Está siendo una semana movida para los duques de Cambridge, el príncipe Guillermo y Kate Middleton. Hace unos días se anunció que, el día 10 de mayo, presidirían el acto de homenaje a la víctimas de los atentados de Manchester. Antes de tan señalada fecha, sin embargo, han participado en varios actos de gran calado. 

Ayer mismo vimos a Kate presidir y otorgar el The Queen Elizabeth II Award for British Design o, lo que es lo mismo, el Premio Reina Isabel II del Diseño Británico. El evento, que se celebró en el Museo del Diseño de Kensington (a pocos metros de donde viven Kate y Guillermo) y que estaba organizado por el British Fashion Council, lleva cinco años celebrándose. La primera edición, de hecho, fue en el 2018, el mismo año en que la mismísima reina Isabel II visitó por primera vez la London Fashion Week (y siguió un desfile acompañada de Anna Wintour, la icónica editora del Vogue estadounidense). Cada año desde entonces ha sido presentado por una mujer distinta de la familia real: Camila en el 2019; la princesa Ana en el 2020; y Sofía, condesa de Wessex (la esposa del príncipe Eduardo, el jijo pequeño de Isabel II) en el 2021. 

El objetivo del galardón es destacar las contribuciones de los diseñadores jóvenes más señalados de la Commonwealth. En la primera edición recayó en Richard Quinn. El premiado de este año ha sido Saul Nash, de Guyana, especializado en lo que ahora se llama streetwear o ropa de calle, y que aquí se podría traducir por chándales. Nash, que se licenció en la ultraprestigiosa Central Saint Martins de Londres y también el Royal College de Art, creó su propia compañía en el 2008, debutó en la London Fashion Week de 2020 y desde entonces ha diseñado una línea de moda que mezcla las piezas deportivas con innovaciones técnicas y toques étnicos.

Aparte de dar el premio, Kate aprovechó para hablar con varios diseñadores emergentes. En el acto estaban presentes los recipientes de varias iniciativas que impulsa la British Fashion Council y varios fondos público-privados que dan apoyo económico y oportunidades de visualización a jóvenes con talento. También estaban presentes algunos de los mayores tótems de la industria de la moda británica, como Edward Enninful, el editor del Vogue británico (y gran amigo de Meghan Markle, por cierto). 

Para este evento, Kate quiso apostar por diseñadores emergentes y apareció con un precioso vestido verde de la diseñadora británico-canadiense Edeline Lee, graduada en la Central Saint Martins de Londres y que creó su propia marca de moda en el 2014 después de trabajar para Zac posen, Alexander McQueen y Dior. Desde entonces no ha dejado de cosechar éxitos: actrices de la talla de Helle Mirren o Amanda Holden, o cantantes como Ellie Goulding han lucido sus creaciones. 

La lucha del príncipe Guillermo contra el suicidio masculino

Un día antes de los premios del Diseño Británico habíamos visto a Guillermo en un acto de gran calado. Desde hace años, el príncipe trabaja en dos áreas principales: todo lo referente a la conservación del medio ambiente y la prevención del suicidio masculino. Su mujer y él trabajan juntos para incrementar la visibilidad de las enfermedades de salud mental, aunque a veces se dividen las áreas: Kate está más centrada en la salud mental de los más pequeños y Guillermo, en la de los hombres. Porque, aunque no se diga y llame la atención, el suicidio es la mayor causa de muerte entre los hombres menores de 45 años en el Reino Unido. En el 2019, la tasa de suicidio masculina en Inglaterra y Gales fue la más alta en las últimas dos décadas. 

Desde hace años, Guillermo está trabajando para visualizar esta tragedia y prestar apoyo temprano para evitar más muertes. Por ello hace dos días se desplazó hasta un nuevo centro que se ha inaugurado en Londres. El centro ha sido impulsado por la marquesa Clare Milford Haven, cuyo hijo, James Wentworth-Stanley (un amigo de la princesa Beatriz, hija del príncipe Andrés y prima de Guillermo), se quitó su vida en el 2006. Tenía 21 años y, según explica la página web de The James’ Place, el nombre del centro, sufrió un agudo caso de ansiedad y depresión. Después de semejante tragedia, su familia se dedicó a recaudar fondos para crear un centro que ayudase a otros jóvenes que experimentasen tendencias suicidas.