La Comunidad de Madrid sigue dando vueltas al decreto del Ministerio de Isabel Celaá sobre la vuelta a clase en septiembre y las enormes dificultades que genera a la educación pública madrileña la distancia de 1,5 metros entre alumnos para regresar a las aulas. El más crítico de los territorios todavía aspira a que en el mes de noviembre se relajen las medidas aunque la Consejería de Enrique Osorio está trabajando en distintos escenarios, uno de ellos, hacer turno de mañana o tarde para los alumnos de Bachillerato y de la ESO, que alternarían educación presencial y online, según ha podido saber El Independiente.

La medida sería de aplicación en la tercera fase de los cuatro escenarios que baraja el ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso. Se parte de la premisa de que todos los alumnos se incorporan a la vuelta de vacaciones "con toda normalidad", según fuentes regionales. Aducen que "la OMS habla de un metro de distancia entre los alumnos" y que con ese criterio, no habría ningún problema para los cerca de 2.000 centros públicos de la Comunidad. De hecho, la media de distancia en educación infantil en la región es de 1,21 metros y en primaria y secundaria de 1,41. "Con un metro de distancia habría que añadir, y no quitar alumnos en las clases", dicen a modo de paradoja.

Los centros educativos públicos han hecho llegar sus propuestas a la Consejería

Pero si Celaá, como ya ha explicitado, no está dispuesta a su modificar su norma, los centros educativos de la Comunidad, sobre todo en los barrios más populosos de Madrid y grandes urbes del cinturón metropolitano, no así en las zonas rurales, tienen un problema. La Consejería ha recabado de estos centros que hagan sus propuestas respecto a cómo solventar lo que llaman fase 2 para garantizar la distancia, que es el gran caballo de batalla del plan de Educación. No se trata sólo de habilitar nuevos espacios, como bibliotecas, gimnasios o patios sino que exige también duplicar profesorado. Además, en el caso de infantil, el límite de 20 alumnos también les deja sin mucho margen de maniobra.

Partiendo de la base de que la intención de la Comunidad de Madrid es la misma que la de Celaá, esto es, que en septiembre vuelven todos los alumnos a los centros educativos, las autoridades regionales no descartan que, en caso de rebrotes, los estudiantes de Bachillerato y de la ESO dieran clase en turno de mañana y de tarde de 8 a 12 y de 12 a 16,00 horas, con parte de carga lectiva online. Esa propuesta inicial de la ministra fue bastante polémica, pero la recoge el gobierno regional en caso de nuevos contagios para limitar la presencia de los más mayores en los centros educativos.

La cuarta Fase pasaría por un nuevo confinamiento de los estudiantes en las aulas si el contagio vuelve a extenderse, aspecto sobre el que Celaá se mostró este lunes contraria al afirmar que "intentaremos que las escuelas continúen abiertas aunque haya rebrotes”.

El proyecto de Madrid se presentará en breve "para que sepan que hemos trabajado en una propuesta alternativa", según fuentes regionales que se quejan de que en la Conferencia Sectorial de Educación son de los pocos "que decimos lo que pensamos ante el silencio de los demás territorios". Sólo Madrid y País Vasco se negaron a respaldar el acuerdo educativo que Celaá les presentó el pasado día 11 y que dos días después criticaron otros territorios gobernados por el PSOE, como el aragonés Javier Lambán.

El silencio de los presidentes socialistas

Se malician en la Comunidad de Madrid que tras la arremetida de Lambán "los consejeros socialistas están muy callados. Nos da la sensación de que les hayan podido adelantar una flexibilización de la norma", a pesar de que Celaá arguyó que se trataba de "una decisión que ya fue adoptada sobre la base científica, que está publicada y que es legislación vigente".

En un entrevista en Rac1 recogida por Europa Press, la ministra argumentó el lunes que tiene que haber un curso bien planificado, bien programado, con la presencialidad como principio fundamental, y remarcó que la escuela presencial es "la mejor compensadora de desigualdades de origen". También anunció que "intentaremos que las escuelas permanezcan abiertas" porque, en caso de rebrotes "se está mejor informado para detectarlos, separar grupos, perimetrar los contactos y no cerrar el centro".

En este sentido ha admitido, incluso que, contra la creencia primera de que los jóvenes eran unos grandes vectores de contagio, se podía haber articulado una medida distinta a la de cerrar los centros escolares. "Probablemente, con el análisis que tenemos ahora, podríamos haber actuado quizá de otra manera. Predecir el pasado es más fácil, el problema es predecir el futuro", admitió la titular de Educación.