En el mundo de la gastronomía, las patatas ocupan un lugar privilegiado en la mesa de millones de personas a lo largo y ancho del planeta.

Este tubérculo, famoso por su versatilidad culinaria y su capacidad para ser almacenado durante extensos períodos, enfrenta sin embargo una problemática cuando comienza a brotar, desatando preocupaciones en torno a su seguridad alimentaria y su idoneidad para el consumo humano.

Los brotes en las patatas no son meramente una señal de que estas han comenzado su proceso de envejecimiento y pérdida de calidad, sino también un indicativo de la posible presencia de compuestos potencialmente nocivos, como la solanina y la chaconina.

Estos glicoalcaloides, que las patatas y otras plantas de la familia de las solanáceas producen como mecanismo de defensa contra diversas amenazas, pueden resultar tóxicos si se ingieren en cantidades considerables.

Cuando un tubérculo entra en fase de germinación, señalada por la emergencia de brotes, incrementa la síntesis de dichos compuestos.

La ingestión de patatas con altos niveles de solanina y chaconina puede desencadenar una serie de síntomas de intoxicación que van desde náuseas, vómitos, y diarrea hasta dolor de cabeza, mareos y, en situaciones extremas, complicaciones neurológicas que podrían incluir parálisis o dificultades respiratorias.

Los niños, debido a su menor masa corporal y a un metabolismo diferente, son especialmente susceptibles a estos efectos adversos.

Identificación de patatas en mal estado

Existen varias señales de alerta que, además de los brotes, pueden indicarnos que una patata podría no ser segura para comer:

  • Coloración verde: La exposición a la luz puede inducir la formación de clorofila, dando lugar a zonas verdes en la patata, las cuales a menudo vienen acompañadas de un incremento en la concentración de solanina.
  • Textura blanda o podrida: Aunque no está directamente vinculado con los glicoalcaloides, este cambio de textura puede ser un indicativo de que la patata está en proceso de descomposición, lo cual podría llevar a la formación de sustancias dañinas.
  • Olor desagradable: Una patata que emite un olor fétido o simplemente desagradable debería ser descartada inmediatamente.

Consumo seguro de patatas

Para mitigar los riesgos asociados al consumo de patatas con brotes, se recomienda:

  • Eliminar los brotes y áreas verdes: Si las patatas presentan brotes pequeños o zonas verdes superficiales, estas partes pueden ser cortadas y eliminadas antes de cocinar el tubérculo. No obstante, si estos signos son extensos, lo más seguro es desechar la patata en su totalidad.
  • Almacenamiento adecuado: Para prevenir la germinación y la producción de glicoalcaloides, las patatas deberían almacenarse en lugares frescos, oscuros y bien ventilados.
  • Inspección previa al consumo: Es crucial inspeccionar las patatas antes de su uso para asegurar que no muestren signos de deterioro.

A pesar de que las patatas constituyen un alimento nutritivo y enormemente popular, es esencial ejercer precaución con aquellas que han comenzado a brotar. La aparición de brotes no solo sugiere una merma en la calidad del producto, sino también un potencial aumento en la presencia de sustancias que podrían resultar perjudiciales para nuestra salud. Mediante la adopción de prácticas de almacenamiento correctas y tomando las debidas precauciones al preparar este apreciado tubérculo, podremos seguir disfrutando de las patatas de manera segura y saludable.