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El día que Pablo Casado derrotó a Mariano Rajoy

Pablo Casado, ante Rajoy y Santamaría.

Pablo Casado, ante Rajoy y Santamaría en el congreso del Partido Popular. EFE

Al llegar al hotel Auditorium lo primero que se encontraban los compromisarios del Partido Popular era un detector de metales. Con cuchillos y otros objetos afilados no se podía entrar por seguridad a la votación de las primarias.

Cuando cinco horas más tarde se supo que había ganado Pablo Casado ya nadie los empuñaba porque todos necesitaban las dos manos para aplaudir al nuevo líder como si ahí no hubiera pasado nada.

La elección de Casado demuestra que tanto los aparatos de los partidos como la experiencia están sobrevalorados. Que se lo digan a Pedro Sánchez, que de repente se ha convertido en el líder político con más experiencia de Gobierno (dos meses) y el más veterano (con 46 años) al frente de un partido político en España. Le saca nueve años al nuevo presidente del Partido Popular, que nació en 1981, el año que Mariano Rajoy se estrenaba como diputado.

No solo ha perdido Soraya Sáenz de Santamaría. La victoria de Casado es una enmienda a la totalidad a su predecesor. “Debemos recuperar la ilusión” fue uno de los eslóganes más repetidos del palentino apadrinado por José María Aznar y  Esperanza Aguirre. Daba así sutilmente por hecho Casado que, además del Gobierno, con Rajoy el PP también había perdido la ilusión durante la última etapa.

El discurso de Casado convenció a varios votantes indecisos, al menos a juzgar por lo que varios de ellos comentaban a pie de moqueta durante las colas de las votaciones. “Mencionó Aragón y todas las provincias. Eso emociona mucho”, comentaba un señor de Alcañiz. “Aunque me gusta mucho Soraya, pero Pablo llega más”.

Se vino tan arriba a Pablo Casado durante su intervención que aseguró llevar 30 años defendiendo el Partido Popular. Habría que imaginarlo haciendo mítines ya en 2° de EGB. En realidad se afilió al PP en 2003, con 22 años, cuando Rajoy llevaba ya cuarto de siglo en política.

Hizo un discurso mucho más emocional y pasional que el de Santamaría, que leía sin disimular algunas partes y eso que muchas de ellas eran frases repetidas de mítines anteriores durante la campaña.

Tono emocional

Después de 14 años de marianismo; resultó que los compromisarios preferían un tono más emocional y menos opositor. Los peperos han elegido un líder que les llega más a las tripas que a la cabeza. Tan arriba se vino Casado durante su discurso que pidió el voto no solo a los españoles, también a los cubanos y venezolanos que pasaran por ahí; y a los liberales y los conservadores; a las feministas y los antiabortistas; a todas las orientaciones sexuales y a los de Hazte Oír.

Se acordó también de los que se dejan su vida tratando de cruzar el Mediterráneo y mandó un afectuoso saludo a la valla de Melilla. Alabó a los de Don Pelayo y pidió el voto de Tabarnia. Con tanta vehemencia dijo defender la vida y la familia que parecía que Soraya hubiera estado a favor de la muerte y la soltería.

Más de 200 personas habían tenido que quedar de pie en el auditorio porque no cabían los más de 3.000 compromisarios en las butacas. El resto esperaba fuera, soportando empujones en la puerta, esperando a que algunos salieran para que dejaran entrar otros pocos. Como en las discotecas de moda. Solo que en esta Soraya ya no hará de DJ.

Algunos buscan su sitio en el nuevo partido de Pablo Casado. En el pasillo, una señora que se autodenomina la doña Manolita del PP vende lotería. “Para financiar el PP de Cudillero”, explica. Dice que todos los años aprovecha para vender décimos del sorteo de Navidad. Ya le ha regalado uno a “nuestro presidente”. Se refiere a Rajoy. Doña Manolita apostaba por Soraya. No tuvo suerte.

Y nada más acabar Casado su discurso triunfal, recién nombrado presidente, cientos de compromisarios se agolpaban en la salida del hotel Auditorium con la maleta a cuestas. Algunos se saltaron los abrazos de rigor porque corrían para no perder el tren, otros porque con la derrota de Santamaría ya habían perdido el suyo. Las municipales están a la vuelta de la esquina y el que se equivocó de selfie no sale en la foto.

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