Hay un aspecto del mundo de la magia que se parece mucho a Hogwarts, el colegio para jóvenes magos de los libros de Harry Potter. Hay distintos estilos, escuelas y corrientes. Gryffindor contra Slytherin. Por un lado están los efectistas, por otro los encantadores. Entre los efectistas podríamos incluir al Mago Pop y los demás seguidores del mago Dynamo. El ilusionista inglés, cuyo verdadero nombre es Steven Frayne, es considerado la máxima expresión de la tendencia hollywoodiense de la magia.

Trucos simples pero inflados con grandes efectos especiales, un ritmo y un montaje televisivo y la sospecha de usar cómplices por la poca naturalidad con la que “actúa” el público cuando se sube al escenario. La red está llena de detractores de este estilo de magia. En el otro extremo, estaría el Mago Tamariz y la escuela dirigida por su hija Ana, que éste año cumple 30 años de actividad. Con un actitud más cercana al público, atenta a crear atmósfera y más inspirada en el teatro. El próximo 5 de marzo, la magos más importantes de España se reunirán en la Sala Galileo para celebrar el trigésimo aniversario de la escuela.

Muchos magos probablemente no estarán de acuerdo con una división tan dura. David Copperfield reúne cada día a cientos de personas en su espectáculo en Las Vegas, con gran cantidad efectos especiales, pero al mismo tiempo consigue crear un ambiente único en sus espectáculos.

El plagio entre magos

Las acusaciones de plagios entre magos son tan frecuentes como la creación de trucos nuevos. Bajo el escrutinio de la comunidad mágica ahora está Antonio Diaz, el Mago Pop. La revista americana Genii, especializada en ilusionismo, le ha acusado de incluir trucos de otros magos en su último espectáculo “Nada es imposible”. En este caso habría utilizado sin permiso un truco de David Copperfield pero no es la primera vez que Díaz recibe acusaciones parecidas. La revista recuerda que el año pasado tuvo que pedir disculpas a Joaquín Kotkin por haber utilizado un truco sin autorización. El Independiente se ha puesto en comunicación con el equipo del Mago Pop que no ha querido contestar.

“El pirateo entre magos es tan antiguo como la magia”, dice Ricardo Sánchez, dueño de la tienda Magia Estudio, la más antigua y prestigiosa de Madrid. Desde ahí ha visto pasar generaciones de ilusionistas y colaborado con los equipos de los principales magos. “Cada mago se convierte en creador de sus contenidos: trabaja con un equipo y no es habitual que copie. Aún así es muy difícil hacer respetar la propiedad intelectual de un truco porque hay mil maneras de hacerlo. Pasa lo mismo que con los chefs: ¿cómo demostrar que un plato es tuyo? Lo único se puede defender es la puesta en escena, la representación. No vale con cambiar algo”, explica.

Jorge Blass, director del Festival de Magia de Madrid, que ha llegado a su octava edición, cuenta que existe un verdadero mercado entre magos que compran y venden trucos entre ellos. Él, por ejemplo, ha vendido algunos al mismísimo David Copperfield. Explica que se trata de un mercado basado sobre la ética y la confianza recíproca. “Algunos trucos se pueden proteger de forma industrial con patentes, si además implica la utilización de atrezzos. Muchos magos se protegen publicando libros donde comparten sus secretos. Cuando están publicados ya cualquiera tiene la capacidad de reproducirlos”, dice Blass. “Sin embargo hay algunos magos que, a pesar de publicar, se reservan el derecho de reproducción en teatro o televisión”, matiza Sánchez.

El resurgir de la magia

La magia está de moda y mucho. “El fenómeno Harry Potter, que ha puesto la magia de moda y se presentan cada vez propuestas más interesantes”, afirma Jorge Blass. “Internet ha ayudado mucho. Ahí muchos niños ha aprendido a hacer sus primeros trucos”, dice Ricardo Sánchez de la tienda Magia Estudio, la más antigua y especializada en Madrid.

Rodrigo, 17 años, ha aprendido en YouTube sus primeros trucos. Pertenece a la misma generación del Mago Pop pero no hará la cola para ver su espectáculo. “Al principio empecé como él, con trucos y efectos muy  impresionantes. Me encantaba Harry Potter pero como no podía hacer desaparecer cosas pasé a las cartas”. Cuando se apuntó a la escuela del mago Tamariz aprendió que ser un ilusionista es algo más que sorprender. “La magia te ayuda a cuidar las formas, a presentar las cosas, a hablar en público. Cuando entiendes que es un arte, aprendes lo importante que es interactuar con el público y disfrutar con la adrenalina”, dice Rodrigo.

Antonio Díaz ha sido acusado también de utilizar de forma muy descarada ayudantes y compinches. Entre los que más han lanzado invectivas en contra de su manera de actuar está el ilusionista Toni Bright.  Sin embargo, sobre este aspecto, tanto Sánchez como Blass admiten que se trata de elecciones artísticas personales que pueden gustar más o menos pero que se consideran prácticas aceptables. “Utilizar o no ayudantes repercute en tu credibilidad y en la calidad de tu espectáculo, pero no perjudica a otros”, comenta Sánchez. En su opinión la buena salud de la magia no depende sólo del hecho de que los espectáculos de magia hayan vuelto a los teatros de la Gran Vía, sino que “haya cinco o seis pequeños teatros en Madrid dedicados exclusivamente a la magia”.