Ángel Garrido nos recibe en su despacho con el comunicado de la renuncia de Dolores de Cospedal aún caliente… la actualidad política, en estos tiempos, es casi de infarto. A pesar de ello, no pierde ni un momento su sonrisa franca y su amabilidad. La charla es fluida, casi como si nos conociéramos de toda la vida. Garrido es un gran político y un excelente gestor… y lo exhibe con orgullo. No en vano es hombre de números -ingeniero de minas de profesión- y se nota: tiene una cabeza muy bien ordenada. De hablar pausado y tranquilo, no exento de firmeza en sus planteamientos, Garrido no rehúye hablar de un escabroso pasado reciente en el edificio de la Puerta del Sol que da ya por superado con lo que más valora en la política: la normalidad. Hoy, salgo de tomar mi café semanal con la sensación de haber compartido una hora con un buen político y lo que es más importante, con una buena persona.

 

Pregunta.- Es inevitable, señor Garrido, comenzar nuestra charla por la noticia que acabamos de conocer y que tiene que ver con la dimisión de la señora De Cospedal, tras el ruido creado estos días por las informaciones que tienen que ver con las grabaciones del ex-comisario Villarejo y que parece que salpican a casi todo el mundo. ¿Qué valoración le merece la decisión de quien hasta hace poco era una de las personas clave en el Partido Popular?

Respuesta.- La propia Dolores de Cospedal lo explica claramente en su comunicado. Lo hace para no perjudicar al partido en el que lleva tantos años trabajando y no hay más que respetar esta decisión personal y aplaudir esa intención de no perjudicar al partido.

P.- ¿Cómo se ha conducido esta crisis en su opinión, señor Garrido?

R.- Cada uno es dueño de sus actos. No hablamos de imputación de delito alguna ni de nada que obligue a un político a dimitir y lo que sí quiero resaltar es el que vemos dos formas de hacer las cosas. Una, la de quien sigue ocupando un puesto tan importante como es el de ministra de Justicia del Gobierno de España, que no ha dimitido a pesar de que los contenidos de sus conversaciones demuestran que (Dolores Delgado) no actuó como debía haberlo hecho como fiscal en relación con unos presuntos delitos de los que se hablaba, como el de aquellos menores en Sudamérica. La otra forma de hacer las cosas es la de quien sí ha tomado la decisión de dimitir.

P.- Considera por lo tanto que la ministra Delgado sí debería haber dimitido...

R.- Por supuesto. La ministra de Justicia debe tener una credibilidad absoluta, y la perdió desde el momento en el que salieron estas escuchas a la luz. Aquí se aprecian las dos varas de medir en función de quienes sean los políticos de los que hablemos; con el PP la vara es muy alta, con otros se salta apenas sin levantar el pie. En cualquier caso, esto honra a los políticos del PP.

P.- ¿Conoce usted a Villarejo, permítame la broma? ¿Han comido ustedes o se han visto algún día?

R.- No (sonrisas). No le conozco. Aunque luego resulta que un día sales en una foto o estabas no sé dónde... (risas) pero no, no le conozco. Nunca además desempeñé cargos que me dieran posibilidad de conocerle.

Cospedal ha tomado una decisión que le honra. La ministra de Justicia debería haber dimitido

P.- Ya, pero es que esta persona ha comido y cenado y se ha reunido con mucha gente... pero por volver a ponernos serios, presidente ¿considera usted que ahora el hecho de ser político, la profesión política, se ha puesto imposible?

R.- Está complicada. Yo defiendo que la política no es una profesión, aunque sí requiere de profesionalidad para ella, pero va a ser difícil que personas que vengan de otro ámbito profesional distinto y con éxitos contrastados en otros campos consideren que es atractivo venir a la política porque no va a haber nada que compense. Sobre todo, cuando vemos que es sencillo destruir una carrera profesional e incluso personal. Algunos pueden merecerlo, si se demuestra que han delinquido o que han robado dinero público, pero aquí no es el caso y repito, va a ser difícil que personas valiosas de otros ámbitos acudan a la política.

P.- ¿A usted que le llevó a la política?

R.- La admiración por Adolfo Suárez. Yo empecé, no en el PP sino en el CDS. Y cuando llegué por primera vez a su sede, creo recordar que en la calle Eduardo Dato de Madrid, me preguntaron que quién me avalaba, y contesté que nadie, que no conocía a nadie. Yo era estudiante, era hijo de una familia que emigró a Madrid buscando un futuro mejor y nadie en mi familia pertenecía a la política, así que fui solo. Así empecé.

P.- ¿Qué balance hace, tras tantos años y tras haber llegado a alcanzar un puesto tan importante como el suyo?

R.- Muy positivo. La política tiene muchos sinsabores pero te permite también hacer mucho. Construir cosas que sirven para todos y eso me ha permitido, desde que era concejal, más tarde consejero y ahora presidente, por ejemplo, llevar un Decreto de bajada de impuestos y eso se ve con carácter inmediato. Y los ciudadanos lo agradecen, como agradecen que construyas un centro de salud o un nuevo colegio... o bajas las tasas universitarias. Se trata de mejorar la vida de los demás. Y eso es un gran acicate.

P.- ¿Cómo ve su futuro? Me refiero a la inminencia de las urnas y a la posibilidad de ser, o no, candidato...

R.- En política hay que estar siempre con la misma ilusión que si fuera el primer día, pero con la tranquilidad de espíritu de que puede ser el último. Si se tiene eso claro, se vive muy tranquilo. Yo he aprendido a no vivir con ansiedad. He visto a muchas personas muy brillantes preocupadas por el siguiente puesto más que por el que ostentan. Y yo, que no soy perfecto, procuro disfrutar el presente y además en mi puesto porque es un verdadero orgullo ser presidente de la Comunidad de Madrid. Nací hace muchos años en el Puente de Vallecas y nunca hubiera soñado con esto... y sin embargo he llegado; pues voy a tener la satisfacción de disfrutarlo.

Fue muy duro ver que quien había hecho tanto por los madrileños como Cifuentes tenía que dimitir por cuestiones que nada tenían que ver con la política

P.- ¿Pero le gustaría repetir... ir de candidato?

R.- Claro que me gustaría. Si estás en política, eres presidente de la CAM y dices que no quieres seguir nadie te va a creer. Pero no depende de mí, sino de la Dirección Nacional de mi partido, por tanto, vivo el día a día.

P.- ¿Cuáles son las acciones de las que se siente más orgulloso en este tiempo que lleva de mandato?

R.- De lo que más, quizá, de que haya habido normalidad en una transición muy delicada como fue la que se produjo a raíz de la salida de la señora Cifuentes. Ella es una persona muy querida, con un enorme carisma y no fue sencillo. Me siento orgulloso de que hayan transcurrido cinco meses y las cosas sigan yendo bien; de que sigamos teniendo unos indicadores buenos en lo económico y en lo social y de que hayamos podido seguir haciendo muchas cosas. Hoy hemos conocido los datos del paro y la CAM es una de las tres que ha mejorado, una de las tres en las que no ha subido el paro cuando en octubre, lo normal es que baje. Crecemos además al 3,9%, muy por encima de la media española y de la media europea. Creamos más empleo que nadie y además bajamos los impuestos. Todo eso es muy positivo. Y ello en un momento coyunturalmente difícil y en el que no tenemos de nuestro lado al Gobierno de la Nación, cosa que también es importante. Bajada de impuestos, libertad de elección de los ciudadanos y la mejora de sus servicios públicos son los tres pilares que yo siempre defendí, ya como consejero, y ahora como presidente.

P.- De lo que más he admirado en usted en estos últimos meses es, sobre todo su elegancia, al reconocer siempre sin ningún problema que usted era y seguía siendo amigo de la señora Cifuentes. Supongo que todo lo que ocurrió fue vivido por usted de forma dura y dolorosa...

R.- Fue muy duro. Como su número dos, como consejero, y también desde el punto de vista personal. Fue duro ver como alguien tan querido por los ciudadanos -incluso por los que no le votaban- y que había hecho tantas cosas por ellos, que tenía un carisma tan fuerte y que había traído un soplo de aire fresco al PP tenía que dimitir por cosas que no tenían que ver con la política. Pero la política es así de dura. Yo sigo admirándola. Y nos queda parte de su legado; por ejemplo, que los jóvenes paguen menos por el transporte público y el propio hecho de haber creado una cultura del transporte público entre los jóvenes y sus familias. Eso nadie lo había hecho.

El futuro de la Comunidad de Madrid pasa por el PP como primer partido y el concurso de Ciudadanos

P.- Usted, orillando ya el caso de la señora Cifuentes, ha heredado una presidencia difícil por otros asuntos que han tenido que ver con la corrupción; pienso en los señores Granados o González. ¿Estamos ya en una fase de cambio? ¿Se está haciendo lo suficiente a todos los niveles para erradicar esta lacra?

R.- Se han hecho muchas cosas. Se ha trabajado legalmente para articular leyes que impidan a los corruptos seguir haciendo las cosas que han hecho y aquí he de decir que la Comunidad de Madrid ha dado ejemplo porque, aunque la oposición diga otra cosa, fue nuestro Gobierno, y yo era su Consejero de Presidencia, el que denunció este asunto (el del Canal) y luego llevó a la fiscalía todos los casos que pudieran suponer dudas (como el de la Ciudad de la Justicia). Para luchar contra la corrupción hay que dar ejemplo y aquí se ha dado, adoptando medidas duras como que cualquier imputado tuviera que dimitir, resultara luego culpable o no. Debe decirse por lo demás que la mayoría de los casos que siguen ahí, después de muchos años, eran antiguos. Nos hemos personado en los casos 'Púnica' y Gürtel'. Esto en Andalucía no ha pasado.

P.- Fue el caso Gürtel el que llevó en volandas a Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno, precisamente. Hágame un balance, desde su punto de vista, de los 120 días de Gobierno socialista... o Pedrista.

R.- Primero; su gran argumento fue que luchaba contra una presunta corrupción y es curioso que para llegar a eso, a La Moncloa, llegara con el voto de golpistas que habían pretendido la independencia de una parte de España. Es paradójico. Segundo; Pedro Sánchez mintió porque dijo que quería llegar a la Presidencia para convocar elecciones y aún estamos esperando. Tercero; ha enviado como emisario, Pablo Iglesias, para negociar sus Presupuestos a alguien que va hablar con gentes de su partido, por supuesto, pero también con batasunos, con gentes que están en prisión o hasta huidos... ¡Qué imagen de España! Un Gobierno que permite que su emirario negocie con presuntos delincuentes. Es lamentable.

P.-Hágame también un balance de los primeros meses de Pablo Casado como presidente del PP y de su labor de oposición a Pedro Sánchez.

R.- Ha sido un soplo de aire fresco para el PP y para España. Es una persona muy preparada y joven. Y está haciendo una oposición, que era la que esperábamos, seria y contundente al Ejecutivo de Pedro Sánchez. Está haciendo lo que le toca hacer que es, por ejemplo, denunciar estas mismas cosas que acabo de decir: cómo es posible que un Gobierno esté negociando con presuntos delincuentes o presuntos golpistas y dañando la imagen de España con la que estuvo toda Europa.Todas las Instituciones europeas estuvieron en contra de este movimiento de ruptura y ahora es él el que, con su Gobierno, va rebajando las expectativas sobre estos golpistas. Y Casado lo está denunciando con contundencia. Él también ha vivido un momento complicado, con un presidente del Gobierno recién salido pero está dejando mensajes muy claros.

Con los que subvierten el orden constitucional hay que tener mano dura. Con Batasuna se demostró que la mano dura es positiva

P.- ¿Cómo ve el panorama de la derecha, en el que parece apreciarse una fragmentación, con PP y Ciudadanos compitiendo por el mismo espacio de centro derecha y el surgimiento de Vox por la extrema derecha? Se lo digo atendiendo sobre todo a la última encuesta del CIS, que a ustedes no les ha gustado mucho.

R.- Veo una doble fragmentación; por la izquierda, con el PSOE y Podemos y por el centro derecha con el PP que es el original y Ciudadanos que es la copia. Pero ocurre que a los ciudadanos, cuando les das motivos para votar por el original y eres creíble, te votan.

P.- No se cree mucho las encuestas, entonces...

R.- En absoluto. Yo creo que el PP va a ganar las elecciones porque somos el original y estamos siendo fieles a lo que los ciudadanos piden de nosotros. Pablo Casado ofrece para España lo que los ciudadanos nos piden en Madrid y nosotros llevamos a cabo: una fiscalidad moderada, una capacidad de elección a los ciudadanos que les permite elegir educación o sanidad y unos principios liberales que son los que nos representan. Ciudadanos intenta imitar eso. No lo consiguen porque Ciudadanos ha pasado por todas las fases: ser de centro izquierda, después liberales... quieren ser todo y nada a la vez. El PP, si sabe ocupar ese espacio de centro derecha, ganará las elecciones sin duda.

P.- ¿Le parece positivo tanto acercamiento al expresidente Aznar?
R.- Todo suma. Y alguien que ha sido expresidente, más. Fue Aznar quien procuró ese acercamiento al centro... hablábamos en aquella época de 'centro-reformista'... ni siquiera aparecía la palabra derecha. Yo, por mi parte, si miro mi Parlamento, tengo a sentados a mi lado a 17 diputados de Ciudadanos, no de Vox ni de ninguna otra cosa por ese lado. Y yo a quienes tengo que recuperar es a esos votantes que se fueron a Ciudadanos, dando una imagen ejemplar sobre todo en cuanto a lucha contra la corrupción.

P.- ¿Cómo valora la oposición del señor Aguado?

R.- Ellos han hecho lo que hubiera hecho cualquiera que apoya una investidura (de Cristina Cifuentes) pero no están luego en el Gobierno. Ellos han hecho ese doble juego en el que han apoyado los Presupuestos, cosa que agradezco, y luego en algunas cosas han estado mucho más cerca del PSOE que del PP. Yo tengo buena relación con ellos, tenemos que seguir entendiéndonos y el futuro de la CAM pasa por un PP que seguirá siendo el partido mayoritario y un Ciudadanos que está en nuestro espectro ideológico y con el que se debe contar. A quien hay que pedir que se defina es a Ciudadanos porque de momento han dejado la nebulosa de si pueden llegar a apoyar al PSOE. Y no creo que a los votantes de Ciudadanos eso les gustara.

Torra es un fanático. No es un insulto. Es una definición. Ceder con él no llevará a nada

P.- Miramos un instante, si le parece, a Cataluña. ¿Qué valoración le merecen todas las cosas que están ocurriendo, de cara, sobre todo, a un juicio que podría comenzar en enero?

R.-No es sencillo de solucionar, y quien tenga la varita mágica que lo diga. Creo que hay dos aspectos; uno el de la Justicia, que hay que aplicar contra los golpistas sin intromisiones del poder político. Digo golpistas porque intentaron subvertir el orden constitucional y tendrán que someterse a la Justicia. El otro aspecto es el de que hay que hacer política. Eso pasa por el entendimiento, por supuesto, pero no por hacer cesiones a quien no te las va a agradecer. Torra es un fanático. No es un insulto. Es una definición. Ceder con él no llevará a nada. En resumen: hay que dejar que la Justicia actúe y después ya habrá tiempo para que con otras personas, con otro nivel, puedan buscarse entendimientos.

P.- ¿Usted se sentaría a negociar con el señor Junqueras, que parece que quiere imponer una posición más moderada?

R.- Yo no aprecio gran diferencia, salvo algunas afirmaciones del señor Torra que superan el insulto, incluso el xenófobo. Pero ambos pretendían la independencia de Cataluña por vías ilegales. Con esas personas hay que dejar que la Justicia actúe y buscar luego interlocutores que en un futuro estén dispuestos a hablar desde la legalidad. El señor Torra está, desde luego, absolutamente inhabilitado.

P.-¿No considera que una sentencia condenatoria dura podría alimentar aún más el victimismo?
R.- El victimismo es connatural al nacionalismo. También se decía en los noventa que si se ilegalizaba Batasuna pasarían no sé qué cosas y no pasó nada. Con Batasunase demostró que, no solo no empeoró la situación social, sino que la mano dura es positiva. Con los que quieren subvertir el orden constitucional, hay que tener mano dura.