Después de más de un año lejos del principado, la princesa Charlene, esposa del príncipe Alberto y madre de sus dos hijos, los gemelos Jacques y Gabriella, de siete años de edad, ha regresado a Mónaco sin que nadie en palacio haya dado una explicación mínimamente convincente de lo que le ha sucedido y de por qué la princesa ha estado tantos meses alejada de sus hijos y del resto de la familia Grimaldi

En un comunicado oficial, tan sólo se explicaba que Charlene había estado diez meses en su Sudáfrica natal (fue hospitalizada de urgencia después de “desmayarse” en septiembre mientras estaba allí) y que, después de regresar a Mónaco en noviembre, tuvo que ser hospitalizada en una clínica privada (supuestamente suiza) a causa de un “estado de fatiga general profunda”. Ahora ya estaría mejor, por lo que habría vuelto a casa, aunque todavía no va a reanudar su agenda pública. “Las semanas siguientes permitirán que la princesa Charlene recobre fuerzas antes de reasumir sus deberes oficiales y compromisos”, ha hecho público la Casa Real monegasca. Y ha añadido: “la princesa necesita calma y serenidad”. 

Un año de rumores

Semejante nivel de opacidad, por supuesto, ha dado pie a toda clase de especulaciones. Muchos se preguntaban si la ausencia de la princesa y su precipitado viaje a Sudáfrica se debían en verdad a una fuerte riña en la pareja. Los rumores sobre peleas y desavenencias en el matrimonio han sido constantes desde que el príncipe y la antigua nadadora olímpica se casaron en el 2011 y supuestas noticias sobre un posible divorcio han sido la tónica en los últimos años. Incluso el tabloide Daily Mail llegó a publicar que “varios habitantes de Mónaco han confirmado que, antes de que partiera a Sudáfrica, Charlene ya pasaba la mayoría del tiempo viviendo en un modesto apartamento de dos habitaciones situado encima de una antigua fábrica de chocolate a unos trescientos metros del palacio”. 

También se insinuó que Alberto podría haber tenido hijos fuera del matrimonio: en diciembre del 2020 se tuvo que enfrentar a una demanda de paternidad. Una mujer brasileña alegó que había tenido presuntamente un hijo con él cuando el príncipe y Charlene ya estaban juntos. De ser verdad la información, sería el tercer hijo ilegítimo de Alberto. Anteriormente, tuvo a Jazmin Grace Grimaldi (fruto de su affair con una agente inmobiliaria estadounidense) y a Alexandre Coste (resultado de una aventura con una azafata togolesa). 

El propio Alberto de Mónaco se encargó de desmentir que la situación de Charlene tuviera algo que ver con él: “Ella estaba claramente exhausta, física y emocionalmente”, desveló a la revista People en noviembre del 2021. “Estaba abrumada y sobrepasada por las circunstancias”, explicó. “No podía asumir sus obligaciones oficiales, la vida en general e incluso nuestra vida familiar”. 

Un año separados

A principios de enero del 2021, Charlene asistió con su marido y sus hijos a las festividades de Santa Devota, la patrona de Mónaco. Dos meses más tarde, en marzo, la princesa apareció en un acto oficial en el palacio real de Nongoma, en Sudáfrica. A partir de aquí se le perdió la pista y, aunque en abril Charlene colgó una foto en su Instagram con su marido y sus hijos, no se la vio físicamente en Mónaco. Las alarmas comenzaron a sonar cuando, el 8 de mayo, no fue al Grand Prix de Mónaco, un evento al que no solía faltar. Dos días más tarde, el 10 de mayo, el príncipe Alberto acudió solo al Monaco Gala Awards. Tampoco se vio a Charlene en Mónaco en junio. El 24 de junio se hizo público el primer comunicado: la fundación que dirige la princesa anunció que la princesa sufría una infección de nariz y oído. 

Oficialmente, la princesa se habría desplazado a Sudáfrica para llevar a cabo actos de conservación del medio ambiente, una causa con la que está muy solidarizada, y allí habría sufrido una fuerte infección de oído, nariz y garganta que la hizo ir corriendo a un hospital de Durban. Allí estuvo ingresada con un pseudónimo sin que nadie explicara a la prensa por qué duraba tanto su hospitalización y cuál era la dolencia exacta que afligía a la princesa. Algunos medios europeos, citando a supuestos amigos próximos de la princesa, llegaron a publicar que Charlene había estado al borde de la muerte, un extremo que el palacio monegasco ha negado rotundamente.

Regreso a Mónaco y partida a los pocos días

Las especulaciones volvieron a circular cuando, después de muchos meses, la princesa regresó a Mónaco pero, al cabo de unas semanas, tuvo que volver a marcharse, esta vez rumbo a una clínica privada de Suiza. Esta vez, muchos apuntaron a Alberto y de nuevo surgieron rumores sobre divorcios. El propio príncipe salió esta vez al ruedo: la reunión familiar había ido muy bien, explicó, pero al cabo de pocas horas “quedó muy claro que Charlene no estaba bien”. “No había dormido bien durante días y no estaba comiendo bien. Había perdido mucho peso, lo que la hacía vulnerable a otras dolencias”, comentó. Y añadió que ella misma se dio cuenta de que “necesitaba ayuda”. “Seguramente voy a tener que decir esto repetidas veces, pero no tiene nada que ver con nuestra relación”, se quejó Alberto a la prensa. “Quiero que quede muy claro. Esto no tiene nada que ver con problemas internos de nuestra relación. Son problemas de otra naturaleza”. Respecto a las informaciones surgidas en varios medios europeos sobre si era cáncer, el príncipe Alberto también lo negó tajantemente. 

Pero las explicaciones, aunque contundentes, no zanjaron las especulaciones y muchos se preguntaron si Charlene sufría depresiones, anorexia o incluso se llegó a hablar de algún intento de suicidio. Pero todo esto parece falso. En unas sorprendentes declaraciones a la revista británica Tatler, la biblia de la clase alta británica, amigos de Charlene se quejaron de que la princesa estuviera siendo retratada como una mujer inestable, ingenua y atrapada en una jaula de oro. Insistieron en que la realidad era toda la contraria: Charlene, recalcaron, es una mujer de mucha fuerza interior.

¿Qué ha pasado realmente entonces?, intentaron averiguar los periodistas. Pero todo fueron evasivas. Nadie da una respuesta convincente, ni palacio ni amigos ni familiares, por lo que los rumores persisten. El misterio de Charlene continua.