A partir de este miércoles 29 de agosto, Bélgica se quitará un peso de encima. Ya no figurará en los libros de Historia como el país que más tiempo ha pasado sin Gobierno: estuvo 589 días sin liderazgo político efectivo entre 2010 y 2011. Irlanda del Norte ha igualado esa cifra este martes...y no hay visos de que la situación se vaya a solucionar pronto.

La tormenta política se apoderó de Belfast en enero de 2017. El Sinn Féin y el unionista DUP rompieron su acuerdo con la excusa de un proyecto sobre energías renovables, pero con el trasfondo de leyes bloqueadas por los conservadores como la igualdad en el matrimonio o los proyectos de protección y potenciación de la lengua gaélica. Martin McGuinness, ex primer ministro, presentó su dimisión el 10 de enero. El 16, el Sinn Féin agotó el plazo previsto para nominar a un nuevo candidato y rechazó hacerlo. Es esa fecha la que se ha utilizado para contabilizar el período de vacío institucional.

Elecciones infructuosas

Hace 541 días la situación pudo solucionarse con unas elecciones que, sin embargo, contribuyeron a acrecentar la maraña. Las elecciones del 2 de marzo de 2017 fueron la primera ocasión desde 1921 en que los partidos unionistas perdieron la mayoría en la Asamblea Nacional. El DUP además consiguió 28 de los 90 diputados en juego, por debajo de los 30 que necesita para ejercer un poder esencial en la política norirlandesa: el partido que reúna esa cantidad puede forzar unilateralmente que cualquier medida que se lleve a la Asamblea deba ser aprobada por la mayoría de los diputados unionistas y por la mayoría de los diputados republicanos.

El exsecretario de Estado británico amenazó con imponer gobierno directo desde Londres si no se llegaba a un acuerdo o se celebraban nuevas elecciones

Los acuerdos del Good Friday de 1998 establecen que el poder en esta zona del Reino Unido debe ser compartido entre representantes de ambos espectros políticos. Pero la negociación está estancada desde el mismo mes de marzo. Sinn Féin y DUP incumplieron el plazo inicial de tres semanas para llegar a un acuerdo, y desde entonces apenas han conseguido avances.

El exsecretario de Estado para Irlanda del Norte, James Brokenshire, amenazó en varias ocasiones con la imposición del gobierno directo desde Londres en 2017. También con nuevas elecciones, aunque estas quedaron bloqueadas por las generales convocadas en junio por Theresa May. En medio de todo, Londres tuvo que asumir la responsabilidad de sacar adelante los Presupuestos del país para 2018.

Los resultados en las generales fueron un espaldarazo para los dos partidos mayoritarios: ganaron escaños y relevancia, hasta el punto de que el DUP fue clave para estabilizar el gobierno de May, con el Sinn Féin alegando que el acuerdo rompía el espíritu de neutralidad que Londres se comprometió a asumir hace 20 años.

La situación hoy es la misma que entonces, con la nueva secretaria Karen Bradley ejerciendo como única autoridad efectiva de un territorio más en boca de todos que nunca, con las discusiones sobre el Brexit y sus posibles efectos fronterizos sobre la mesa. Irlanda del Norte cumplirá este miércoles 590 días de desgobierno, sin nadie que defienda una postura oficial. Sólo su pertenencia al Reino Unido librará al país de entrar en el Guinness.