Cuando China despierte el mundo temblará”, dijo Napoleón que, además de gran militar parece ser que también era un gran vidente porque, varios siglos después de lanzar su premonitoria frase, el país asiático está desarrollando un nuevo modelo económico que afecta al sistema global (el gigante asiático se ha convertido en la segunda potencia económica del mundo); mientras que, en lo social, está viviendo una auténtica revolución, sobre todo, femenina.

Al igual que ocurre actualmente en la mayoría de los países, la mujer contribuye a la modernización de la China contemporánea y al dinamismo de su vida social, y las chinas del siglo XXI están preparadas de sobra. Con la política -que culminó en 2015- de un solo hijo por familia para evitar la superpoblación, en muchos de los hogares las primogénitas recibieron la misma educación si hubieran nacido varón por lo que muchas de ellas, al considerarlas herederas del legado familiar, obtuvieron estudios superiores. Pero eso no es todo, el 25% de las pequeñas y medianas empresas están lideradas por mujeres, emprendedoras que han creado sus negocios y que, además, han sabido aprovechar las oportunidades que brindaban la apertura al exterior y la economía de mercado.

La Fundación Pons acoge la exposición La mujer moderna en China, una serie de 40 fotografías producida por la Asociación Nacional de Fotógrafos de China (CPA). Esta muestra quiere dar una visión del papel de la mujer en el país del Este y, para ello, recoge sus diferentes tipologías. No faltan las celebrities, como por ejemplo Liu Yan, que en 2012, fue la primera astronauta china que salió al espacio exterior en la nave Shenzhou 9; la tenista Li Na, que ganó el torneo de Roland Garros en 2011 y el abierto de Australia en 2014. O, incluso, políticas, como Fu Ying, primera embajadora de una etnia minoritaria que se ha convertido en ejemplo de cómo enfocar las relaciones exteriores. Hay que puntualizar que, hoy en día, las mujeres representan el 24% del cuerpo de funcionarios chinos participando activamente en las decisiones y administración de los asuntos del Estado.

En La mujer moderna en China también está representado el mundo de la cultura. Como la Ópera de Pekín, fundada hace más de 200 años y considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Además del arte, las imágenes describen la diversa vida diaria de la mujer en China. Desde las profesionales que se dedican a la enseñanza o a la salud pública hasta las que recogen la pesca diaria pasando por las que van a la compra ataviadas con un elegante qipao (traje tradicional), o las expertas en la milenaria y elegante ceremonia del té.

En esta exposición se muestran las abismales diferencias entre las mujeres que viven en las zonas urbanas y las que pueblan las zonas rurales, mucho más primitivas y que aún, conservan muchas de las arcaicas tradiciones del país, no olvidemos que, en extensión, China tiene el tamaño de casi un continente.

A lo largo de toda su historia, China se ha regido por la filosofía confucionista en la que la familia es el pilar de la sociedad, del Estado y del orden cósmico, de esta forma, las mujeres salían de sus casas para recluirse en las de su marido para procrear, cuidar de sus hijos y de sus suegros. Con la llegada del Presidente Mao Tse Tung, la lucha en favor de la igualdad adoptó dos grandes lemas: Las mujeres sostienen la mitad del cielo y Todo lo que pueda hacer un hombre lo puede hacer una mujer. En la década de los 50 las mujeres chinas consiguieron el acceso al divorcio y a la propiedad, acababan con  la bigamia, con el matrimonio concertado, y la compraventa de niñas y adolescentes. Esto último, sólo en teoría porque, en la actualidad, es una práctica muy habitual en las zonas más recónditas del país. Con la política de un solo hijo por familia, la población masculina (51,2%) sobrepasa a la femenina (48,8%) por lo que para muchas mujeres rurales el único salvavidas es desplazarse a las grandes ciudades.

Mientras, la mujer altamente cualificada y cosmopolita que habita en las grandes metrópolis se encuentra atrapada entre el peso de las tradiciones (que consideran que una mujer sin marido y sin hijos está incompleta), y el deseo de mantenerse libres para dedicarse a su profesión.  El censo de 2010 revelaba que el 20% de las chinas licenciadas seguían casaderas a los 30 años y que ese porcentaje aumentaba al 30% si habían realizado un máster o un doctorado. Estas mujeres sufren el peso de una sociedad que las considera sobrantes, y hasta el propio gobierno insiste en que se casen y procreen para que ese desequilibrio entre géneros sea lo menos dramático posible por lo que, a pesar de los avances que se consiguieron para la mujer durante la Revolución, existe un resurgimiento de las desigualdades de género en China.

  • La exposición fotográfica La mujer moderna en China estará abierta al público del 9 al 14 de enero en la Fundación Pons (Serrano, 138. Madrid). La entrada es gratuita.