Las encuestas han estado más presentes que nunca en esta campaña electoral desde el mismo inicio de las primarias. Nunca los propios candidatos han aludido tanto a los sondeos y nunca se ha entrevistado –con métodos científicos- a tantos electores.

Según el análisis de GAD3, sólo en sondeos de ámbito nacional se ha entrevistado a más de 900.000 electores frente a 560.000 de hace cuatro años. Sin embargo, más sondeos no implica mayor calidad demoscópica; el número de entrevistas telefónicas –impensable la realización de sondeos presenciales en EEUU por su coste inalcanzable- ha caído casi a la mitad, para ser sustituidas por los sondeos online y robocalls (llamadas automáticas, con encuesta realizada por una máquina).

Paradójicamente hay menos encuestas de calidad pero proliferan los modelos de predicción que agregan las estimaciones de múltiples sondeos

Paradójicamente hay menos encuestas de calidad pero proliferan los modelos de predicción que agregan las estimaciones de múltiples sondeos. El argumento en su defensa es que la media de sondeos suele acertar más que los individuales. Es una forma de compensar la creciente dificultad de conocer el voto en las sociedades cada vez más plurales y complejas. Tan difícil que, después de 80 años de predicción electoral, el instituto Gallup ha decidido no hacer encuestas de voto en estas presidenciales, tras sus desviaciones en las últimas midterm.

A esas desviaciones en EEUU o en el Reino Unido en el Brexit acuden los que pretenden prevenir ante un posible error en las predicciones que dan por segura ganadora a Hillary Clinton. También les gusta recordar el gran fiasco de las encuestas en 1948, cuando el Chicago Tribune llegó a titular Dewey defeats Truman, basado en los primeros votos escrutados y en los sondeos. Cuando los lectores compraban el diario, ya sabían que el ganador había sido Truman.

La prudencia ante las encuestas, siempre conveniente, es ahora más necesaria que nunca. Si hace una semana el tracking del Washington Post estimaba una victoria de Hillary Clinton por 10 puntos, tras la noticia de que el FBI investigará los emails de la candidata demócrata esa victoria se reduce a dos puntos. Por el contrario, el tracking del instituto que más ha acertado en las tres últimas elecciones, BID/TIPP, daba ganador a Donald Trump hasta hace unos días, pero día a día está ampliando la ventaja de Clinton hasta los 5 puntos. En definitiva, no es fácil saber qué impacto electoral puede tener lo que los medios estadounidenses califican de bomba política. Lo que sí está claro es que es un elemento que viene a dificultar aún más el trabajo de los demóscopos. La experiencia nos ha demostrado que en comicios tan ajustados los movimientos de voto de los últimos días son determinantes. Dentro de 10 días lo sabremos.