No cabe duda, son los reyes del márketing. Lo han vuelto a hacer. Prometieron recuperar el esplendor perdido y nadie como Disney para conseguirlo. Los últimos Jedi, el episodio VIII de la saga Star Wars que se estrena el próximo 15 de diciembre, es un producto perfecto, bien rodado, con magníficos planos, grandes batallas arropadas por excelentes efectos especiales, maravillosas localizaciones, una historia entretenida, divertida y bien interpretada. Metido en una caja y envuelto con un gran lazo rojo es el blockbuster de la Navidad, la película con la que la factoría del ratón se asegura una recaudación de escándalo a pesar de tener el listón muy alto (El despertar de la fuerza ha recaudado 2,066 mil millones de dólares en todo el mundo).

El engranaje encaja perfectamente. Todo resulta indiscutible, pero… tras ocho episodios y medio (consideremos el medio a la magnífica Rouge One) esto se está convirtiendo en una serie, una serie de lujo, una serie en la que ya no ofrecen nada nuevo. A Los últimos Jedi le falta algo, le falta duende, le falta pasión, le falta sorpresa (y no me refiero a la trama, que la tiene).

Si todavía queda un espectador sin pasado galáctico, ése tiene la diversión asegurada durante los 153 minutos del metraje

Si hay alguien que llegue virgen a la sala, si todavía queda un espectador sin pasado galáctico, ése tiene la diversión asegurada durante los 153 minutos que dura la película; pero aquella generación que vio la primera trilogía en el cine, la que lleva marcada en su retina siete episodios, a ésa, probablemente, no le sorprenda nada. No hay nada nuevo en Los últimos Jedi. Triunfo de la Primera Orden, triunfo de la Fuerza y vuelta a empezar, así llevamos 40 años dando vuelta a lo mismo sin llegar a ninguna parte. El día de la marmota, un déjà vu.

Rian Johnson, responsable del guión y de la dirección de esta nueva entrega, confesó en la rueda de prensa de presentación de la película en Los Ángeles que su reto había sido convertir el episodio VIII en una auténtica entrega de Star Wars. “Se trata del capítulo interno de la trama, un momento en el que nos vemos obligados a retar a los personajes. Pero me gustan tanto las películas originales que quería capturar su entusiasmo por divertir al público. No renegamos de la intensidad, pero también ofrecemos la posibilidad de hacerte salir del cine deseando llegar a casa a jugar con la nave espacial que aún tienes escondida y dejar salir al niño que llevas dentro”.



Vídeo: G. M. Piantadosi

En esas estamos. La factoría contó con un friki de la saga, J.J. Abrams, para dirigir El despertar de la fuerza y ha colocado detrás de la cámara a otro confeso en Los últimos Jedi, de manera que los homenajes a las clásicas pululan constantemente por la pantalla, en el guión, en las escenas, en los diálogos...

Tras el fiasco de la segunda trilogía, Disney siempre supo que el éxito de la saga pasaba por recuperar a esa generación que vio las primeras películas en el cine, a esa generación que se dejó seducir por la eterna lucha entre el bien y el mal. Además, estaban obligados a resarcir a la generación que se enfrentó por primera vez a la saga con los fallidos episodios de la segunda trilogía y, por supuesto, cautivar a los niños del siglo XXI. Para conseguir el reto, recuperar a los clásicos resultaba vital. La presencia de Han Solo (Harrison Ford), Luke (Mark Hamill) y Leia (Carrie Fisher) era imprescindible.

Si en El despertar de la fuerza la historia pivotó alrededor de la figura de Han Solo, en Los últimos Jedi hace lo propio con Luke. Puestos a elucubrar, parece que la tercera entrega estaba destinada centrarse en el lado femenino de la fuerza. En el episodio IX habría llegado el turno de la princesa (ahora general) Leia. Si esto fuera así, el destino le ha jugado una mala partida a J.J. Abrams que repetirá como director en el episodio IX, tras sustituir a Colin Trevorrow que abandonó el proyecto por diferencias irreconciliables con la factoría. La muerte de Carrie Fisher habría trastocado todos los planes.

Los nuevos personajes, Rey, Kylo Ren, Finn, Po Dameron y el simpático androide BB-8 van ganando peso en la trama de esta nueva entrega que profundiza en sus conflictos. Que no son pocos. De hecho, la identidad se convierte en el santo grial de una historia que descubre tres nuevos personajes interpretados por Benicio del Toro y Laura Dern y Kelly Marie Tran. Se trata del bandido Hacker DJ, la vicealmirante Amilyn Holdo, líder de la Resistencia, y la mecánica Rose Tico, cuyo papel resulta fundamental en la historia.

Como en El imperio contraataca, Los últimos Jedi deja un final abierto que mantendrá la intriga hasta 2019 cuando por fin se estrene el último episodio de la serie (perdón saga). Que la fuerza nos acompañe.