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'Mucha mierda' para el Festival de Mérida

Jesús Cimarro repasa sus seis años de gestión en la víspera de la inauguración del certamen.

Festival de Mérida

El Festival de Mérida 2018 arranca con 'Electra' del Ballet Nacional.

En 2011 le propusieron la dirección del Festival de Mérida. Obstinado, apasionado y enamorado de su profesión, Jesús Cimarro recogió el testigo con la intención innovar en un nicho en el que, a pesar de su vehemencia y su pasión, no parecía que fuera a tener una salida airosa. Aceptó y, desde entonces, no ha parado de innovar. Entrelaza la gestión y la dirección artística del Festival de Mérida con su labor en Pentación y con la docencia en varios máster de Gestión Cultural.

Vive obsesionado con los clásicos. Cierto es que las tragedias son la esencia del teatro, que no hay conflicto emocional que no hay pasado por la tinta de los maestros de la antigua Grecia. El Festival de Mérida no deja de ser un certamen de temática grecolatina y grecorromana. El único en España y de los pocos europeos, lo que le otorga unas características muy determinadas. “Es algo que te encorseta y que al mismo tiempo te permite ser genuino". Lee todo lo que cae en sus manos para luego hacer que cobre vida en el fastuoso escenario del Teatro Romano. Pocos lo saben, pero la revista Forbes le incluyó entre los 100 personajes más creativos del mundo.

Cimarro se encontró con un Festival al que el público le había dado la espalda y con un déficit de casi cuatro millones de euros

Jesús Cimarro se encontró con un Festival al que el público le había dado la espalda y con un déficit de casi cuatro millones de euros. “No estaba obligado a hacerme cargo de esa deuda, pero cuando un certamen tiene pérdidas los presupuestos menguan continuamente”.  Se comprometió a que desde el mismo instante en el que se hiciera cargo del Festival, su empresa se responsabilizaría del déficit y si se alcanzaba un superávit, el 80% de los beneficios serían destinados a amortizar la deuda. “Eso fue durante los cuatro primeros años, a partir del quinto año decidimos que el 95% del beneficio sería destinado a pagar la deuda, deuda que está previsto que se termine de pagar en 2020".

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En 2012, Cimarro tomó las riendas de un festival que contaba con 52.000 espectadores y en seis años puede presumir de haber triplicado la cifra. Concretamente el año pasado el Festival de Mérida sedujo a 168.500 espectadores. “Realmente este incremento es el responsable del superávit. El público ha respondido positivamente a la oferta”.

El Teatro Romano de Mérida es el teatro más grande de España, cuenta con 3.100 localidades y con un escenario muy peculiar. “Hay que producir para ese espacio en particular. No hay en el mercado espectáculos que se puedan traer a Mérida. Este año, de los nueve montajes, ocho son estrenos mundiales y uno es un espectáculo ya estrenado. La Electra del Ballet Nacional que inaugura esta noche el festival se pensó en sus orígenes para hacerlo en Mérida”, confiesa.

[infogram id="9bf5c048-800a-4231-85e8-0aa6f56a59f7" prefix="423" format="interactive" title="Recaudación y superávit del Festival Teatro Mérida"]

Para poder amortizar las producciones tienen que permanecer en cartel un mínimo de cinco días y en algunas ocasiones hasta 10 días. “El festival tiene un presupuesto de tres millones de euros, la administración pone el 50% y el otro 50% tiene que salir de la taquilla. Si no sale de la taquilla, lo tiene que asumir Pentación, mi empresa”.

Economía de la región

Que el Festival de Mérida haya crecido de esa manera es algo que se ha visto reflejado también en la economía de la región. “Según un estudio hecho por la Dirección General de Turismo, por cada entrada que se vende en el Festival se generan entre tres y cinco puntos más. Es decir, por una entrada de 30 euros se generan unos ingresos entre 125 y 150 euros por persona”. Esto es el resultado de un panorama muy realista puesto que hay muchos espectadores que se gastan muchísimo más que 150 euros durante su visita a Mérida. Cimarro está convencido de ello. De hecho, cerca del festival hay un aeródromo en el que aterrizan 250 avionetas con gente para ver el espectáculo. “La verdad es que he pedido al Gobierno de Extremadura que me gustaría que pusiera en marcha un estudio del que se pudieran sacar datos reales, un estudio en profundidad de lo que significa esta actividad para la Comunidad”.

Otra de las grandes batallas de Cimarro en el Festival es y será siempre bajar la media de edad del público. En el teatro hay mucho abrigo de piel y bajar la media es una de las grandes peleas, sobre todo en el siglo XXI, en el siglo de las pantallas. “En estos seis años, hemos bajado 15  la media de edad que, hoy por hoy, está en 45 años”.

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El gran trabajo para rejuvenecer el Festival de Mérida, el éxito de los últimos tres años, se halla en la selección de texto y en los actores y actrices que representan las obras. “Estamos apostando por las mezclas. Textos que nunca se han representado, Ben Hur, por ejemplo, con una apuesta en escena de Yllana. Nerón, que tampoco se había representado, llega este año con un montaje protagonizado por un actor como Raúl Arévalo que nunca ha estrenado en Mérida y que atrae a un público distinto, al del cine. Un perfil de público que no tiene nada que ver con el de El Brujo, por ejemplo, o con el de Lolita. Vamos a hacer unas Amazonas con Silvia Abascal y Loles León, dos actrices absolutamente distintas, dirigidas por otra mujer muy especial que es Magüi Mira. Todo esto seduce a otro tipo de público”.

Jesús Cimarro, director del Festival de Mérida. Javier Nadal

Le cuesta destacar entre los grandes estrenos, los hitos de estos últimos años. Tras un largo silencio, nombra la Hécuba de Concha Velasco, El Eunuco de Pepón Nieto y La asamblea de las mujeres que dirigió Juan Echanove. “Hay un espectáculo que se estrenó en 2013 y que todavía sigue funcionando, Los gemelos de Plauto. Otro que es todo un clásico en Mérida es El Edipo Rey que representa el Teatro del Noctámbulo, un montaje que este año ha viajado a  la extensión del Festival en Tarragona”, añade.

Ley de mecenazgo

El festival cuenta con patrocinios, pero en su mayoría son de intercambio. “Al no haber una ley de mecenazgo resulta muy complicado contar con inversión privada. Es algo que nosotros, como sector, estamos reivindicando y deberíamos trabajar para que fuera una realidad. El ministro lo tiene claro. Para empezar, debemos destacar la creación de un Ministerio de Cultura, que haya alguien de cultura sentado en la mesa del Consejo de Ministros es muy importante puesto que va a tener voz y voto. Va a poder hablar con su colega de Hacienda y explicarle la necesidad que existe. Una ley de mecenazgo conseguiría que la Administración tuviera menos presión con los recursos de cara a la cultura”.

Sostiene que para que fuera efectiva, la futura ley de mecenazgo no sólo debería pensar en las grandes instituciones culturales públicas sino también tendría que comprometerse y destinar un apartado muy importante a lo privado. “A veces hay miedo a la palabra iniciativa privada, pero la iniciativa privada no es más que la unión de la sociedad civil en torno a un proyecto”.

Si el Festival de Mérida tiene un punto negro, ese no es responsabilidad de Cimarro. En el siglo XXI, en la España de la alta velocidad, Extremadura ha sido aparcada en la segunda división. Llegar a Mérida es como volver al siglo XX, a los viajes interminables. “Espero que con este nuevo Gobierno se agilice la llegada del AVE a Extremadura. Esta previsto que se haga realidad en 2020”, concluye.

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