Tanto políticos y altos cargos de la Generalitat destituidos el viernes por la noche como el movimiento independentista organizado en la calle viven estas horas en una realidad paralela al resto de España: todos se reconocen dentro de un proceso constituyente para proclamar la República Catalana que no tiene medios para hacerlo. Tampoco aceptan las elecciones autonómicas del 21 de diciembre marcadas por el Gobierno. Y mientras esa pararrealidad continúa en las calles de Barcelona y se masca cierta tensión por cómo se materializará el 155, otro elemento preocupa según varios activistas del soberanismo: la manifestación convocada hoy por Sociedad Civil Catalana.

Lo reiteran desde dirigentes políticos de Junts Pel Sí a portavoces de colectivos como Ómnium o la Asamblea Nacional Catalana (ANC). “La capacidad de movilización del españolismo en la última convocatoria fue impresionante”, reconocen, “pero también hay que decir que contó con mucha ayuda de fuera de Cataluña”, matizan.

Las organizaciones que aglutinan lo que ellas denominan “sociedad civil organizada” señalan su inquietud por que una alta participación en el acto contra la independencia tensione más las cosas. Hacen alusiones a la posibilidad de quiebra del carácter mayoritariamente pacífico de sus propias convocatorias, aunque también subyace otro miedo: perder fuelle –y legitimidad- en las calles tras años de exhibiciones masivas.

Síntomas de agotamiento

Se palpa agotamiento en el procès y así lo constatan asistentes a los fastos del viernes tras la declaración solemne en el Parlament: primero, porque las decenas de miles de asistentes en las inmediaciones del hemiciclo rompieron filas al poco del anuncio de Carme Forcadell; “y peor aún, porque Sant Jaume –donde se festejaría la independencia- se vació a las once de la noche. ¡Menuda bienvenida al Nou Estat!”, ironiza un joven que acudió a la zona del Raval y que se define como “independentista moderado”.

En espera del desenlace de la marcha por la unidad de España, la incertidumbre ante lo desconocido campa a sus anchas en Cataluña. “Calma chicha”, dicen en Ómnium. El sábado este medio trató de contactar con un alcalde independentista, un presidente de Diputación, un dirigente provincial de ERC y otro del PDeCAT y hasta con un director general de la Generalitat –que seguirá en su puesto al no afectarle la inhabilitación- para consultar su opinión sobre lo que se avecina. Alguno no respondió y la mayoría o rehusaban vaticinar nada al respecto o sencillamente aseguraban desconocer lo que vendrá el domingo y el lunes. “Yo sin alguna instrucción de arriba mejor no opino”, zanja uno de ellos.