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Ni público, ni Phelps, ni Bolt: Tokio 2020, los Juegos distópicos

El coronavirus marca a fuego la mayor cita deportiva mundial | Habrá silencio en las gradas y temor en Japón a un repunte de contagios

El Estadio Nacional de Tokio, sede principal de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020

El Estadio Nacional de Tokio, sede principal de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 EFE

Cuando queda un minuto para la prueba reina del atletismo, los 100 metros, el silencio se apodera del estadio olímpico. Hay nervios, el público se pone en pie y contiene el aliento para no distraer. ¡Pum! Con el disparo de salida los atletas aceleran y las gargantas de los aficionados enloquecen durante diez segundos.

Ese estruendo de gritos, ánimos y aplausos fue la música que adornó las gestas de Usain Bolt en Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. Desde hace tiempo se sabía que el jamaicano no iba a estar en Tokio 2020. Tampoco Michael Phelps, la otra gran superestrella olímpica del presente siglo. Pero los Juegos que arrancan esta semana en Japón tendrán una ausencia mucho más impactante: el público, los miles y miles de personas que colorean y animan la gran fiesta deportiva de la humanidad. (Consulte aquí el calendario completo de los Juegos de Tokio)

Tras retrasar la cita un año por la pandemia de coronavirus y después de incontables idas y venidas, el Comité Olímpico Internacional anunció a dos semanas del evento que no habría público en los estadios. Ni internacional ni local. Nada. La situación epidemiológica en Japón, donde apenas el 23% de la población está vacunada con la pauta completa, es complicada. Además, el aumento de contagios en las últimas semanas obligó al Gobierno local a declarar el Estado de Emergencia para la capital nipona.

"Todos lamentamos la decisión de no tener espectadores. Por los propios aficionados y más incluso por los deportistas, que no podrán disfrutar de la atmósfera olímpica", señaló el presidente del COI, el alemán Thomas Bach. "Para los atletas será una sensación muy diferente, pero sabrán que hay miles de millones de personas por todo el mundo apoyándoles".

La NBC ya ha vendido espacios publicitarios por más de 1.200 millones de dólares durante los Juegos

El rechazo del público local

El debate en torno a la idoneidad de la celebración de unos Juegos Olímpicos en plena pandemia ha llenado páginas y telediarios en Japón en los últimos meses. El rechazo de la población a Tokio 2020 ha sido uno de los grandes obstáculos que ha tenido que sortear el Gobierno japonés y el Comité Organizador: una encuesta de Kyodo News realizada en abril mostraba que un 39,2 por ciento de los japoneses estaba a favor de la cancelación de los Juegos y otro 32,8 pedía un nuevo aplazamiento.

Además, un importante grupo de doctores japoneses señaló en mayo que era "imposible" celebrar los Juegos con la pandemia. Incluso el periódico Asahi Shimbun, patrocinador oficial de Tokio 2020, publicó un editorial pidiendo la cancelación del evento. "Es una amenaza para la salud", escribió, pidiendo al primer ministro, Yoshihide Suga, que hiciera "una evaluación objetiva y tranquila de la situación" y tomara "la decisión de cancelar los Juegos".

Participarán más de 11.000 atletas de más de 200 países diferentes

Nada de eso ocurrió, porque la factura que deberían pagar el COI y Japón serían mayúsculas. Según la Universidad de Oxford, será una de las ediciones más caras de la historia olímpica. El coste oficial es de 15.400 millones de dólares, aunque algunos estudios sugieren que la cifra podría ser el doble. Del total, unos 6.700 millones provienen de fondos privados y el resto es dinero público.

Cabe recordar que la venta de los derechos televisivos de los Juegos suponen el 75% de los ingresos que tiene el COI. El otro 18% proviene de patrocinadores. Y según varios estudios, la cancelación de Tokio 2020 le habría costado al organismo entre 3.000 y 4.000 millones de dólares

Los Juegos del silencio, los Juegos de la televisión

La ausencia del público en los estadios y sedes de los Juegos hace que la retransmisión televisiva sea más importante que nunca, un reto de una enorme magnitud para OBS, la empresa encargada de la realización y de enviar la señal a las cientos de televisiones de todo el mundo. Habrá más de 9.000 horas de emisión, según explicó el propio Comité Olímpico Internacional.

Habrá 339 competiciones de 50 disciplinas y 33 deportes diferentes que se celebrarán en 42 sedes

Que los Juegos finalmente se celebren también es una  gran noticia para todas las televisiones que compraron los derechos. La NBC, dueña de los derechos en Estados Unidos, ya ha vendido espacios publicitarios por más de 1.200 millones de dólares hasta el 9 de agosto, récord absoluto para una edición de los Juegos. Sin embargo, existe el temor en los grupos multimedia sobre si unos Juegos sin público atraerán la atención de la gente en sus casas.

Según la consultar Kantar, dos de cada tres estadounidenses considera que el deporte durante la pandemia es "menos disfrutable" que antes. Y los datos avalan esa tesis: pese a que el coronavirus nos hizo consumir mucho más desde casa, la audiencia de las grandes ligas deportivas de Estados Unidos bajó durante la pandemia. El rating de la final de la NBA 2020, por ejemplo, bajó un 50% respecto al año anterior.

De Tokio 1964 a Tokio 2020

Será la segunda vez que la capital de Japón albergue unos Juegos Olímpicos. La primera fue en 1964, cuando la celebración de la cita fue vista como un símbolo de la rehabilitación del país después de la II Guerra Mundial y las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Y el simbolismo tendrá también un papel fundamental en los Juegos que están a punto de comenzar.

"Japón ha experimentado un estancamiento económico durante mucho tiempo, sufrió un tsunami y el desastre nuclear de Fukushima, por lo que los Juegos serían un símbolo del renacimiento de Japón", señaló a la BBC el profesor de la Universidad de Melbourne Jack Anderson. A eso hay que añadir la pandemia de coronavirus, la gran amenaza de Tokio 2020.

El tiempo dirá si fue una buena decisión mantener los Juegos a pesar de la pandemia. Lo que está claro ahora mismo es que será la edición más extraña de todas, perfectamente adaptada a esta realidad distópica del coronavirus. Aplazada, sin público, sin los dos grandes iconos olímpicos de las últimas décadas y con los japoneses en contra.

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