turno tome la iniciativa y la responsabilidad y el resto de los partidos actúen como hombres de Estado. Hacen más falta hombres de Estado que pactos.

P.- ¿Se ha dicho usted ya “si lo sé no vengo”?

R.- (Se ríe). Pues no, porque yo soy muy cabezota y además muy optimista y creo que se puede conseguir mucho. Y todavía pienso que se puede hacer mucho. Además, éste es un puesto precioso, que me parece muy interesante. Y he conseguido ser portada de El Jueves, ¡lo cual en mi vida hubiera soñado! Ahora me queda ser ninot de las Fallas y que me hagan una coplilla en el Carnaval de Cádiz y ya con eso habría colmado todas mis aspiraciones vitales (se ríe). No, no, no me arrepiento de haber venido, aunque es cierto que cada mañana te levantas diciendo “qué me esperará hoy”. ¡Porque cada día tienes montado un lío en algún sitio!

P.- ¿Qué se propone hacer desde este puesto?

R.- Mi idea fundamental era poder participar, contribuir, colaborar a que se hiciera lo mejor posible el cambio del sistema penal en este país, que me parece imprescindible hacerlo. Si por las circunstancias eso no fuera posible, por lo menos dejar un Ministerio Fiscal dotado de la máxima autonomía para que el día de mañana alguien pueda hacer de verdad ese cambio del sistema penal. Yo sigo empeñado en ello. Vamos a ver.

P.- ¿Sería usted partidario de una modificación que permitiera que al Fiscal General no lo nombre el Gobierno?

R.- Eso lo veo muy complicado porque la alternativa es el Parlamento. Y como antes le decía, en ningún país existe. Pero es que además yo sinceramente pienso que se somete más a criterios de politización el estar nombrado por los diferentes acuerdos entre los partidos políticos y dependiendo de los juegos parlamentarios que se vayan estableciendo, más que por el Ejecutivo. En todos los países al Fiscal lo nombra el Ejecutivo. ¡España es un ejemplo de autonomía del Fiscal!