Las políticas de ciudadanos han vuelto a salir escoltadas de una manifestación. Su presencia en la gran manifestación del 8 de marzo no ha sido bien vista por las demás manifestantes que desde el momento en el que los naranjas desplegaron su pancarta empezaron a increpar, a insultar y reclamar que se marcharan de “su manifestación”. Y no tardaron mucho en salir de la marcha, lo que tardaron en recorrer 300 metros entre insultos y cánticos contra ellos.

Los naranjas se concentraron en la plaza de Murillo, junto a la entrada del Real Jardín Botánico. Los miembros de la cúpula del partido salieron del restaurante El Botánico, justo cuando Cuca Gamarra del Partido Popular hacía unas declaraciones a los medios en la calle de Espalter. Begoña Villacís y Marcos de Quinto salieron del restaurante y se sumaron a Marta Rivera de la Cruz y Lorena Roldán junto con el resto de la comitiva. Tan pronto como la vicealcaldesa de Madrid se puso a hacer declaraciones y el grupo de periodistas se agolpó a su alrededor, empezaron los gritos de “fuera, fuera” de las demás manifestantes. 

Cuando Ciudadanos desplegó su pancarta, en la que se podía leer “Feminismo es libertad”, los insultos no pararon. La comitiva empezó la marcha por el Paseo del Prado, sonriente en en el centro de la pancarta, Villacís era el centro de todos los insultos. “¡No respondáis!”, se escuchó la consigna cuando un miembro de la comitiva hizo un amago de diálogo con las manifestantes que les insultaban. 

De recriminarles que “Con Vox no se puede negociar” a “fuera fascistas de nuestra manifestación” y de ahí al “No pasarán”. Los insultos eran espontáneos, la comitiva iba despacio y estaba flanqueada por los un grupo de seguridad propia del partido que se distinguían con chalecos naranjas y varios policías de paisano que estaban en comunicación con otros agentes por si era necesaria su intervención. 

Grupos de manifestantes adelantaron a la comitiva que caminaba despacio por culpa de los periodistas. “¿Quiénes son estos? Si son los de ciudadanos, que vegüenza”, y acto seguido insultos y “fuera, fuera”.  Unas chicas intentan bloquear su paso, pero las políticas levanta la pancartan y dejan a las jóvenes petrificadas en el suelo. La sonrisa de las políticas se mantiene fija, siguen avanzando y llegan a Neptuno. Grita Villacís: “¡Hemos llegado a Neptuno! y todos lo corean.

Otros manifestantes piden que no les insulten porque “es lo que quieren que hagamos, que les insultemos para que se vayan”.

“Bogoña Villacín a trabajar al Burger King”, cantan una entusiastas feministas que van por delante de ellos. “Begoña Villacís alcaldesa de Madrid”, replican desde ciudadanos venidos arriba. Y la sonrisa fija mientras llueven los insultos. “Vergüenza, fascistas”. Otros manifestantes piden que no les insulten porque “es lo que quieren que hagamos, que les insultemos para que se vayan”. 

En medio del frenesí de gritos aparece Bertrand Ndongo, de VOX, el más español de la manifestación está en la marcha dice “para defender que sus hijas no vuelvan a casa borrachas”. No quedan claras sus motivaciones, pero por un buen rato concentra los insultos de todo el mundo.

La manifestación de ciudadanos es muy diferente a la del resto, aquí los gritos y la intensidad se multiplican, fuera de esta burbuja gritona está el resto del 8M, más festivo. “¿Y el PP?”, pregunta un periodista. Nadie sabe. Están desaparecidos. Nadie sale a buscar a la pequeña comitiva del PP, la noticia la lleva ciudadanos. Villacís sonríe.

Orden de avanzar

En un momento dado alguien da la orden y el grupo hace un giro hacia el lateral de Neptuno, avanza a trompicones y empujones a la altura del jardín del hotel Ritz y la comitiva se desplaza de nuevo al centro de la marcha y se hace un hueco en medio de la manifestación. “¿Quiénes son estos?”, se pregunta una de las manifestantes. “¿Pero de dónde salen?” 

El aterrizaje de los naranjas en su nueva ubicación sienta muy mal a sus nuevas vecinas. Decididas, empiezan a empujar a los de seguridad, los periodistas en medio de la melé vamos de un lado a otro. La marea no entiende quién es quién, y los gritos y empujones son el único lenguaje. El mismo que emplean los policías de uniforme que entran al rescate de los políticos de Ciudadanos. Los secretas avisan a sus compañeros que abren un pasillo por el que salen poco a poco los naranjas. 

El 8M de ciudadanos se ha limitado a coleccionar insultos desde una punta a otra del Museo del Prado. Villacís da las gracias a la policía. Está convencida de que han ganado la partida.