"El Reloj del Apocalipsis es un diseño que advierte al público sobre lo cerca que estamos de destruir nuestro mundo con tecnologías peligrosas de nuestra propia creación. Es una metáfora, un recordatorio de los peligros que debemos abordar si queremos sobrevivir en el planeta".

Así lo explican desde la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago (EEUU), creadores de este marcador que se ha convertido ya en un símbolo. Este lunes el grupo científico se ha reunido para anunciar que mantiene el reloj a 90 segundos de la 'medianoche' (es decir, del Apocalipsis), exactamente la misma posición que tuvo el año pasado. Es lo más cerca que hemos estado nunca del fin del mundo desde 1947, cuando se creó el reloj.

Ese primer año las manecillas marcaron 7 minutos para la medianoche. Desde entonces, en las sucesivas actualizaciones, la posibilidad de alcanzar el Apocalipsis se fue acercando y alejando. En 1991, coincidiendo con el final de la Guerra Fría, llegamos a estar a 17 minutos. Pero en los últimos años estamos más cerca que nunca. En concreto, en 2020, 2021 y 2022, estuvimos a 100 segundos del Apocalipsis. En 2023 las manecillas se adelantaron a 90 segundos. Y en 2024 se han mantenido igual.

Cuando se creó el Reloj del Juicio Final en 1947, poco después de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, el mayor peligro para la humanidad procedía de las armas nucleares, en particular de la perspectiva de que Estados Unidos y la Unión Soviética se dirigieran a una carrera armamentista nuclear. El Boletín consideró por primera vez en 2007 posibles perturbaciones catastróficas derivadas del cambio climático en sus deliberaciones sobre la situación. Y en los últimos años han tenido muy en cuenta también la amenaza de las tecnologías disruptivas, y en especial de la inteligencia artificial.

En ese sentido, desde el apartado bélico la guerra de Ucrania y el conflicto entre Hamás e Israel son las grandes preocupaciones en este 2024. En materia medioambiental no acabamos 2023 con buenas noticias, porque fue el año más caluroso jamás registrado. Y el auge de ChatGPT y las IA generativas han generado en los últimos meses todo un debate acerca de su peligrosidad.

En un principio fue Eugene Rabinowitch, editor del Boletín, el que decidía si se debía mover el reloj. Pero tras su muerte en 1973 fue la Junta de Ciencia y Seguridad de la revista la que asumió la responsabilidad, y desde entonces se ha reunido dos veces al año para discutir los acontecimientos mundiales y reajustar el reloj según sea necesario. 

La junta está formada por científicos y otros expertos con profundos conocimientos de tecnología nuclear y ciencia climática, que a menudo brindan asesoramiento experto a gobiernos y agencias internacionales. Consultan ampliamente con sus colegas cuestiones de una variedad de disciplinas y también tienen en cuenta las opiniones de la Junta de Patrocinadores del Boletín , que incluye a 10 premios Nobel.