El jueves 7 de marzo, al día siguiente del acto solemne por el que se proclamaba doctor honoris causa a Miguel de Unamuno, el ahora exrector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, presentaba su renuncia aduciendo querer volver a la docencia y la conveniencia de que un nuevo rector lidere el proceso de elaboración de unos nuevos estatutos adaptados a la reciente Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU). Todo ello pese a que Rivero nunca ha dejado sus clases y a que el Ministerio de Universidades ha solicitado una moratoria en la renovación de los estatutos hasta que se apruebe parte de la normativa que desarrolla la LOSU, como la relativa al personal.

En lugar de convencer, las explicaciones ofrecidas por Rivero aumentaron la desconfianza de algunos de sus compañeros de institución. Aunque se venía especulando con un potencial adelanto electoral debido a las presuntas ambiciones políticas de Rivero, muchos han atribuido la decisión al reciente rifirrafe del ya exrector con Vox, partido que cogobierna en Castilla y León y que había pedido la retirada de la medalla de la Universidad de Salamanca entregada al presidente colombiano Gustavo Petro. Desde medios afines a este partido se sugirió que Rivero había creado el centro de investigación CIDH-DIVERSITAS para que fuera dirigido por su mujer. Fuentes consultadas confirman la creación del centro bajo la dirección de la profesora Nieves Sanz Mulas, mujer del exrector Rivero.

Sospechas y recelos

Los recelos acerca de los motivos de la renuncia han aumentado debido a la forma en que se ha producido. Un hecho en sí mismo infrecuente como la dimisión de un rector no vino acompañado de un comunicado oficial y ha pillado por sorpresa a sus propios vicerrectores, algunos de los cuales se enteraron por la prensa, entre ellos María José Rodríguez Conde, la vicerrectora designada para sustituirlo. En esta escalada de sorpresas, no ha pasado ni una semana de su designación cuando Rodríguez Conde ha presentado su renuncia a todos los cargos por motivos personales. Según fuentes internas, podría haberse debido a un fuerte enfrentamiento dentro del equipo de gobierno por discrepancias en los plazos para convocar nuevas elecciones en vista de que el calendario electoral, que inclinaría la balanza fuertemente a favor o en contra de los futuros candidatos.

La dimisión de Rivero supone un acortamiento de los plazos electorales y una dificultad adicional para la formación de candidaturas alternativas

En este punto, de nuevo según las fuentes consultadas en la institución, aparece un nuevo personaje en el drama que está viviendo la centenaria institución y que sería el beneficiario de la situación. Se trata de Juan Manuel Corchado Rodríguez, catedrático de Informática, para cuya elección se habría creado un escenario favorable. El profesor Corchado llevaba un tiempo visitando las facultades para presentar su candidatura, aunque faltaban más de veinte meses para el fin del mandato que estaba vigente. Todo ello pese a que la normativa de la universidad no permite hacer campaña si las elecciones no están convocadas.

En ese sentido, la dimisión de Rivero supone un acortamiento de los plazos y una dificultad adicional para la formación de candidaturas alternativas. Algo a lo que va a contribuir la inmediata convocatoria de elecciones que ya ha anunciado el nuevo rector interino, David Díez Martín. Entretanto, ya se han producido dos dimisiones por discrepancias en la recién nombrada Junta Electoral de la Universidad, órgano que establece el calendario electoral y cuyo control es determinante para establecer el cronograma del proceso.

Corchado y el dinero del Golfo

Esta sería la segunda vez que Juan Manuel Corchado aspira a ser rector de la Universidad de Salamanca. Bien conocido por compaginar su vínculo universitario con actividades empresariales en el Golfo Pérsico, su principal propuesta electoral es recabar fondos de esos países para hacer de Salamanca y su universidad un centro tecnológico. Corchado está estrechamente vinculado con el alcalde García Carbayo, del Partido Popular, que respalda asimismo una propuesta denominada Salamanca Tech.

El proyecto de universidad de Corchado gira en torno a la construcción de nuevos campus, el aumento de sueldos a todo el personal, la simplificación burocrática o la transformación de la universidad, de facto, en semipresencial. Catedráticas de universidad consultadas por este medio han puesto en duda la viabilidad de dichas propuestas: el margen para el aumento de sueldos por parte del rector está limitado, y, en lo que se refiere a la docencia, las clases tienen que ser presenciales, semipresenciales o virtuales en función de lo contemplado en la memoria de verificación de los grados o másteres, por lo que modificar el modelo conllevaría hacer cambios sustanciales en los programas de estudios, un trámite largo y engorroso. Además, este cambio de modelo docente contribuiría a que Salamanca dejase de ser una ciudad de estudiantes, pues no sería necesario vivir allí para estudiar en la universidad.