Las trolas eran trolas y los patinazos, patinazos, hasta que llegó el equipo científico de la verdad como un comando de anuncio de lejía del futuro. Con la lupa de culo de vaso, con la regla de cálculo para pajas y para vigas, con la equis roja y el check verde como el pulgar de Nerón (que es un gesto inventado por el cine y que nunca condenó ni salvó a ningún gladiador), la verdad política o periodística no sólo era matemática sino binaria.

La mentira está de moda porque la gente se traga los timelines sin deglutir, pero contra las fake news nacía el fact checking. Y frente al cuñado, incluso el político cuñado o el periodista cuñado, nacieron hermandades juramentadas de la verdad del hecho, del número, del entrecomillado y no sé si de la ojana. La verdad seguía siendo la verdad, igual que el cuidado, el descuido, el gambazo, la falsedad, la falacia, el despiste; pero la diferencia, lo nuevo, no era esa especialización en cotejar el dato o esa televisiva nueva emoción de pillar la trampa: la diferencia, la novedad, era la jurisdicción. Se empezaban a crear franquicias con jurisdicción en la Verdad, como si ese dedo de Nerón tuviera ya copyright.

Todos visualizamos ahora a Ana Pastor en El objetivo, seguramente. El político o el titular han dejado su rastro de sospecha en la forma en la que ella ha achinado sus ojos. En ese momento, llama a algún colaborador que trae como esa luz negra para los billetes, pero para la verdad. Maquinita muy valiosa y apreciable que luego se hace marca y, con el tiempo (he ahí el tropo) la marca se hace verdad. Todos nos enganchamos a Maldita hemeroteca, Maldito bulo, a sus canales y a sus bots. Y llega Newtral, que ya suena a verdadera medicina de la verdad, a nave nodriza de la verdad, a Juicio Final de la verdad. En Twitter, sus veredictos de falsedad empiezan a aparecer como flores de lis y deja cadáveres como aquellos gladiadores atravesados por redes y tridentes. Y quizá ya nadie hace fact checking al fact checking desde que esa labor ha terminado asumida por templarios de la cosa.

Bertrand Russell dedicó su vida a hacer de la filosofía una ciencia, o sea a intentar matematizarla. Creó incluso una nueva lógica para ello, pero no consiguió completar su objetivo. Sin embargo, ahí está Ana Pastor, con el encargo fundacional, apostólico, de establecer las verdades de Facebook desde una pecera que parece Houston. Las verdades de Facebook o las verdades en general. Así que ya hay gurús de la verdad, charlas sobre cómo ellos y su equipo son capaces de ver esa verdad por encima de la mentira diabólica del mundo, simposios sobre cómo hacerte verdaderista desde cero hasta el nivel tibetano, o algo así. Suena a secta nudista, pero sobre todo suena a negocio.
Preguntarse si puede equivocarse quien tiene encomendado definir la verdad es una pregunta de lo más escolástica, casi tomista. Quizá la respuesta del verdadero creyente es que, por ejemplo, un error de Newtral sólo podría ser un fake. Verbigracia:

https://twitter.com/alvarobravo87/status/1105789911934881794

Ese tuit de Newtral, esa blasfemia sin duda, debería ser fake para mantener la consistencia del dogma (y el sentido común). Por supuesto, ya no está en su timeline. Pero sí quedan varios comentarios sobre él. ¿Es ese tuit verdadero? El caso es que no encuentro el desmentido. Y no dejaría de ser una ironía mayúscula que Newtral dejara de desmentir un bulo que le afecta. Tampoco hay rectificación. Les he preguntado a través de Twitter y no he recibido contestación. Incluso he puesto la imagen en el bot de Maldito bulo, que me ha respondido algo bastante sorprendente.

Ahí ven ustedes que la verdad también tiene un limbo, además de que ese bot aún está por depurar. Pero ese ruidoso tuit podría ser sólo una anécdota. Más me sorprendió éste, durante un debate de la campaña de las elecciones andaluzas:

En este caso el tuit todavía existe. Hay que observar ese pequeño tramo en rojo de la gráfica en que el descenso del desempleo en Andalucía se desacelera antes de que el paro empiece a subir, como es lógico por otra parte (el cambio de tendencia no puede ser instantáneo, aunque no hay sitio aquí para hablar de amortiguación de sistemas).

Pasa lo mismo cuando el paro aún sube con el PP antes de descender, en la última parte azul de la gráfica. Para Newtral, sin embargo, basta ese tramo rojo para tachar como “FALSA” la afirmación de Moreno Bonilla, tan general por otra parte, de que “las buenas etapas para el empleo en Andalucía coinciden con gobiernos del PP a escala nacional”.

Se podría, desde luego, haber explicado más matemáticamente. Por ejemplo, decir que cuando el gobierno pasa del PSOE al PP, la gráfica se hace (aproximadamente) cóncava (si fuera derivable diríamos con segunda derivada negativa), y que cuando pasa del PP al PSOE se hace (aproximadamente) convexa (con segunda derivada positiva, si la imaginamos curva). Es decir, que son puntos de inflexión claros en la gráfica de desempleo. Pero quizá ni Juanma Moreno ni los de Newtral saben mucho de segundas derivadas. De todas formas, no sé qué gafas de la verdad usaron los de Newtral para hacer invisibles los tramos azules ante ese breve patinazo rojo. Sólo se puede concluir que sus gafas de verdad también tienen sesgo ideológico.

Son únicamente dos ejemplos, pero me parecen muy clarificadores. Teníamos, en fin, las verdades, las mentiras, las ambigüedades y las dudas, y ahí estábamos cada uno intentando esquivarlas o sobrellevarlas. Quien más y quien menos se ha tragado una trola que le ha puesto colorado luego, pero tampoco solía ser para tanto. O a veces sí, y se pagaba con la carrera. Lo que no teníamos hasta ahora eran estos comandos, estas franquicias de la Verdad montándote seminarios como de submarinismo, tratando como reclutas a todos, sacándole brillo a este mundo de mentirosos, contubernios y cuevas desde su ático de millonarios con ojo luminoso de faro salvador. Luego se equivocan, como todos, queriendo o sin querer, pero no dejan de posar con aureola. Había un negocio de la mentira, ahora también hay otro de la verdad, y resulta que puede que sean el mismo. Por si acaso, duden siempre. Sobre todo, de los santurrones como éstos.