La verdad es un bien que busca su fin, como un pez busca la salida de una pecera. Para Nevenka Fernández, exconcejala de Hacienda del Partido Popular en Ponferrada (León), la sinceridad fue más castigo que alabanza. En 2001, claramente afectada y con un aspecto que denostaba la fatiga que acarreaba, se atrevió a alzar la voz ante los medios y a denunciar al alcalde Ismael Álvarez por acoso sexual. Fue la primera que denunciaba a un político. Fue la primera que, sin Me Too, sin Balance ton porc, sin No es no, dejó su amparo a una sociedad que no la apoyó y que consideró al agresor como víctima y a la víctima como mentirosa.

20 años después de la sentencia que condenó a Álvarez como culpable, pero a Nevenka como manipuladora, Netflix recupera la historia de la mano de la productora de Newtral que dirige Ana Pastor. Nevenka, que tuvo que exiliarse a Londres después del acoso posterior, vuelve al foco para rememorar el episodio que le arrebató su libre albedrío.

Guapa, muy guapa. Ni talentosa, ni desavenida, ni profesional. Guapa y joven. "Eres muy guapa, Nevenka", le dijo el ya emérito Juan Carlos I. "Y también inteligente, su Majestad", le respondió ella. Un cóctel categórico que la acompañó durante todo su periplo político como concejala y su posterior episodio como denunciante. Con menos de 30 años, y denostada por una España que nunca ponía en entredicho las palabras de un hombre -y menos un político-, pero inspeccionaba con lupa las de las mujeres, Nevenka puso fin a su carrera, su vida y su trayectoria profesional. Se escondió como los caracoles cuando sale el sol, se avergonzó como si hubiese sido ella la artífice de los delitos que se analizaban entre periódicos y cuchicheos locales en la plaza de Ponferrada.

La contratación de Nevenka como concejala de Hacienda entre las filas de la formación Popular respondía a una falta de figuras femeninas en la política de finales de los años 90. Sin embargo, la sociedad la consideró como una muñeca de vudú a la que todos pinchaban sin que ella padeciera.

"Yo te toco el culo cuando me sale de los cojones. Me pones hecho una fiera", le espetaba Ismael Álvarez en los numerosos mensajes depredadores que la joven recibía. Con una diferencia de edad de 23 años, y a pesar de las reticencias iniciales de Nevenka a acercarse a Álvarez en el terreno sentimental, la relación pasó a más tras varios meses de «sutil insistencia».

Su negativa de continuar con el vínculo que la unía con el alcalde, fruto del fallecimiento de su mujer por enfermedad, se convirtió en una red de acoso, de amenazas y de persecuciones que culminaron con la denuncia: «Tras decirle que no tenía claros mis sentimientos, concluyó la relación y empezó el infierno», admitía ella. «Mi negativa provocó su acoso». Un acoso que la llevó al «tratamiento psiquiátrico».

Nevenka Fernández, ante los medios. Netflix.

Ismael Álvarez lo negó todo, y lo continúa haciendo. En el momento de la acusación indicó que «es falso, no es verdad en absoluto». Ahora, entrevistado por Leonoticias, afirma que el documental que da voz a la lucha de Nevenka «es un negocio económico para alguien y nada más».

Nevenka no es un 'Me Too'

La plataforma vende el documental como el primer Me Too español, aunque nada más lejos de la realidad. Por lo menos, con Harvey Weinstein, hubo cierta ola de desprestigio hacia el abusador y un movimiento global que rogaba a la sociedad a creer a las denunciantes. En el 'caso Nevenka', las críticas fueron unidireccionales y castigaron la verdad; a la mujer libre que no aceptó ser tratada como un trapo.

A pesar de haber sido condenado a indemnizarla con la cantidad de 18.000 euros en 2002, la reputación de Ismael Álvarez seguía tan impoluta como las transparentes aguas del Mediterráneo. El 29 de mayo de 2002 dimitió como alcalde de Ponferrada, más de un año después de la querella de acoso sexual presentada por Nevenka en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, y sin ser instigado por su propio partido, el Popular, a hacerlo.

En noviembre de 2003, el Tribunal Supremo rebajó la multa a 2.160 euros al eliminar la agravante de abuso de superioridad, considerando que no había relación jerárquica entre un alcalde y una concejala. Nueve años después, vuelve a la política por medio del partido Independientes Agrupados de Ponferrada (IAP). En 2013, el PSOE se hace con la alcaldía de Ponferrada pactando con IAP, tras una moción de censura contra el alcalde, Carlos López Riesco. Tras su aprobación, y tal y como había pactado con el PSOE, presenta su renuncia como concejal al día siguiente.

Con 26 años, tras un proceso judicial que quebrantó una reputación hundida, tras una pérdida de peso considerable y tras tres meses de baja para reponerse del episodio que le había consumado toda la sangre, Nevenka cerró un capítulo oscuro de su vida. Ahora, es madre de dos mellizos de ocho años y vive en una Irlanda que, tras Londres, se convirtió en el refugio de una mujer condenada por un país: aquella "guarra" que se atrevió a denunciar a un hombre que la había tirado por el barro.

Cadena de condenas

Nevenka no solo tuvo que enfrentarse a su agresor, sino a una sociedad que tenía en Ismael Álvarez la viva y clara imagen de un hombre de familia, bueno, honrado, enamorado de su mujer; y que había caído ensimismado y embrujado por los encantos de una jovenzuela que quería aprovecharse de su estatus y posición para llenar titulares.

Entre manifestaciones que pedían plegarias para el alcalde de Ponferrada, Nevenka tuvo que escuchar cómo su apoyo se engrandecía mientras su figura empequeñecía entre las sombras. Aunque ganara en los tribunales, seguía siendo la culpable a ojos de la sociedad machista de la época. El fiscal José Luis García Ancos, que fue apartado del caso, le dijo en un interrogatorio que "¡usted no es la empleada de Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos!".

Ana Botella, exalcaldesa de Madrid, espetó tras la dimisón de Álvarez que "hay que tener un respeto total por el alcalde de Ponferrada, que ha tenido una postura impecable al dimitir antes de que haya una sentencia firme".

Una de las pocas voces que comprendió la magnitud del caso y de las acusaciones fue el escritor Juan José Millas, que por medio de Hay algo que no es como me dicen: el caso de Nevenka Fernández contra la realidad (2004), dio voz a la víctima en vez de al culpable.