Ser bajito no es un impedimento en la mayoría de deportes. Que se lo pregunten a Lionel Messi y sus 1,70 metros. O a Nate Robinson, tres campeón del concurso de mates de la NBA pese a sus 175 centímetros. Faf de Klerk, el medio melé de la Sudáfrica que se proclamó recientemente campeona del mundo de rugby, no supera tampoco el 1,70. En los deportes de equipos suele haber altos y bajos, rudos y ágiles, incluso gordos y flacos. Pero en las disciplinas individuales no hay lugar para esas mezcolanzas.

En el tenis han dominado históricamente los deportistas altos. De los 26 jugadores que han ocupado el número uno del ranking de la ATP desde 1973 sólo ha habido tres por debajo del 1,80. No es casualidad: el saque es el golpe más importante y, a más altura y brazos más largos, mayor impulso y mayor velocidad se le dará a la bola.

Con su estatura está más complicado aspirar a ser un súper top porque al final tienes un hándicap que es el saque"

Pero, como en todo ámbito de la vida, en el tenis también hay excepciones. Ahí está Diego Schwartzman, argentino, de 27 años y 170 centímetros según el perfil oficial de la ATP. Aunque algunos dudan de que esa sea la estatura real del número 14 del ranking mundial. "Yo conozco gente que mide 1,7 y te aseguro que Schwartman es más bajito", decía hace unos años un trabajador del circuito masculino.

Schwartzman retará este viernes a Rafael Nadal en los cuartos de final de la Copa Davis. El jugador más bajito del top 100 ante el número uno del mundo. El español levanta 1,85 metros desde el suelo, quince centímetros de diferencia que son un mundo en el tenis.

"Evidentemente en tenis, para aspirar a ser un súper top, con su estatura está más complicado porque al final tienes un hándicap que es el saque", dijo Nadal sobre Schwartzman en enero de 2018. "Ahora mismo, tal y como funciona el tenis, desgraciadamente o no, el servicio tiene demasiado impacto en el juego".

Convertir una debilidad en una fortaleza

Diego Schwartzman siempre fue de los más bajitos de la clase. Desde pequeño sabía que su juego no podía basarse en los cánones habituales del tenis moderno: la fuerza y la potencia. Lo suyo es la movilidad, el llegar a todo, la anticipación y el resto. Saque no tendrá, pero devuelve como pocos en el circuito.

De hecho, es el tercer mejor restador de 2019, sólo por detrás de Nadal y Djokovic. El argentino, de 27 años, es el jugador que más puntos gana con el segundo saque del rival (un 56,1 por ciento) y rompe el saque en uno de cada tres juegos. La ATP tiene una tabla histórica de los mejores restadores y Schwartzman está en el puesto número 15. Nadal aparece en el tercer lugar de esa lista.

El argentino ha perdido las ocho veces que ha jugado contra Nadal, pero siempre ha sido un rival incomodísimo para el español. Por si esa estadística no fuera suficiente, Nadal lleva 26 victorias seguidas en la Copa Davis.

“¿Leíste David contra Goliat?”

Sschwartzman no pierde la fe. De hecho, en las condiciones de la Caja Mágica (pista dura y bajo techo) son las ideales para poder pensar en superar a Nadal. Y no será la primera vez que tumba a un gigante. En 2018 dejó una frase para el recuerdo tras remontar dos sets al sudafricano Kevin Anderson en los octavos de final de Roland Garros. Tras la victoria, y sabiendo que Nadal sería su rival en aquellos cuartos, se sentó en la sala de prensa y le preguntaron: “¿Cómo se mantiene la fe?”.

“¿Leíste David contra Goliat?”, respondió él, y los periodistas se empezaron a reír. “Es por eso, es por eso. La leí cuando era joven en la escuela e intento pensar en eso cuando veo a Kevin o a los chicos que miden dos metros”.

Schwartzman, durante la Copa Davis en Madrid | EFE