En el Alemania-Japón, partido que siempre será recordado por la protesta de los futbolistas germanos antes del pitido inicial tapándose la boca para denunciar la prohibición de la FIFA de llevar el brazalete LGTBI, también hubo fútbol, y mucho. Al contrario de lo sucedido con la reivindicación, Japón acompañó a Alemania en un despliegue futbolístico de máximo nivel.

Los primeros 60 minutos fueron dominados prácticamente en su totalidad por Alemania, que después de adelantarse con un penalti muy evitable cometido por el guardameta japonés y convertido por Gündogan, pudo sentenciar, pero el propio medicampista del Manchester City estampó la ocasión más clara en el poste.

Las modificaciones de Japón cambiaron totalmente el devenir del encuentro, que parecía encaminado a morir con un segundo gol de Alemania que nunca llegó. A falta de 15 minutos la selección nipona avisó con una ocasión clarísima repelida por Manuel Neuer e instantes después consiguió la igualada a través del recién ingresado Doan.

Las sustituciones de Japón, realizadas antes del tanto del empate, inclinaron el campo hacia la portería del gigante alemán Neuer, que se hizo pequeño ante el disparo al primer palo de Asano tras un control majestuoso. La falta de contundencia en la línea defensiva permitió a Japón ponerse 1-2 a favor, resultado con el que acabaría el encuentro.

La derrota de Alemania, a falta de lo que pueda suceder en el debut de España ante Costa Rica, deja a los de Hansi Flick sin margen de error para los dos partidos restantes. El enfrentamiento con España del próximo domingo 27, que a priori parecía útil para decidir quien sería primero y segundo del Grupo E, puede suponer algo único en la historia de los mundiales: la segunda eliminación consecutiva de Alemania en fase de grupos.