"Nuestra Constitución no es apta para mujeres. Nuestra sociedad no está preparada para votar por una mujer, porque la Constitución da una autoridad fuerte al presidente". Aleksander Lukashenko no concibe que las mujeres puedan liderar Bielorrusia. Tres mujeres, encabezadas por Svetlana Tikhanovskaya, le han desafiado en las urnas el pasado domingo en unas elecciones presidenciales cuya victoria se ha atribuido de forma aplastante, sin supervisión internacional. Los bielorrusos no se creen estos resultados y están en las calles para demandar su renuncia. Grupos de mujeres, vestidas de blanco y con flores en las manos, encabezan las protestas.

"Vergüenza" claman estas mujeres que han formado cadenas humanas. Demandan a las autoridades que paren la represión de las protestas y piden a los efectivos de seguridad que se unan a esta revolución pacífica. Los bielorrusos han dicho "basta" a la brutalidad de la dictadura de Lukashenko, que lleva 26 años en el poder. A las mujeres se han unido desde el jueves los obreros, que este viernes se suman a paros en empresas estatales.

Muchas de estas mujeres se han acercado en Minsk a la cárcel donde están recluidos los 7.000 arrestados desde que en la noche del domingo miles de bielorrusos se lanzaron a las calles a manifestarse contra lo que consideran un fraude insultante. Algunas tienen a sus hijos, novios, hermanos, detenidos. Todas están hartas de los abusos. Hartas de la represión sin límite.

Dos personas han perdido la vida desde el inicio de las manifestaciones el domingo por la noche. El 11 de agosto la policía disparó granadas y gas lacrimógeno a una multitud en Minsk y un hombre murió como consecuencia de este ataque. El 12 de agosto otro hombre murió en la cárcel en Brest.

El viceministro del Interior, Alexander Barsukov, ha anunciado que se iba a liberar a los arrestados en Okrestina en el curso del día. Hubo algunas excarcelaciones a lo lardo del viernes. Hay claras evidencias de torturas en esta prisión.

Los descomunales errores de Lukashenko

A Svetlana Tikhanovskaya le llevó a dar un paso hacia delante ver cómo su vida de ama de casa y madre de dos niños quedaba alterada por la detención de su marido, Serguei, por ser un bloguero crítico con Lukashenko. Desde mayo está en prisión.

Su clamor por el cambio se convirtió en una tsunami. Lukashenko despreció a Svetlana Tikhanoskaya y a sus dos compañeras de cartel electoral por ser mujeres. "Nos dejó presentarnos porque creía que no éramos una amenaza. No nos tomaba en serio", confesaba Tikhanovskaya al Financial Times, a finales de julio.

Junto a ella, encabezaron la lista de oposición al presidente Veronika Tsepkalo, que también dejó el país el domingo, y Maria Kolesnikova, la única del trío que sigue en Bielorrusia. Kolesnikova se ha unido este miércoles a las protestas de las mujeres de blanco en Minsk.

Desde el lunes la rival de Lukashenko en las presidenciales está en Lituania, donde se ha refugiado. En un mensaje grabado tras un arresto de siete horas, insta a los bielorrusos a que no salgan a las calles y no se jueguen la vida. Todo indica que recibió serias amenazas del régimen de Lukashenko. Bielorrusia es el único país europeo en el que se aplica la pena de muerte. Con un tiro en la cabeza.

El machismo de Lukashenko ha convertido a Svetlana Tikhanovskaya en un símbolo más poderoso de lo que era en realidad... Pensaba que como era una mujer no pasaría nada", dice Nicolás de Pedro

"El machismo de Lukashenko ha convertido a Svetlana en un símbolo más poderoso de lo que era en realidad. Se ha convertido en un símbolo, pero la protesta va más allá y por ello se mantiene aunque ella esté en Lituania. Lukashenko ha cometido un montón de errores, y uno se debe a su machismo. Ha tratado a Svetlana Tikhanovskaya y sus compañeras opositoras como "unas pobres chicas". Es un error de cálculo. Pensaba que como eran mujeres no iba a pasar nada. Hay que ser muy cerril para verlo así", explica Nicolás de Pedro, investigador senior en el Institute for Statecraft, especialista en espacio ex soviético.

Pero no es el único error que ha cometido Lukashenko, a quien solo le queda el recurso a la violencia extrema para mantenerse en el poder. Ha despreciado a los bielorrusos: primero con su gestión de la pnademia del coronavirus, al recomendar sauna y vodka para curarse. Nadie sabe cuántos han muerto en Bielorrusia por Covid-19 ni cuántos casos positivos se han dado.

Y en estas elecciones presidenciales, al manipular al extremo los resultados, ha ignorado a su pueblo: según su recuento, habría ganado por el 80% y su rival apenas había logrado un 10%. En las redes sociales se han difundido sondeos realizados en fábricas y todo apunta a que el resultado real fue justo el opuesto.

Precisamente este jueves han sido los obreros los que se han sumado a la rebelión contra los abusos del régimen de Lukashenko. Los trabajadores de la fábrica de camiones Belaz, en Zhodino, una ciudad de 60.000 habitantes se han puesto en huelga. También se han movilizado obreros en Grodno y en Minsk.

También se han sumado a las manifestaciones pacíficas cientos de sanitarios y los músicos de la Filarmónica Estatal que han lanzado un mensaje: "La Filarmónica reza por los bielorrusos".

La soledad del dictador

El levantamiento popular que está teniendo lugar en Bielurrusia, donde viven unos diez millones de personas, es fruto del hartazgo y tiene poco que ver con lo sucedido en Ucrania en 2014. Los bielurrusos han dicho "basta" a un dictador que ha perdido el sentido de la realidad. No es una revolución "liberal", y de ahí que el Kremlin contemple el escenario sin mostrar empatía con Lukashenko.

"Lukashenko ha irritado mucho a Putin. La relación nunca ha sido fácil. Los medios rusos están informando y no acusan a Soros ni a los nazis bielorrusos. Es un mensaje que le está dando el Kremlin a Lukashenko", señala De Pedro. "En mi opinión, el escenario de un Lukashenko muy débil es el más fácil para el Kremlin. Es predecible, no será bien recibido en Occidente. No va a renunciar a su intención de absorber Bielorrusia. Así puede pensar en una progresiva absorción de Bielorrusia. Si es tan impopular y tan frágil que supone un riesgo para los intereses de Moscú, y encuentran un reemplazo a su gusto, optarían por esta vía", añade Nicolás de Pedro.

El primero que felicitó a Lukashenko el domingo fue el presidente chino, Xi Jinping, pero es dudoso que China asumiera riegos por defender al presidente bielorruso. Asimismo mostró su apoyo al dictador el chavista Nicolás Maduro, demasiado lejano y demasiado frágil a la vez.

La Unión Europea, mientras tanto, ha aprobado una declaración por la que no reconoce los resultados electorales y está estudiando la aplicación de sanciones a los responsables del fraude y de las torturas. Probablemente antes de fin de mes se vote la aplicación de estas sanciones.  

Torturas espeluznantes

En los cinco días de manifestaciones desde la jornada electoral las fuerzas leales a Lukashenko han arrestado a casi 7.000 personas. Entre ellos hay personas que han acudido a las protestas, pero no solo. También viandantes, periodistas, cualquiera es sospechoso de rebelión. Para dar un escarmiento a los no están conformes con el recuento electoral el régimen ha recurrido al terror.

"Lukashenko está en una posición muy débil y puede caer si empiezan a desertar soldados y policías en cadena. Su único recurso es la violencia y está muy aislado. Pero está rodeado de una élite que sabe que no tiene futuro si Lukashenko se hunde. Si obedecen un par de unidades puede ocurrir cualquier cosa: un baño de sangre y que la gente se quede paralizada o que todo degenere y acabe como Ceaucescu", añade Nicolás de Pedro.

Como se ve frágil y sabe que hay cada vez más disidentes, está recurriendo a su única baza: la violencia brutal, que aplican quienes le son leales, las fuerzas de seguridad. Amnistía Internacional y grupos de derechos humanos locales han recopilado testimonios que dan cuenta de torturas espeluznantes. En un video difundido en redes sociales por el periodista Franak Viacorka, pueden escucharse los gritos de los detenidos en un centro en Minsk. Escalofriante.

Katsyaryna Novikava ha contado su experiencia a Amnistía Internacional. Fue arrestada el 10 de agosto en el centro de Minsk cuando iba al supermercado. Pasó 34 horas en el Centro de Aislamiento de los Criminales. Vio como el patio estaba lleno de hombres que habían sido obligados a revolcarse en el suelo entre excrementos. Dentro del centro, decenas de hombres desnudos estaban a cuatro patas y eran golpeados por los policías con porras.

A Katsyaryna le obligaron a arrodillarse y permanecer durante horas escuchando a los torturados. Permaneció en una celda para cuatro personas con otras 20 mujeres. Varias le dijeron que les habían amenazado con violarlas. No recibieron agua ni alimentos, ni atención médica. Cuando por fin dejaron que saliera, los policías le dijeron: "Tenemos tus datos, si te volvemos a ver aquí, te mataremos".

Otro hombre de Minsk, de 31 años, que prefiere ocultar su identidad, relata a The Guardian cómo en las primeras horas del arresto recibió buen trato, pero después lo trasladaron al centro de la calle Okrestina, a las afueras de la capital bielorrusa. Había sido arrestado por filmar imágenes de una columna de policía antidisturbios. Durante dos días solo recibió agua, pero nada de comida.

Desde su celda podía escuchar los gritos de otros reos. Así hasta que le hicieron firmar una confesión con un relato falso de lo sucedido. Cuando iba a salir, le dijeron que tenía que echarse al suelo con otros presos. "Entonces empezaron a golpearnos. Me apalearon con porras por todo el cuerpo. Luego me ordenaron ponerme en pie". Y uno de los policías se dirigió a él: "Espero que no necesites ninguna otra revolución".

La Nobel de Literatura Svetlana Alexievich, autora de Voces de Chernóbil, que vive en el exilio desde 1994, ha acusado a las autoridades de Bielorrusia de declarar la guerra a su pueblo y exigió la dimisión de Lukashenko.