"La dama roja", la biografía sobre Yolanda Díaz que sacarán la semana que viene Manuel Sánchez y Alexis Romero, la primera de hecho sobre la vicepresidenta del gobierno, tiene dos grandes aciertos y un gran defecto.

El primer gran acierto es que han sido capaces de entrevistar a multitud de personas de diferentes signos políticos y simpatías ideológicas, con lo que se tiene una visión amplia del personaje desde diferentes puntos de vista. El segundo gran acierto es que se explica al detalle el grupo de gente, asesores y colaboradores que rodea a Díaz y que trabaja a diario con ella. Pero el gran defecto es, sin duda, que la narrativa es totalmente acrítica, no hay duda de que los periodistas son grandes entusiastas de Yolanda Díaz y no ofrecen ni un solo matiz negativo, un sólo defectillo por pequeño que sea, sombra, mancha o duda que empañe la visión inmaculada que ofrece el libro. Por lo que el resultado, más que como una biografía, se lee como una verdadera hagiografía, una exaltación continua de sus virtudes y una loa de sus múltiples éxitos.

Excesivamente acrítica

Lo de escribir textos elogiosos de un político no es nada nuevo, desde luego. En Estados Unidos y Francia hay toda una tradición al respecto y no hay político que aspire a la jefatura del Estado o del gobierno que no escriba su propio libro y/o haga que otros le dediquen una biografía agradable y, sobre todo, favorable. Barack Obama escribió incluso varios libros: de Dreams from my Father, cuando era aún joven y desconocido, a The Audacity of Hope, cuando ya era una estrella meteórica. La campaña de John Fitzgerald Kennedy encargó a James MacGregor Burns una biografía oficial (John Kennedy. A political profile). Le dio acceso privilegiado a todos los documentos del candidato y le permitió entrevistar a familiares y a amigos, pero, según se cuenta, el primer borrador fue un desastre. Burns había sido demasiado sincero y objetivo, con lo que le obligaron a retocar el texto hasta que estuvo al agrado de los Kennedy. Jackie Kennedy contrató a una amiga de su madre, Mary van Rensselaer Thayer, para que le escribiera su vida cuando su marido juró el cargo, pero se aseguró de que la narrativa no contara intimidades de la pareja e incluso la propia Jackie escribió de su puño y letra párrafos enteros.

Sin embargo, a pesar de que todos estos textos fueron verdaderas apologías de los personajes en cuestión, se cuidaron muy mucho de que no parecieran meros panfletos propagandísticos y se expusieron defectos de los personajes, incluso errores políticos, para dar una pátina de objetividad y credibilidad. Barack Obama habló de sus fracasos en política, de que de joven fumó porros y tomó drogas y reconoció problemas en su matrimonio (no es ningún secreto que los Obama estuvieron al borde del divorcio y que, durante años, el matrimonio pendía de un hilo). Burns escribió sobre los problemas de Kennedy con los derechos civiles (aunque ahora no se recuerde, JFK no destacaba precisamente en este ámbito). Jackie reconoció que su marido y ella habían necesitado un período de adaptación y dio a conocer los abortos que había sufrido.

De Yolanda Díaz, en cambio, no se nos ofrece nada que no sea una alabanza constante, por lo que, o realmente estamos delante de la mejor política de la historia, o el libro ofrece una visión excesivamente dulzona y edulcorada. Es una lástima, porque el personaje, más allá de las afinidades ideológicas de cada cual, realmente da para un buen libro y, si no hubieran caído en el error tan notorio de ensalzarla continuamente, hubiese salido mejor parada de la obra.

Forzando el relato

Porque es cierto que Yolanda Díaz tiene excelente cualidades. Es una trabajadora incansable, buena negociadora, con la suficiente firmeza como para defender sus propias ideas pero con la cintura necesaria para llegar acuerdos con otras formaciones políticas. No cae en el sectarismo asfixiante de otros en la izquierda más radical ni es esclava de Twitter ni de los titulares grandilocuentes y vacíos. Ella es, sin duda, la cara más amable y agradable de un sector ideológico, como es la izquierda de la izquierda, el amplio espectro político que ha ocupado Podemos en los últimos años, que ha generado tanto rechazo y asco entre sus detractores como entusiasmo mesiánico entre sus fieles. Aunque ahora, seguramente, muchos se sienten defraudados.

El problema, sin embargo, es que últimamente está exagerando excesivamente su propia "narrativa", por usar esa palabra tan propia de politólogos. Yolanda Díaz está forzando el relato, llevando su trayectoria a unos niveles de épica y dramatismo que quedan algo recargados y, en ocasiones, resultan incluso cursis.

'Estos de Podemos nacieron ricos'

Yolanda Díaz tiene una trayectoria vital que es el sueño de cualquier spindoctor de izquierdas: hija de un destacado sindicalista gallego, Suso Díaz (secretario nacional de Comisiones Obreras durante más de once años), viene de una familia humilde y trabajadora que siempre ha estado ligada a la política. De hecho, una de las cosas más interesantes de "La dama roja" es cuando se le escapa a los autores que Díaz pensaba, en un principio, que "estos de Podemos nacieron ricos", en referencia a que lo suyo fue, electoralmente hablando, nacer y triunfar, aunque también lo podría haber dicho porque muchos --en realidad, la práctica totalidad-- no habían pisado un barrio obrero de verdad en su vida y tantos otros venían de muy buenas familias (en el libro no se cita, pero recordemos que algunos, como Carolina Bescansa, venían de familias con muchísimo dinero).

Yolanda Díaz, como se dice en el libro, no es que pasara hambre, pero en su casa nunca hubo lujos ni derroches de ninguna clase. Lo que sí abundó en su infancia fue "un ambiente político y activista". El hogar de sus padres era un ir y venir de políticos, dirigentes y destacados miembros de la cultura, como los cantantes Gabriel Salinas y Victoria Torres, muy comprometidos con la causa chilena. Su propio tío, Xose Díaz, era diputado nacionalista. Sorprende que no se nombre en el libro a Santiago Carrillo, a quien Yolanda Díaz conoció de pequeña (él le besó la mano), aunque hay que decir que últimamente el histórico dirigente comunista no cuenta con demasiadas simpatías entre las bases podemitas, que lo ven como una rémora de ese "régimen del 78" que ellos tanto denostan.

Con semejante caldo de cultivo, no es de extrañar que acabara ella también metida en temas electorales. Aunque últimamente a Yolanda Díaz le dé por decir que lo suyo con la política es un affaire tardío (lo dijo y lo repitió en una reciente entrevista en La Sexta), y que es más un tema circunstancial que un oficio de vida, en "La dama roja" queda claro que no es así. Incluso los autores recalcan que "Díaz lleva, literalmente, toda su vida ligada y entregada a la política en cuerpo y alma. Se podría decir que es su pasión". Aunque bien, lo que se dice bien, al principio no le fue.

Un conjunto de derrotas iniciales

Después de licenciarse en Derecho por la universidad de Santiago de Compostela, abrió su despacho en Ferrol en 1998 y, por lo que se cuenta en la obra, le fue muy bien desde el principio. Pero la política llamó rápidamente a su puerta. Su formación, Esquerda Unida, la presentó a la alcaldía de Ferrol en 1999, pero no obtuvo ni el 5% de los votos. En el 2003 tuvo más suerte y logró entrar en el consistorio. Dos años más tarde, ya era coordinadora general de Esquerda Unida.

En el 2005 se presentó a las elecciones autonómicas gallegas y solo obtuvo el 0,75% de los votos emitidos, pero aquellos comicios fueron especiales por un motivo: fue la primera vez que Yolanda Díaz y Pedro Sánchez se enfrentaban de algún modo. Ella era candidata y él era asesor de campaña en el equipo de José Blanco, entonces secretario de Organización del PSOE (Sánchez era quien contestaba las cartas que la ciudadanía enviaba al candidato socialista).

Dos años más tarde, otra vez en municipales, Díaz obtuvo el 14% del voto en Ferrol y maniobró para que su partido fuera en coalición con el Partido Socialista y se alzaran con el poder. Díaz se convirtió en teniente de alcalde, pero no duraría mucho en el cargo: aquel "gobierno progresista" fue el más efímero de la historia del municipio y no duró más que dieciséis meses. Ambas formaciones no se podían ni ver y los socialistas echaron en cara a los comunistas cuestiones como que, durante una visita de la reina Sofía a Ferrol, éstos se ausentaran.

Yolanda Díaz perdió su sillón pero no su visibilidad pública. De hecho, aquellos fueron años en que su popularidad comenzó a despuntar: era una época de muchos conflictos obreros en la zona, sobre todo en el sector naval, y ella no se perdió ni una sola protesta ni manifestación. En el libro se relata especialmente el episodio de cuando se quiso construir la planta regasificadora en Reganosa, en el municipio de Mugardos. Muchos marisqueros se quejaron y los disturbios fueron sonados. Yolanda Díaz se llegó a embarcar en una de las chalanas que los marisqueros pusieron en marcha para evitar la entrada de buques metaneros.

La "refundación de la izquierda gallega"

Pero lo más interesante de aquella época, según el libro, es que Yolanda Díaz fue el espíritu de lo que en la obra se llama la "auténtica refundación de la izquierda a través de una alianza que sorprendió a propios y a extraños". Es decir, que Díaz, como representante de Esquerda, pactó con los nacionalistas de Xosé Manuel Beiras y creó un gran bloque que algunos denominaron la "Syriza gallega".

Con esa nueva fuerza política, Alternativa Galega de Esquerda (AGE), Díaz soñó en dar el salto a la política autonómica y la verdad es que se entregó en cuerpo y alma a la campaña. Eso sí, para ayudarla, contó con un joven politólogo que los de Izquierda Unida enviaron desde Madrid: su nombre era Pablo Iglesias. Juntos se patearon toda la geografía gallega a lomos del Golf de Díaz, pero el esfuerzo valió la pena: 9 diputados, todo un récord para los comunistas.

Una de las tesis más interesantes del libro --o, al menos, la más original-- es que fue Yolanda Díaz, y no Pablo Iglesias, quien primero ideó esa estrategia de sumar confluencias antes disgregadas para crear nuevos movimientos de izquierdas bajo nuevas marcas rejuvenecidas y con mayor tirón mediático. Y que Pablo Iglesias en realidad aprendió en Galicia lo que luego acabó aplicando a toda España con Podemos. Es una tesis cuando menos audaz y un tanto exagerada, pero que ayuda a posicionar a Yolanda Díaz como la verdadera cabecilla de esa "nueva política" que todos en la izquierda ondean como bandera.

Sea como fuere, la verdad es que, después de la irrupción de Podemos en la política española, la AGE fue sumando más formaciones y acabaría convirtiéndose en En Marea (integrada por Podemos, Anova, Esquera Unida, Marea Atlántica, Compostela Aberta y Ferrol en Común). Xosé Manuel Beiras acabó saltando del primer puesto, algo que él llevó bastante mal. De hecho, en "La dama roja" se reproduce una crítica muy dura de él contra Díaz: "Ella fue la primera persona que me traicionó".

Salto a Madrid

En Marea permitió que Yolanda Díaz diera el salto a Madrid, lo que tuvo un coste personal indudable: echaba tanto de menos a su hija Carmela que a veces cogía aviones, volaba a la Galicia, pasaba la noche en su casa y por la mañana, a primera hora, tomaba otro rumbo a Madrid.

En sus primeros años en Madrid, sin embargo, es donde vemos a una Yolanda Díaz más aguerrida, insumisa e incluso cabezona. El libro le dedica todo un capítulo a por qué rompió, en último momento, el pacto de Toledo o, lo que es lo mismo, por qué, siendo ya presidente del gobierno Pedro Sánchez, ella torpedeó inicialmente una reforma de las pensiones. A pesar de que varios grupos parlamentarios estaban trabajando a contrarreloj para conseguir un acuerdo y de que parecía que estaba todo cerrado, en último momento, y de verdadero sopetón, Yolanda Díaz anunció que mantenía las enmiendas de su grupo, lo que en la práctica dinamitaba cualquier posibilidad de que la reforma de las pensiones saliera adelante. El revuelo político y mediático fue mayúsculo.

En el libro se ofrecen todas las explicaciones a esta decisión tan súbita. Que si el texto que se iba a aprobar "estaba repleto de borrones" y "la mitad de las recomendaciones estaban incompletas", que si "el acuerdo no era beneficioso para la gente". "En Unidos Podemos reconocieron que el documento contenía algunos avances que resolvían ciertos problemas del sistema, pero denunciaron que también había letra pequeña", subrayan. También reconocen que la entonces ministra de Trabajo, la socialista Magdalena Valerio, se llevó "un gran disgusto" por lo sucedido. "Sí, yo con ella me enfadé...", desvela Valerio en el libro en referencia a Díaz. Y un poco más tarde añade: "Yo creo que [los de Unidos Podemos] creyeron que estábamos a las puertas de unas elecciones, porque no iban a salir los Presupuestos, y que pensaron que no le iban a dar ese caramelito al PSOE".

"La negociadora"

Esta visión de una Yolanda Díaz más maquiavélica y en manos de asesores que sólo miran por los intereses electorales es la única vez en el libro que no se la presenta como una "gran negociadora". De hecho, en "La dama roja" se insiste por activa y por pasiva en este hecho: "Nadie quitará ya a Yolanda Díaz el pasar a la historia política de este país por un hecho sin precedentes en toda la etapa democrática: haber logrado trece acuerdos con los agentes sociales en menos de dos años", subrayan. "Lo cierto es que esos trece acuerdos se han convertido en su mejor carta de presentación como posible futura candidata a la Presidencia del Gobierno y, con toda seguridad, serán una baza que va a jugar en las elecciones".

El libro también detalla sus esfuerzos por sacar adelante la ley de los "riders" o para subir el Salario Mínimo Interprofesional. Y, sobre todo, dedica un capítulo entero a detallar la "guerra abierta desde el primer minuto" entre Díaz y Calviño (así se titula el capítulo, para más inri). "El enfrentamiento ha sido constante, permanente y más acentuado a medida que pasaban los meses". Se dice, por ejemplo, que Díaz había intentado subir la cuantía del SMI ya a finales del 2020, pero que "Calviño y el presidente del Gobierno optaron por congelar la cuantía". A pesar de los numerosos intentos de Díaz y de su insistencia, "Calviño, posiblemente con el respaldo de Pedro Sánchez, seguía con el mensaje de que "no tocaba" dar ese paso".

El "corazón partío"

Uno de los capítulos finales se dedica a las posibilidades electorales de Yolanda Díaz. Titulado "El PSOE, con el "corazón partío", relata como, después de la salida de Pablo Iglesias del ejecutivo (un tema que, sorprendentemente, se trata de puntillas en el libro), la promoción de Yolanda Díaz fue acogida calurosamente por el partido de Pedro Sánchez.

Sin embargo, insiste la biografía, pronto se vio que Díaz podía ser una rival formidable y que podía arrastrar a su formación a una sección importante del PSOE. Incluso se habla abiertamente de que Eduardo Madina pudiera unirse a sus filas. La ilusión que los autores demuestran hacia un triunfo electoral de Díaz es tan grande que incluso se lanzan a apuntar que: "En Podemos han vuelto a recuperar la idea del sorpasso al PSOE como parte de su mensaje electoral, con el argumentario de poder poner en práctica unas políticas más de izquierdas si logran ser la fuerza mayoritaria. Sin embargo, la vicepresidente segunda es mucho más prudente que Unidas Podemos en este asunto".

Hace bien en serlo. Para las elecciones falta aún bastante y el tablero de juego se puede aún mover mucho. Tanto, que es imposible hacer cábalas sobre qué pasará en un par de años. De momento, las encuestas dicen que es cierto que Yolanda Díaz cae bien, pero que la marca Podemos cae en picado. Y puede que la acabe arrastrando.