Desde su refugio en Lituania, donde se ha establecido desde el día después de las elecciones presidenciales, la líder opositora bielorrusa, Svetlana Tikhanovskaya, se ha ofrecido este lunes para liderar la transición en un mensaje difundido por redes sociales. La víspera se ha vivido en Bielorrusia una jornada histórica con manifestaciones sin precedentes en las principales ciudades del país. En las protestas se ha demandado la dimisión del presidente bielorruso, Aleksander Lukashenko, en el poder desde hace 26 años.

Tikhanovskaya ha pedido que se adopten las medidas necesarias para repetir la elecciones presidenciales en condiciones de transparencia. Los ministros de Exteriores de la Unión Europea mostraron el viernes su rechazo a los resultados y empezaron a estudiar la aplicación de sanciones contra el régimen de Lukashenko.

El domingo 9 de agosto se celebraron en Bielorrusia elecciones presidenciales. Lukashenko, en el poder desde 1994, aseguró haberlas ganado por el 80% de los votos frente al casi 10% de Tikhanovskaya, esposa de un activista encarcelado desde mayo. Sin embargo, una gran mayoría de bielorrusos se han rebelado contra lo que consideran un fraude masivo.

Decenas de miles así lo han mostrado este domingo en las calles de las principales ciudades del país, donde se han visto las mayores concentraciones de la historia del país, que fuera república soviética hasta 1991. Los manifestantes coreaban el nombre de Stevlana Tikhanovskaya, y pedían la renuncia de Lukashenko.

"¡Vete!", decían los opositores a Lukashenko. Y "creemos, podemos, ganaremos!" o "Lukashenko, al furgón", en alusión a las detenciones realizadas por el régimen bielorruso.

La líder opositora bielorrusia se ha declarado dispuesta a asumir el liderazgo de una Bielorrusia en transición hacia la democracia. Este lunes se ha declarado una huelga general, que ha secundado también la televisión estatal.

Su mensaje contrasta con el video que grabó hace apenas una semana, antes de salir del país. En ese llamamiento, pedía a la población que dejara de manifestarse en las calles y no se jugara la vida en las protestas. Dos personas murieron por la represión policial, y unas 7.000 fueron detenidas, con claras muestras de torturas en los centros de detención. Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado los abusos.

Por lo que dio a entender entonces la líder opositora había recibido amenazas del régimen de Lukashenko. Tikhanovskaya había acudido a presentar una denuncia por fraude y fue retenida e interrogada durante varias horas. Después emitió ese mensaje en el que aparecía con un rostro presa del pánico y huyó a Lituania, como había hecho previamente una de sus compañeras de fórmula electoral.

El presidente Lukashenko convocó este domingo una concentración de apoyo a la que acudió él mismo y sus escuderos. Al arrancar el mitin, Lukashenko dijo: "Yo no soy partidario de los mítines, y no es culpa mía que haya tenido que llamaros a la plaza. Muchas gracias. ¡Estoy arrodillado ante vosotros por primera vez! Os lo merecéis". Aseguró que lo que estaba en juego era la defensa del país "y su independencia".

El presidente bielorruso intenta asimilar la protesta en Bielorrusia con la ucraniana del Maidan, si bien hay claras diferencias. La protesta en Bielorrusia es resultado del hartazgo con una gestión negacionista de la pandemia del coronavirus y los abusos y violaciones de derechos humanos.

Han sido las mujeres, a las que infravalora claramente Lukashenko, las que han encabezado las manifestaciones. Un trío de mujeres se presentaron contra Lukashenko, y todo indica que realmente ganaron en las urnas. A mitad de semana se sumaron los trabajadores de empresas estatales, lo que marca un punto de inflexión en estas manifestaciones.

Lukashenko, que ha mantenido una relación tensa con Moscú en los últimos años, ha pedido ayuda al Kremlin. Habló con el presidente, Vladimir Putin, en dos ocasiones, al que aseguró que lo que está ocurriendo en Bielorrusia puede pasar en cualquier momento en Rusia.

Putin mostró a Lukashenko su disposición a "prestar la ayuda necesaria para resolver sus problemas". En el comunicado de la Presidencia rusa, se dice que "si es necesario" lo hará, "a través de la Organización de Seguridad Colectiva".

Lukashenko está más aislado que nunca antes en sus 26 años en el poder y solo depende de la ayuda del Kremlin, cuyo objetivo final es la absorción de Bielorrusia. Hasta ahora Lukashenko, consciente de los intereses rusos, había mantenido distancias pero su acercamiento a Moscú es una prueba más de que se ve cercado.