Consumo

¿Por qué es esencial el uso de guantes para evitar focos de contagio en las grandes superficies?

Empleada de un supermercado cubierta con una mascarilla.

Empleada de un supermercado cubierta con una mascarilla. EUROPA PRESS

En estos tiempos del COVID-19, extremar las medidas preventivas de higiene en nuestras labores cotidianas se considera algo primordial para garantizar nuestra salud.

Desde el pasado mes de marzo, en el que el Gobierno decretó el estado de alarma, fueron numerosas las recomendaciones e instrucciones sanitarias que se establecieron para concienciar a la ciudadanía del impacto que este virus está causando en nuestras vidas.

Las grandes cadenas de supermercados, así como las pequeñas tiendas de barrio, fueron los primeros establecimientos en incorporar el paquete de medidas sanitarias, debido a que fueron de los pocos comercios que no cesaron su actividad durante el confinamiento. Desde un primer momento, las medidas tomadas por estas superficies tanto para trabajadores como para clientes se controlaron de forma rigurosa.

Entre ellas, era obligatorio el uso de guantes, que se facilitaban a la entrada de los mismos, para poder manipular los productos sin contaminarlos. Pero, ¿por qué ahora ha dejado de ser obligatorio?

En estos centros, donde se atienden cada día a centenares de personas, el contacto es constante, y las medidas se seguridad cada vez son menos. Los trabajadores de Lidl, por ejemplo, denunciaron el pasado mes de junio las escasas medidas preventivas que tomó la cadena alemana durante la desescalada. Entre ellas, la falta de un vigilante de seguridad que controlase el aforo, además de vigilar tanto el uso de gel como de guantes para entrar a estos comercios.

Una de las partes más expuestas al virus son las manos, ya que no paramos de tocar a personas y objetos a lo largo del día. La solución más eficaz para evitar que éstas sean un foco de contagio a la hora de manipular productos en estos establecimientos alimentarios es el uso de guantes desechables. A pesar de disponer de dispensadores de geles desinfectantes, que en ocasiones no están llenos, su uso exclusivo no es suficiente para impedir nuevos focos de contagio a través de la manipulación de productos.

La obligación de salir del domicilio sólo por cuestiones de primera necesidad provocó que las salidas a los supermercados para abastecerse de productos alimentarios y de higiene se convirtiera en la mejor excusa de la gente para poder pasar un rato en la calle. Esto fomentó un incremento desorbitado en las ventas de estas superficies. Empresas como la catalana Ametller Origen llegó a multiplicar por 10 sus ventas en el mes de marzo, con respecto al del año anterior.

Según un estudio de Kantar, los españoles hemos comprado un 12% más de productos del sector de consumo y el gasto ha subido un 14,2% en lo que va de año con respecto a 2019.

Pero no sólo se han visto beneficiados por el aumento de forma presencial, si no también desde casa. El comercio electrónico creció durante el encierro llegando a registrar una cuota de mercado del 2,5%. En este sentido, las cadenas de supermercados Día, Carrefour o el Corte inglés dispararon sus ventas a través de sus canales de venta online.

Son ejemplos que evidencian lo rentable que ha supuesto para las grandes superficies una crisis sanitaria que derivó en económica en la gran mayoría de sectores, y para las que, en muchos casos, prima más el aspecto económico frente al sanitario. Si juzgamos estos datos de ventas, se puede dejar entrever el hecho de poderse lucrar ante un nuevo posible confinamiento a causa de los numerosos nuevos contagios que se producen al día y para los que no están tomando ninguna medida para frenarlos. Medidas tan simples como volver a implantar el uso obligatorio de guantes antes de tocar cualquier producto y desecharlos de forma responsable una vez finalizado su uso.

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