Carles Puigdemont ha expresado hoy su "perplejidad" por la negativa del Gobierno del Canadá a autorizar su entrada en el país norteamericano. Tras provocar las iras del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Justin Trudeau se ha ganado un nuevo enemigo en el ex presidente fugado en Waterloo, que hoy ha dirigido una "carta abierta" a los canadienses, cuestionando la decisión de su Gobierno. Es la segunda vez que Puigdemont intenta infructuosamente entrar en Canadá, invitado por los secesionistas del Quebec.
El líder de JxCat pretendía realizar una gira en abril por Québec, organizada por la Société Saint-Jean Baptiste (SSJB) de Montréal. Pero el ejecutivo canadiense le ha denegado el permiso aludiendo a las causas legales pendientes de Puigdemont con la justicia española. Una negativa que ha indignado a Puigdemont, quien ha señalado que no esperaba este trato, sobre todo teniendo en cuenta que puede circular «libremente» por diversos países de Europa, incluso en el Reino Unido.
«Pensé que Canadá, que siempre ha disfrutado de una gran aura de ejemplaridad internacional, sería más acogedor», destaca en la misiva, donde considera perjudicial para la democracia la posición del Gobierno canadiense y avisa de que llevará la decisión al más alto poder judicial si es necesario. Eso sí, Puigdemont ha dejado claro que recurrirá la decisión ante la justicia y la llevará "hasta las últimas instancias". De hecho, sus abogados canadienses ya han recurrido ante la Corte Federal la decisión de denegarle el permiso electrónico de entrada (AVE), argumentando que se trata de una decisión "precipitada" y que "no respeta su presunción de inocencia".
El caso quebequés, provincia autónoma del Canadá que ha celebrado dos referéndums de independencia tras pactar la Ley de claridad con el Gobierno federal canadiense, ha sido siempre el referente preferido del independentismo catalán. Los secesionistas señalan reiteradamente los casos de Quebec y Escocia como ejemplos a seguir por el Gobierno para solventar la crisis catalana. Y estas tesis siempre han tenido buena acogida entre los nacionalistas quebequeses y escoceses, así como en una parte de los conservadores británicos. Especialmente los más comprometidos a favor del Brexit. De ahí la "perplejidad" de Puigdemont por el portazo del gobierno canadiense.
En respuesta, el ex president fugado relaciona esa negativa con la "extrema derecha". Advierte que la negativa de Canadá puede interpretarse como un apoyo «a la peligrosa tesis, tan querida por la extrema derecha y que, por desgracia, gana influencia en España, de que la participación de un electo en la celebración de un referéndum de autodeterminación puede ser legítimamente punible con condenas penales».
Eso sí, Puigdemont agradece el apoyo de los canadienses a las aspiraciones catalanas frente «al arsenal represivo desplegado por el Estado» a raíz del 1-O, remitiéndose a la moción aprobada por unanimidad en la Assemblée Nationale del Québec que recoge la «preocupación por las sentencias dictadas contra los políticos catalanes y pide una solución política, democrática y pacífica para Cataluña».
No es la primera vez que Puigdemont se queda a las puertas de Montreal. El pasado mayo, el ex president ya intentó viajar al país norteamericano, pero entonces no consiguió el permiso de entrada porque erró a la hora de solicitar el permiso. Cerrada temporalmente la batalla de las euroórdenes contra Puigdemont, el independentismo corrió a venderlo como un nuevo agravio, e incluso voces del movimiento secesionista de Québec cargaron contra el Ejecutivo de Justin Trudeau por ‘coartar’ la libertad de movimientos del expresidente catalán.
En realidad no hubo nada de eso. Simplemente, Carles Puigdemont se equivocó de web para sacar el visado que se necesita para entrar en Canadá y acabó estafado por una empresa fraudulenta. Estafado y sin viaje, sin más implicaciones políticas.
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