El Pleno del Congreso sobre la responsabilidad política de Mariano Rajoy en la trama Gürtel no pasará a la historia de la Cámara. Todos los argumentos expuestos los hemos escuchado ya: el SMS de Bárcenas,  los sobresueldos, la caja B del PP, etcétera.

La oposición (PSOE y Podemos) puso en marcha la iniciativa tras la comparecencia del presidente del Gobierno en la Audiencia Nacional (26 de julio), donde acudió como testigo para declarar sobre uno de los sumarios de la Gürtel. Pero, desde entonces, han pasado cosas muy importantes en España. Por ejemplo, que un grupo ligado al ISIS ha asesinado a 16 personas en Barcelona y Cambrils, o que Puigdemont ha reiterado el desafío más grave a la democracia española desde el 23-F. Por ello, que el primer Pleno tras las vacaciones sea para volver a oír la misma cantinela, sin ninguna novedad reseñable, más que en el duro cara a cara con Margarita Robles, no sólo no debilita a Rajoy, sino que le hace fuerte, al convertirle en el único dirigente que ha priorizado los dos asuntos que han acaparado las portadas de todos los medios de información durante la últimas semanas.

Rajoy no ha salido debilitado. Pero no hay que perder de vista la maniobra en marcha para una moción de censura presentada por Pedro Sánchez

Sin embargo, la liviana polvareda del Pleno no debe ocultar el asunto político de fondo que va a marcar la segunda parte de esta legislatura.  Rajoy ha dicho que la mejor manera de hacerle asumir su responsabilidad política es presentar una moción de censura y ganarla. No fue sólo un recuerdo del fracaso de Podemos, sino, muy al contrario, una advertencia para próximas intentonas.

La reciente reunión en Barcelona en casa de Jaume Roures entre Pablo Iglesias y Oriol Junqueras no sólo apunta a una coalición de izquierdas en Cataluña tras las elecciones que seguirán al fiasco del 1-O, sino que señalan el camino para una nueva moción de censura en el Congreso, esta vez presentada por el PSOE. Por eso es relevante que el PNV decidiera apoyar la comparecencia de Rajoy. Ese gesto no tiene como fin sacar los colores al presidente por la corrupción, sino advertirle de que el nacionalismo vasco puede, en efecto, apoyar los presupuestos, pero no le ha dado carta blanca al PP.

Algunos portavoces (como Tardà o Baldoví), resaltaron la contradicción que supone que, sumando más diputados, el bloque opositor no pueda llegar a un acuerdo para echar a Rajoy en una  moción de censura.

La clave de esta segunda mitad de legislatura es qué hará Pedro Sánchez: ¿aceptará un pacto con grupos independentistas como ERC con tal de alcanzar el poder antes de las próximas elecciones generales, o, por el contrario, seguirá trabajando para convertir a su partido en una alternativa sólida para gobernar el país?