Nació fruto de una tormenta y en sus apenas tres décadas de existencia no la ha abandonado. La ha sobrellevado alternando periodos de virulencia y años de calma confortable que permitían mirar el horizonte con optimismo. Pero la historia de Eusko Alkartasuna (EA) se escribe con episodios de convulsión. Este fin de semana incorporará uno más. El partido celebra su XII Congreso en San Sebastián en el que no sólo críticos y oficialistas se disputarán el control del partido, con dos candidatos en pugna, sino que confrontarán modelos de partido y estrategia política.

La breve historia de la formación que el ex lehendakari Carlos Garaikoetxea fundó en 1986, tras una dura escisión del PNV, discurre entre la gloria del poder en gobiernos de coalición con sus ex compañeros y la escisión y fundación de un nuevo partido de una parte de sus bases y la agonía de la pérdida de apoyos que a punto hizo desaparecer la formación hace unos años. La tabla de salvación a la que EA se tuvo que aferrar para no morir de inanición fue la izquierda abertzale. La misma que ahora amenaza con fagocitarla y al frente de la cual se quiere poner a Arnaldo Otegi.

En 2011 el partido que lidera Pello Urizar había completado su viraje hacia tesis independentistas que el nacionalismo moderado de Urkullu empezaba a despreciar. La distancia entre las dos marcas del otrora nacionalismo institucional y moderado se había hecho insostenible. EA se había hecho más de izquierdas y más independentista y la confluencia con la izquierda abertzale era cuestión de tiempo. Aquel año EA se integró en una coalición con la izquierda abertzale, con Aralar y con Alternatiba para fundar poco después EH Bildu.

La tabla de salvación a la que EA se tuvo que aferrar para no morir de inanición fue la izquierda abertzale. La misma que amenaza con fagocitarla.

Han pasado seis años y poco queda de la EA que un día nació de las entrañas del PNV. Si su primer reto fue diferenciarse del mensaje del nacionalismo del que surgió, el actual pasa por no diluirse en una coalición controlada por Sortu. El riesgo y la amenaza a su pervivencia lo ha denunciado casi medio millar de militantes de EA que este fin de semana disputarán a Urizar la Secretaría General. Cuando en 2009 se encumbró a la dirección de EA lo hizo también en un clima de agitación interna y después de una crisis electoral que derivó en una escisión de los sectores guipuzcoanos contrarios al acercamiento que se estaba produciendo a la izquierda abertzale y apoyado por la corriente mayoritaria. La escisión de EA de la que saldría un nuevo y breve partido, Hamaikabat, fue sólo una muesca más de desgaste. Pese ella, en 2013 Urizar fue reelegido y lo hizo con holgura, gracias el apoyo del 98% de los militantes.

La nueva etapa iniciada a partir de entonces, bajo el manto y protección de la recién nacida coalición, EH Bildu, era una incógnita. La ilusión de unos contrastaba con el temor de otros militantes de ver cómo la identidad de EA se diluiría como un azucarillo bajo el control de la izquierda abertzale.

Reformular el modelo de coalición en EH Bildu

Hoy aquel apoyo casi unánime con el que Urizar fue reelegido se ha agotado. En el congreso que este sábado arranca en la capital guipuzcoana el sector crítico amenaza con desbancarla. Entre el medio millar de militantes que integran la plataforma ‘Alkartasuna 2017’ figura no sólo el fundador y líder histórico del partido, Carlos Garaikoetxea, sino tres de sus ex presidentes -Manuel Ibarrondo, Koldo Amezketa y Unai Ziarreta- además de nombres de peso como Rafael Larreina. La corriente crítica ofrece un recambio. Propone que sea Maiorga Ramírez, parlamentario en el Parlamento de Navarra, el candidato a la secretaría general de EA.

Han pasado seis años desde que la noche del 5 de mayo de 2011 el pleno del Tribunal Constitucional diera vía libre a EH Bildu para concurrir a las elecciones y superar así el periodo de ilegalización en la que se encontraba la izquierda abertzale. En ese momento de ilusión recuperada y fortalecida del independentismo radical vasco, EA se subió a un tren que le insufló el oxígeno del que carecía. La decisión de crear una coalición a modo de ‘polo soberanista’ firmó sus mejores resultados en su primera cita con las urnas. Desde entonces, la pérdida de apoyo ha sido constante empujada por la crisis y el hastío social, contexto que en el que la estabilidad que defiende el PNV ha sabido ganar terreno.

Las dos corrientes discrepan sobre el modelo de coalición, EH Bildu, que debe conformarse y el papel que en ella juegue EA

En los últimos meses el discurso de EH Bildu y el de sus propios integrantes se ha quedado atrapado en el seguidismo al ‘bucle’ de la vía catalana, el proceso sin fin de disolución de ETA y el acuerdo de estabilidad PNV-PSE que desinfla la capacidad de determinar la política en Euskadi que pueda tener la coalición.

En este contexto, tanto EA como la propia coalición, al mismo tiempo que lo hace la “refundada” izquierda abertzale de Otegi, afrontan un periodo de reflexión y reformulación de sus modelos de partido. Actualmente EH Bildu está integrada por cuatro partidos: Sortu, formación de la izquierda abertzale que lleva el control y verdadero peso de la coalición y EA, Aralar y Alternatiba cuyo peso e influencia en fijar el rumbo de la coalición que lidera la oposición en Euskadi es prácticamente nulo.

Garaikoetxea: “Coalición sí, partido único no”

Cuando se fundó Bildu EA el objetivo era conformar un potente ‘polo soberanista’ que a imitación de Cataluña pudiera iniciar un camino unilateral hacia la independencia del País Vasco. Pero el tiempo y los acontecimientos han ido matizando aquella apuesta. De la batalla unilateral y conjunta de toda Euskal Herria se pasó pronto a abogar por procesos autónomos en cada territorio (Euskadi por un lado, Navarra por otro y el País Vasco francés por otro).

Pero la velocidad, la música y la letra del ‘polo’ la escribían Otegi y sus amigos. Urizar y los suyos apenas sumaban estrofas a un discurso y a una estrategia en la que cada ve han ejercido más como convidados de piedra.  La gota que ha colmado el vaso y ha fracturado a las bases cayó cuando desde EH Bildu se apostó por repensar el modelo de coalición y convertirla en un partido con dirección y militantes propios, integrado por representantes de sus integrantes pero con personalidad propia. Un intento por atraer a “independientes” que facilitaran copar un mayor espacio ideológico.

Garaikoetxea lo ha dejado claro, “coalición sí, partido único, no”. La partida que este fin de semana libra EA en su congreso puede determinar el futuro del partido. Los críticos reivindican la necesidad de volver a reivindicar el legado ideológico y la historia de la formación, “no hacerlo “sería el error de los errores”, aseguró el ex lehendakari tras expresar su respaldo a la candidatura de Maiorga Ramírez. Una historia que se escribe con acuerdos como los de Ajuria Enea, el pacto de Lizarra o los tres Gobiernos en los que EA participó en coalición con el PNV e incluso en tripartito con Izquierda Unida en el periodo 1995-2001.

El ex lehendakari asegura que EA debe reivindicar el legado ideológico y la historia de la formación, “no hacerlo “sería el error de los errores”,

Hoy EA se mueve entre la irrelevancia y la necesidad de reivindicarse para no dejarse absorber y anular por Sortu. Los apenas 2.500 afiliados de la formación lo convierten en un agente con un peso muy reducido ante la todopoderosa izquierda abertzale que lidera Arnaldo Otegi.

Ni críticos ni oficialistas se plantean abandonar la coalición, pero los primeros sí quieren cambiar las condiciones en la que estar presente y no descartan abandonarla para renegociar su entrada. También el modo en el que EA debe decidir cada paso. Reclaman mayor transparencia y voz a las bases, para que las decisiones no se sometan a ratificación de meros hechos consumados. Enriquecer la vida interna de EA y proteger la autonomía del partido dentro de la coalición, que pertenecer no sea una cesión de soberanía sino un modo de hacer valer su voz singular para que sea tenida más en cuenta.

Urizar ya ha asegurado que la búsqueda de una integración se trabajará hasta el último minuto. Incluso que si el obstáculo para alcanzarla es él está dispuesto a abandonar. Maiorga Ramírez, el candidato crítico, también se compromete a ello pero por si acaso no ve problema en que las bases decidan entre dos modelos, dos candidaturas y dos formas de entender EA.