De "jarabe democrático" a una actuación "negativa" que contribuye a la "crispación social". Ese ha sido el tránsito del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que ha pasado de justificar manifestaciones a la puerta de los domicilios particulares de los dirigentes del PP por su gestión de la crisis financiera -que llevó a España al borde del rescate-, a criticar las protestas de las que él y su pareja, la ministra Irene Montero, están siendo víctimas en los últimos días.

Iglesias no ha aludido a cuestiones de salud pública para cuestionar estas movilizaciones, sino que ha señalado que "esto es malo, hay que evitar situaciones de crispación que nadie deseamos", independientemente de que "yo estoy dispuesto a aguantar lo que sea".

"En un contexto de crisis, que los políticos seamos objeto de protestas es legítimo siempre, pero hay determinadas normas que es necesario cumplir y nunca he dicho de ir a la casa de nadie", se ha defendido en declaraciones a La Sexta siguiendo la estela de su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, que ha arremetido vía Twitter contra los nuevos "escracheadores".

Tras afirmar que "la sociedad no quiere crispación" y que "hay que venir llorado de casa y no quejarse de nada", ha dicho estar preocupado porque este tipo de actuaciones "se puedan generalizar. Hoy es gente de derechas y mañana de izquierdas en frente de la casa de Díaz Ayuso, Espinosa de los Monteros, de Abascal o de periodistas". No ha hecho alusión, sin embargo, a que esta situación ya la vivieron políticos del PP como la que fuera vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría y muchos otros dirigentes populares, por ejemplo Esteban González Pons y él mismo y su partido los justificaron entonces.

En definitiva, y aunque "estoy muy acostumbrado a recibir muchos ataques, si la gente cree que esta es la manera habitual de protestas entraríamos en una situación muy negativa" que, además, "empieza por Ábalos, por mí, pero no se sabe cómo acaba".

Más "cómodo" con ERC que con la "derecha" de Ciudadanos

Por otro lado, ha confesado que se siente "más cómodo" con el apoyo de ERC a la prórroga del estado de alarma que con el de la "derecha" que representa, a su juicio, Ciudadanos. Sin querer revelar nada de la negociación que encabeza la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, para recabar los apoyos parlamentarios necesarios con que conseguir la quinta prórroga hasta el 27 de junio, ha explicado que " soy de izquierdas y me siento más a gusto con ERC, pero también valoro que una formación de derechas como Ciudadanos actúe de forma más civilizada que el PP, que haya otra derecha posible".

"En un asunto como este, que implica salvar vidas, la gente nos está pidiendo que nos pongamos de acuerdo y colaboremos. Ahora nos toca a todos estar a al altura".