En Sabin Etxea saben que las oportunidades no se pueden dejar escapar. Detectarlas es sencillo, gestionarlas de modo adecuado, no tanto. La clave pasa por medir tiempos, discursos y exigencias y hacerlo en su justa medida. En el PNV se han hecho expertos. Lo han practicado desde la recuperación de la democracia. Nunca una representación parlamentaria tan reducida reportó tantos beneficios. En las cuatro últimas décadas los nacionalistas las han identificado y exprimido con buenos resultados. Desde tiempos de la Transición el nacionalismo vasco no ha hecho sino combinar periodos de cosecha con periodos de siembra. Ahora, en el momento de mayor debilidad del partido en el poder, es hora de recoger. Los cinco 'votos de oro' del PNV, prácticamente amarrados por el PP para sacar adelante sus cuentas, se pagarán caro.

La máxima no es ningún secreto: convertir en oportunidad la debilidad del adversario. La formación que hoy preside Andoni Ortuzar la ha practicado ahora con el Gobierno en minoría de Mariano Rajoy. Antes lo hicieron sus antecesores; Iñigo Urkullu con José Luis Rodríguez Zapatero, Xabier Arzallus con José María Aznar e incluso, en el final del franquismo, con Adolfo Suarez.

En los próximos días el principio de acuerdo alcanzado el viernes por el PNV con el equipo negociador de Cristóbal Montoro enfilará la recta final. Por si acaso, y para no rebajar la tensión, los nacionalistas han decidido guardarse la amenaza de apoyar una enmienda a la totalidad de otra formación en caso de que la sintonía se distorsione más de lo debido en el último minuto. Parece muy complicado que eso suceda.

Una llamada de Rajoy a Ortuzar el pasado jueves desbloqueó la negociación y forzó el principio de acuerdo con el PNV

El PNV quiere agotar al máximo la capacidad de cesión del Ejecutivo del PP para poder rubricar un acuerdo redondo que evite posibles rechazos entre sus bases y minimice al máximo la crítica en el conjunto de la sociedad vasca. Entenderse con el PP en tiempos de tsunami de corrupción puede llevar a cotas elevadas la incomprensión. “Necesitamos un buen acuerdo y mucha pedagogía”, resume un asesor del PNV. Y a ello se dedicarán este puente y parte de la próxima semana.

Cupo, energía y autogobierno

Hasta el día 4 de mayo, cuando se votan las enmiendas a la totalidad, los negociadores nacionalistas seguirán rascando en el zurrón del Gobierno. Por ahora los logros son importantes. Se traducen en acuerdo casi cerrado en lo relativo a la liquidación del Cupo del último decenio –las discrepancias partían de un montante de 1.600 millones de euros- y en un compromiso para firmar cuanto antes una nueva Ley Quinquenal del Cupo que fije el marco de cálculo y pago de las competencias del Estado en Euskadi para los próximos cinco años.

No es todo, el PNV también tiene prácticamente cerrado un acuerdo en lo relativo a la tarifa eléctrica que se aplica a la industria vasca y cuyo rebaje viene reclamando desde hace tiempo. A todo ello se suma la firma comprometida de inversiones para hacer efectivos los compromisos ferroviarios anunciados en torno al Tren de Alta Velocidad (TAV). También hay un pacto a falta de flecos en torno a determinadas disputas competenciales y a compromisos en materia de autogobierno.

Los nacionalistas por ahora no desvelan la letra pequeña de este principio de acuerdo y se limitan a asegurar que de cerrarlo será “un buen acuerdo” para Euskadi. Ven posibilidades para ello, “por eso nos hemos echado a la piscina, porque vemos voluntad para ello”. Voluntad que sólo 24 horas antes significados interlocutores del PNV negaban y cuestionaban pero que a última hora del viernes, mientras el Athletic jugaba contra el Betis en San Mamés, una llamada al despacho de Andoni Ortuzar reorientó. Era Mariano Rajoy.

El PNV sopesa si someter a su presidente al desgaste de rubricar el acuerdo y dejarse fotografiar junto a Rajoy, acosado por la corrupción

El presidente del Gobierno, recién llegado de su gira americana cual indiano dispuesto a financiar el acuerdo, conversó con el presidente del PNV para convencerle de que no presentara la enmienda a la totalidad, cuyo plazo concluía en cuestión de horas. Rajoy, tras escuchar de boca del líder nacionalista los puntos de bloqueo en los que se había sumido la negociación, se comprometió a facilitar las conversaciones. A cambio, el PNV debía abstenerse de presentar la enmienda a la totalidad de las cuentas de 2017, como finalmente hizo ayer.

Todo apunta a que se agotará el tiempo de negociación hasta el último minuto. El Pleno del Congreso que comienza el día 3 de mayo y que un día después somete a votación las enmiendas, es el plazo fijado entre ambos equipos negociadores.

Llegados a este punto, ni unos ni otros tendrían fácil explicar por qué finalmente no se rubrica. El apretón de manos entre las dos partes rememorará a la escena que en 1996 protagonizaron ambas formaciones y sus líderes. En aquella ocasión, José María Aznar por el PP y Xabier Arzallus por el PNV. Ahora en la sede del PNV sopesan como se ha de escenificar un acuerdo en el actual contexto. Será Ortuzar quien salga en la foto sólo si la relevancia del acuerdo permite compensar el desgaste de esa imagen junto a Rajoy, en horas bajas.

Una historia de votos por 'réditos'

El renacido entendimiento entre populares y nacionalistas rompe no sólo años de ausencia de comunicación sino que recupera los tiempos de sintonía de los primeros gobiernos del PP en España. Entonces el botín que logró el PNV por respaldar al recién elegido presidente Aznar fue importante. El voto favorable a su investidura tuvo como contraprestación un compromiso del Gobierno de desarrollo del Estatuto de Gernika, mejoras en el Concierto Económico –reforzando la bilateralidad, ampliando la capacidad normativa de las haciendas vascas en el IRPF o concertando nuevos tributos-, financiación de la formación continua o devolución de patrimonio incautad por el franquismo al PNV.

También con los dos presidente socialistas ha sabido rentabilizar el PNV sus escasos escaños en la Cámara Baja. Con Zapatero el mayor resultado por el respaldo a unos presupuestos lo obtuvo en 2011. En el final de su mandato el presidente del PSOE accedió a transferir 472 millones de euros al País Vasco por la gestión de las políticas activas de empleo, bonificar las cuotas de la seguridad social a las empresas y ceder a Euskadi la inspección de trabajo.

Los nacionalistas han cedido sus votos a Felipe González, Aznar y Zapatero a cambio de cesiones económicas y competenciales

Un año antes, Zapatero también pagó el respaldo del PNV a los presupuestos de 2010 con un blindaje del Concierto Económico vasco, la transferencia de las políticas activas de empleo y el pago de 450 millones de euros a la Diputación de Álava en concepto de IVA.

Con Felipe González las formaciones nacionalistas, catalanes y vascos, intercambiaron apoyos. El presidente socialista llegó a ofrecer al PNV entrar en el Gobierno en 1993 para ocupar la cartera de Industria, propuesta que fue rechazada.

El afán negociador del PNV obtuvo sin duda su mayor botín en la negociación abierta para poner las bases del actual modelo autonómico. Durante la Transición, los nacionalistas vascos negociaron no sólo la recuperación del Concierto Económico sino un Estatuto de Autonomía que blindaba el carácter de comunidad “histórica” del País Vasco y su singularidad.