Política

Muere Totó Riina, el mafioso de las matanzas

Toto Riina durante un proceso
Toto Riina durante un proceso

“Soy un analfabeto, apenas tengo quinto de primaria, pero no se necesita la universidad para ser el jefe de la Mafia”. Así se retrataba, con un italiano incierto, Zu Totó. Sentado en el banquillo de la sala búnker del tribunal de Palermo, Salvatore Riina, capo dei capi de la mafia siciliana, respondía a la acusación de triple asesinato a principio de los años 90. Uno de los muchos delitos por los que fue condenado a 26 cadenas perpetuas por la justicia italiana.

Riina la Bestia, El Corto, muere el día posterior de su cumpleaños. Acababa de cumplir 87 años. Ha fallecido este jueves, después de pasar dos veces por el quirófano del pabellón para detenidos del Hospital de Parma. La ciudad donde cumplía condena en una cárcel de máxima seguridad. Solo un permiso especial del ministro italiano de Justicia, Andrea Orlando, ha permitido a los hijos acercarse a su cama y despedirse de él. Riina llevaba mucho tiempo gravemente enfermo pero en ningún momento mostró arrepentimiento. Las condiciones de salud no disminuyen su peligrosidad. Así motivaron los jueces la negativa a cualquier beneficio carcelario.

Llevaba mucho tiempo gravemente enfermo pero en ningún momento mostró arrepentimiento

Desde Corleone, pequeña aldea en el interior de Palermo, llegó al mando de la Cosa Nostra a principio de los años 80 con una guerra de mafias en la que eliminó a todos los capos de las familias rivales. En los años 90 desató otra guerra, esta vez contra el estado italiano que había empezado a combatir seriamente la mafia con la ayuda de los pentiti. Criminales arrepentidos que habían empezado a contar quiénes eran los capofamiglia, cómo se desarrollaban los negocios de la droga y de la extorsión y sobre todo sus conexiones con la política.

El pentito Tommaso Buscetta contó al fiscal Giovanni Falcone todos los secretos que conocía de la mafia y éste instruyo el Maxiprocesso. Un gran proceso sentó en el banquillo a todos los principales jefes de la mafia. Todos menos Zu Totó, que desde 1969 estaba en busca y captura. Para vengarse, Riina organizó el atentatuni, el gran atentado. Más de 500 kilos de explosivos que volaron el coche con el que Falcone volvía a su casa de Palermo.

Fue el primero de una larga serie de atentados, una estrategia terrorista que azotó Italia entre 1992 y 1993. Fueron años de sangre, pero empujaron al gobierno de Roma a tomar medidas nunca vistas antes para enfrentarse a Cosa Nostra. Un tribunal especial para los delitos de mafia, confiscación de bienes y la detención en cárceles de máxima seguridad. La sombra de Riina llegó a amenazar incluso a Silvio Berlusconi. El brazo derecho del ex presidente del gobierno italiano, Marcello Dell’Utri, fue condenado en 2014 a siete años de cárcel por ser el hombre de la Mafia en Milán en los años ’80 y ’90.

Zu Totó capitulaba el 15 enero 1993. Los grupos especiales de los Carabinieri lo detuvieron mientras salía del chalet donde se escondía en la periferia de Palermo. El reino del terror de la Bestia se había acabado. Nunca se esclareció el dispositivo que llevó a su arresto. ¿Un soplo? El Capitán Último, el jefe de la unidad de los Carabienieri, fue acusado y luego absuelto por complicidad con la mafia. Mientras tanto, el sustituto de Riina, Bernardo Provenzano, el Tío Bernardo, quería paz. El nuevo capo dei capi detuvo la guerra contra el estado y la Mafia dejó de matar.

En contra de Riina, cuya salud se deterioraba cada vez más desde 2003, quedaba todavía abierto un juicio. El proceso sobre la Trattativa, el acuerdo entre el estado y la Mafia para sellar la paz. Según el testigo Massimo Ciancimino, hijo del mafioso y político de la Democrazia Cristiana Vito Ciancimino, Riina intentó una negociación para parar las matanzas a cambio de que una revisión del Maxiprocesso y una relajación de la lucha contra la mafia. Las investigaciones llegaron a involucrar al ex presidente de la Repubblica Giorgio Napolitano, interrogado en 2014 por los magistrados cuando todavía ostentaba el cargo de jefe de estado y al actual Presidente del Senado, Pietro Grasso. En 2015 el proceso acabó como muchos misterios italianos: la negociación existió, escribieron los jueces en la sentencia, pero todos fueron absueltos.

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