"Son los bielorrusos quienes quieren nuevas elecciones y les apoyamos. Respetamos lo que los ciudadanos bielorrusos desean para su futuro". Son palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, después de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores, un consejo extraordinario convocado por Charles Michel, su presidente, por la crisis en Bielorrusia.

El Consejo Europeo ha aprobado sanciones a los responsables del fraude electoral y la violencia posterior. La Unión Europea, como anunció hace días el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, no reconoce la victoria del presidente, Aleksander Lukashenko, en las elecciones del domingo 9 de agosto, e instan a que se celebren nuevas elecciones libres y transparentes.

El presidente del Consejo Europeo ha dejado claro que no se trata de una injerencia, sino de atender a lo que piden en las calles los bielorrusos, es decir, una transición pacífica guiada por el diálogo. Charles Michel ha confirmado en rueda de prensa por videoconferencia que se ha aprobado la aplicación de sanciones por unanimidad pero serán sanciones dirigidas a quienes están implicados en el fraude electoral y los abusos contra los derechos humanos.

En declaraciones a RNE, la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya, así lo anticipaba: "Aprobaremos sanciones a quienes hayan participado en el fraude electoral y no hayan respetado los derechos humanos... La UE no quiere castigar al pueblo de Bielorrusia".

Bielorrusia celebró elecciones presidenciales el 9 de agosto. El presidente Lukashenko se atribuyó la victoria por el 80% de los votos frente al 10% de su opositora, Svetlana Tikhanovskaya, quien se apresuró a denunciar el fraude. Sin embargo, fue retenida durante horas y después salió del país hacia Lituania, donde se ha refugiado con sus hijos. Su marido está en prisión desde mayo pasado.

Tihkanovskaya había emitido un mensaje a través de las redes sociales a primera hora de la mañana en el que apelaba a los líderes de la UE a que se pusieran del lado del pueblo y apoyaran una transición pacífica. La joven opositora, de 37 años y sin experiencia política, se ha mostrado dispuesta a encabezar esa transición apoyada en el diálogo.

La oposición a nombrado un Consejo Nacional para coordinar la transición en el que estarían: Svetlana Aleksievich, Premio Nobel de Literatura; Pavel Latushka, ex ministro; Siarshei Dyleuski, representante de los trabajadores de la fábrica de tractores; las opositoras Maria Kolesnikava y Volha Kovalkova, y los abogados Maxim Znak y Lilia Ulasava.

Cientos de miles de bielorrusos han salido a las calles a pedir la salida de Lukashenko, quien este martes decía que solo dejaría el poder muerto. Lukashenko ha pedido ayuda al presidente ruso, Vladimir Putin, quien ha pedido a la canciller alemana, Angela Merkel, que la UE no interfiera en el proceso en Bielorrusia.

Lukashenko, que lleva 26 años en el poder y se aferra a él como si fuera el primer día, ha ordenado el despliegue de tropas en la frontera con Polonia y Lituania, en un afán de mostrar músculo a los vecinos aliados de la oposición. El interés de Lukashenko estos días es equiparar esta revuelta con el Maidan, si bien tienen un carácter muy diferente.

En Bielorrusia se han levantado miles de ciudadanos de forma espontánea, hartos de que Lukashenko dirija el país con puño de hierro. Como consecuencia de las protestas, hubo unas 7.000 detenciones. Hay numerosos testimonios, algunos de periodistas torturados o testigo de abusos, que dan cuenta de cómo las fuerzas de seguridad golpearon y atemorizaron a los arrestados, con el objetivo de sembrar el pánico entre la población, que ha perdido el miedo.