El edificio de Valencia ardió como la pólvora. En tan sólo diez minutos el fuego que comenzó en la planta tercera cubrió gran parte de su fachada. En cuestión de horas los 138 apartamentos que lo componen ya eran solo un esqueleto y es está rapidez la que más ha llamado la atención de los arquitectos. Todos piden cautela, aseguran que es pronto para saber con certeza el porqué pero aseguran que tienen claro que hay mínimo tres factores que han provocado con seguridad el infierno que se vivió ayer en el barrio de Campanar.

Gráfico incendio en Valencia en edificio de Campanar
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Desde El Independiente hemos contactado con tres arquitectos y todos están de acuerdo en que el viento, la combustibilidad del material y la falta de barreras contra incendio en la cámara de la fachada, que no eran obligatorias en la época en la que se licitó el proyecto de este edificio, son sin duda las causas principales de lo ocurrido.

Amaya Arizmendi, arquitecta que reside y trabaja en Barcelona, pide ser "muy prudente con los diagnósticos ya que es un tema muy delicado" y que podemos estar hablando del "incendio más gordo que haya habido en España". Pero añade que todo apunta a la "combustibilidad de la fachada" cuya velocidad le llama muchísimo la atención y que se vio sin duda incrementada por el fuerte viento de ayer en Valencia. "Si el viento no hubiese sido tan fuerte no creo que estuviéramos hablando de la misma situación", explica. A lo que David García-Asenjo, arquitecto en Madrid, añade que la fachada ventilada funciona como un conducto por donde pasa el aire por lo que si este era fuerte acaba funcionando como una "chimenea".

También, dice Arizmendi, que el material que se promocionó para estas viviendas, en las que publicitaban que el edificio residencial estaba "revestido con un innovador material tipo alucobond", es un material que se ha usado muchísimo y que es inflamable por lo que el problema puede estar en su combinación con otros materiales o en su colocación. "Pero claro, hablamos de un edificio que es posterior a 2007, que está fuera de ese código por lo que no era obligatorio hacer barreras contra incendio en la cámara de la fachada" lo que, según nos añade García-Asenjo, "serviría para parar la propagación del fuego porque funcionan como cortafuegos en la fachada del edificio".

Ambos explican que a nivel de fachadas el código ha cambiado mucho y Arizmendi señala que ahora "se piden tres parámetros: grados de combustibilidad, opacidad de los humos y caída de gotas". "El edificio es anterior a la normativa actual porque se licitó en 2005 y no tenía que cumplirla", añade García-Asenjo al que al preguntarle si al cambiar la normativa no se revisan los edificios anteriores que ante los nuevos estudios se haya comprobado que son de riesgo, asegura que sólo si "hacen una inspección y descubren que hay ese problema podrían proponer cambiarlo pero no están obligados". "Solo estarían obligados si deciden cambiar la fachada, entonces tendría que ser bajo la nueva normativa", añade.

Además pone el ejemplo de Reino Unido "donde han tenido un problema enorme porque había mucho construcción recubierta por materiales del tipo del poliuretano, que se dice que el aislante de este edificio, y se dieron cuenta de que suponía un problema muy grande a raíz del incendio de 2017 y que tenían que cambiarlos pero no tenían ni dinero suficiente ni materiales suficientes para todo lo que tenían que modificar".

Y otro arquitecto, que pertenece a un gran estudio de arquitectura que se dedica a edificios residenciales en Madrid pero que prefiere no ser mencionado, asegura que en España "habrá bastantes edificios que tengan ese tipo de fachada con ese recubrimiento" y añade que "desde hace años hay controversia con el uso de poliuretano en fachadas ventiladas por el tema de los incendios". "Por eso, los fabricantes de poliuretano crearon una norma de cómo ejecutar una fachada ventilada con su material y lo dividieron según su calidad en distintas clases: de la clase A a la clase F, siendo la A la mejor y F la peor. En función de la clase ejecutas la fachada de una manera u otra. Si el material es de clase media o baja se ponen unas barreras para que el poliuretano no sea continuo pero si no estaban esas barreras... Es que no tenían que ponerlas porque es anterior al código que hoy está vigente", explica.

Sobre las críticas a la arquitectura del edificio del que se ha dicho que forma parte de estas nuevas construcciones que son "muy bonitas" pero "inapagables", todos aseguran que el control es muy exhaustivo y que en nuestro país ahora mismo la normativa es durísima para evitar que ocurran desgracias. "Los arquitectos construimos para evitar que pase algo malo y no podemos hacer nada que no esté bajo el reglamento", aseguran.

"En la norma están establecidas las condiciones de aproximación a los edificios, tienen que tener espacio suficiente para poder aproximar la grúa, el hecho de que la fachada sea de vidrio no impide que se pueda romper esa fachada con partes de otros materiales para poder acceder al interior. Lo que no está regulado es que la escalera de los bomberos pueda apoyarse en la terraza", explica García-Asenjo.

A lo que Arizmendi añade que las "hay diferentes tipos de normas que tienen que ver con el diseño de edificios, distancias de evacuación y luego en lo que es la construcción hay exigencias en cuanto a materiales de cualquier elemento del edificio". "Además, a nivel de incendios hay normativa estatal, una normativa autonómica y una normativa local, hay que mirar las tres, en Valencia no sé cómo va pero aquí en Barcelona si un edificio supera cierto tamaño tiene que pasar el proyecto por los bomberos; es decir la normativa en España es muy exigente".

"Trabajamos peor con una terraza de vidrio"

En conversación con Roberto Sánchez Lázaro, bombero en Castilla y León, asegura que aunque estén bajo la normativa no es lo mismo actuar con en un edificio que en otro. "Para nosotros cualquier impedimento que te pongan, cualquier cosa decorativa, dificulta nuestro trabajo. No tiene nada que ver ir a un edificio de ladrillo que a uno de terrazas de vidrio como este", asegura.

También que la situación de ayer era muy crítica. "La gran radicación de temperatura tuvo que ser tremenda, no es lo mismo enfrentarte a una vivienda que a un edificio de este tamaño e incendiando por completo que puede llegar a una temperatura de 500-600 grados", comenta y añade que "todo el tema de revestimiento para nosotros es malísimo porque es tan inflamable que estaban cayendo de arriba para abajo partes del edificio, ya no tienes que protegerte solo de frente, también mirando al cielo".

Además, asegura que en cuanto vio la velocidad del fuego y el tamaño del edificio la posibilidad de que no hubiese víctimas mortales le parecía imposible. "Teníamos clarísimo que iba a haber víctimas, yo pensaba que a esa hora había gente en el sofá, echándose la siesta, y cuando dormimos perdemos el sentido del olfato, no olemos, estás durmiendo y no te estás dando cuenta de nada, te quedas inconsciente. Además, añade la manera tan rápida de propagarse ese fuego... Es muy difícil que todo la gente pudiese ser evacuada o irse". También que para los bomberos ayer tuvo que ser uno de los días más difíciles de su carrera. "Lo estaba viendo y pensaba que los que estaban allí tenían que tomar decisiones tan difíciles y con tanta rapidez...".